Paddock, el millonario que mató a decenas
“Algo ocurrió, él explotó o algo”, dice su hermano.
Atrincherado en su habitación del piso 32 del Mandalay Bay Resort & Casino, Stephen Craig Paddock disparó a 22 mil asistentes que disfrutaban del Route 91 Harvest Festival.
De 64 años y casado con Marilou Danley, de 62 años , Paddock no tenía hijos y vivía junto con su esposa en una remota vivienda en medio del desierto. El atacante vivía en una casa de dos habitaciones, que durante tres años estuvo valuada en alrededor de 400 mil dólares, en el desértico pueblo de Mesquite, a unos 130 kilómetros al noreste de Las Vegas, cerca de la frontera con Arizona. Previamente, el asesino de más de 50 víctimas habría vivido en Nevada, California y Florida.
Paddock estaba retirado y solía frecuentar casas de apuestas y casinos durante varios días. En ocasiones, “desaparecía” por jornadas completas sin que nadie supiera dónde estaba, aunque lo sospechaban. Incluso, en alguna oportunidad, consiguió ganar grandes sumas de dinero: hasta 250 mil dólares. Sus registros muestran que era un piloto que llegó a tener dos avionetas propias. Incluso, en los 80 trabajó para la industria militar aérea en Lockheed Martin. No estaba mal económica ni financieramente. Además de su inclinación por las grandes apuestas, a Paddock también le gustaba jugar golf, donde los vecinos lo
“Algo debe haber pasado, debe haber perdido la cabeza”. Eric Paddock, hermano del asesino de Las Vegas
vieron en los últimos días.
“Explotó”
“Era solo un tipo. Algo ocurrió, él explotó o algo”. Esas fueron las palabras de Eric Paddock, hermano de Stephen Craig Paddock. Eric Paddock dijo a los reporteros desde Orlando que su hermano también fue contador durante muchos años y que era millonario, gracias a sus inversiones aunque no sabía si pasaba por problemas financieros recientes. “No sabemos nada acerca de qué pasó. Eso es así. Estamos estupefactos. No tenemos idea. Nuestras condolencias a las víctimas y a sus familias”, indicó Eric en diálogo con un diario inglés. El hombre indicó que no tenían diálogo frecuente con su hermano y que incluso vivían lejos, en costas diferentes. “Nuestra familia está bien. Estamos sentados aquí en nuestra casa esperando que nadie nos ataque. Mi madre tiene 90 años, vive calle abajo de mi vivienda, estamos completamente estupefactos. Pueden imaginar cómo la afectó esto”, indicó el hombre. “Él es mi hermano, no tenemos una relación muy cercana, pero hablamos ocasionalmente. Esto no tiene sentido”.