Presos y estudiantes en un curso dictado en la cárcel
Equipos de docentes universitarios presentarán 45 proyectos al llamado concursable de extensión relacionado a la temática.
Los panelistas que intervinieron este viernes en la jornada sobre «Educación, trabajo y artes en cárceles» coincidieron en señalar que la educación en el sistema penitenciario continúa siendo un tema pendiente. La actividad se desarrolló en el edificio anexo del Palacio Legislativo.
La primera mesa estuvo integrada por el comisionado parlamentario para el Sistema Carcelario, Juan Miguel Petit, el prorrector de Enseñanza de la Universidad de la República (Udelar), Fernando Peláez, las integrantes del área de Derechos Humanos de la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio (CSEAM), Flor de María Meza y Gabriela Pasturino, la coordinadora de la Unidad Académica de CSEAM, Mariana Mendy, y las docentes de la Universidad de Cambridge, Ruth Armstrong y Amy Ludlow, ambas fundadoras y directoras del programa «Learning Together». Entre los invitados había autoridades del Instituto Nacional de Rehabilitación y del Consejo de Formación en Educación.
En una breve intervención para dar la bienvenida a los asistentes, Petit expresó que el trabajo con Armstrong y Ludlow fue una notable experiencia de «escuchar propuestas innovadoras y transformadoras» en un tema central como es la educación en el sistema penitenciario. Si bien se está trabajando muchísimo, sigue siendo un tema pendiente pues Uruguay viene de un «déficit bastante grande». La experiencia de Armstrong y Ludlow muestra cómo puede el estudiantado universitario «invadir» las cárceles con aire fresco, innovación, ideas y posibilidades de trabajo superando obstáculos y prejuicios.
En representación de la Udelar, Fernando Peláez indicó que hace varias décadas la institución, al igual que el país, definió líneas de acción para la democratización del conocimiento, particularmente sobre la educación terciaria, que implica haber universalizado la primaria y la secundaria. Peláez coincidió en la apreciación de Petit: se ha avanzado mucho, pero todavía queda muchísimo por hacer porque los resultados son aún insuficientes. Por eso se están redoblando las propuestas, de modo que se logren avances significativos a muy corto plazo.
El prorrector también señaló que hay una tradición de trabajo importante vinculada a esta temática en la Udelar, en varias de sus Facultades, servicios y equipos de estudiantes. En el último año se dio un «salto cualitativo importante» luego que la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) planteara al Consejo Directivo Central de la Udelar, la necesidad de un programa de articulación y coordinación del acceso a la educación para las personas privadas de libertad. Este equipo está liderado por Gabriela Pasturino, quien expresó que el intercambio con las docentes de la Universidad de Cambridge en los últimos tres días fue muy emotivo y esclarecedor, y permitió «una simbiosis entre ellas y las personas privadas de libertad respecto a lo que querían hacer».
Mariana Mendi, por su parte, explicó que la Udelar cuenta desde el año pasado con un área de Derechos Humanos y que allí se definió como uno de los temas centrales la problemática de las personas privadas de libertad, y en particular la educación en ese contexto. El área trabaja en coordinación con instituciones extrauniversitarias y, dentro de la Universidad con el Prorrectorado de Enseñanza, por ejemplo, y otros servicios o experiencias como el Programa Integral Metropolitano. También añadió que fue una «grata sorpresa» que equipos de docentes universitarios presentaran 45 proyectos al llamado concursable de extensión relacionado a la temática, por lo que «evidentemente este es un tema de interés y preocupación», reflexionó.
El interés central de la mesa fue la presentación del programa «LearningTogether» (Aprendiendo Juntos) de Armstrong y Ludlow, inspirado en parte por raíces latinas y el pensamiento de Paulo Freire. A través de este programa las personas privadas de libertad y estudiantes universitarios asisten a un curso dictado en una cárcel, cuyas reglas y contenido están determinados por el consenso entre ellos. Para las visitantes la experiencia en Uruguay fue muy energizante y se emocionaron al ver la «cultura de investigación» que tiene el país y cómo las autoridades de distintas instituciones están abiertas al intercambio.
La educación y la seguridad están muy vinculadas: una persona con educación limitada tiene más probabilidades de cometer delitos. Algunos de los aspectos de la educación que interactúan con la rehabilitación de las personas privadas de libertad son la edad, el poder de decisión sobre uno mismo y el desarrollo pleno de la identidad, los vínculos sociales, las situaciones y oportunidades que tenemos como integrantes de una sociedad. Destacaron que sus investigaciones parten del diálogo con los estudiantes e instituciones que integran el programa, sin remitirse meramente a preconceptos teóricos.
Actualmente trabajan con 25 universidades y 25 cárceles próximas geográficamente – para facilitar la movilidad de los estudiantes–, y están intentando que los cursos que aprueban las personas privadas de libertad sean acreditados para que puedan acceder a un título universitario. El objetivo principal de Armstrong y Ludlow no es conformarse con casos individuales, sino presentar a los gobernantes y a las instituciones de educación terciaria un desafío para generar un cambio importante en la sociedad a largo plazo.