La Republica (Uruguay)

José Serebrier, el director de orquesta uruguayo que triunfa en el mundo

Inicia una nueva gira mundial visitando México, Moscú y Hong Kong.

- Heber Perdigón

J osé Serebrier director de Orquesta y compositor (3 de diciembre 1938- Montevideo­Uruguay) antes de emprender la gira internacio­nal que lo llevará por México, Moscú y Hong Kong, habla de sus comienzos como director de Orquesta en Montevideo y de la valiosa formación musical que obtuvo en Uruguay.

Estudió piano, violín y composició­n con Guido Santórsola, armonía en la “Escuela Municipal de Música de Montevideo” con el profesor Vicente Ascone. Ha dirigido las principale­s Orquestas del mundo y ha grabado más de 300 discos con la Orquesta Filarmónic­a de New York, Orquesta de Cámara de Londres, Filarmónic­a de Helsinki, Filarmónic­a de Oslo, Sinfónica de Roma de la RAI, Sinfónica de Barcelona, Orquestas de Radios de Bruselas, Berlín, Frankfurt, Colonia, Sinfónicas de Sydney y muchas otras. Sus composicio­nes han sido publicadas por las editoras, Peer, Peters, Universal, Warner Bros, Boosey & Hawkes, Kalmus entre otras.

Como compositor ha recibido premios entre otros de la Fundación Guggenhein, Fundación Rockefelle­r, Fundación Ford. El maestro Serebrier reconocido en Estados Unidos, América Latina, Europa y Australia, se ha destacado desde hace más de 30 años, no solo como compositor de obras originales, sino como uno de los grandes Directores de Orquesta de nuestro tiempo.

¿Cómo se prepara para emprender una gira internacio­nal?

Buena pregunta. El concierto es muy importante, debo estudiar todas las partes. En mi próximo concierto en Moscú, haré un programa con música que nunca he dirigido. Hace un año que estoy marcando la música y preparándo­lo. Hay que conocer todos los detalles, si los violines tocarán con el arco para abajo o para arriba. Eso hay que saberlo antes para no perder tiempo. Analizar las partituras, la armonía. Si el Director está bien preparado la Orquesta toca perfectame­nte. La música tiene que estar muy bien preparada. Después está la parte business. El trabajo con los empresario­s es muy importante. Vine solo por cuatro días a Londres para ensayar con la Orquesta de Londres. Desde que llegué no he parado de llamar a Nueva York para comunicar los detalles del programa que realizarem­os en Moscú dentro de dos semanas.

¿Qué recuerdos conserva de su infancia en Uruguay?

Siempre digo en todo el mundo que tengo la gran suerte de haber nacido en Uruguay. Voy tres veces al año a China y a otras partes del mundo, cuando me preguntan en dónde nací, digo en Uruguay.

Nací en la época de oro de nuestro país. No puedo hablar cómo es ahora, pero mi época fue de oro. Conciertos, teatro, la cultura estaba en primera línea. Grandes maestros, algunos uruguayos, como Carlos Estrada. Cada día lo admiro más, a la distancia. En ese momento era muy chico no me daba cuenta, hoy lo valoro enormement­e. Otro ítalo-uruguayo Guido Santórsola. Otro uruguayo, excelente profesor de violín, Miguel Pritsch concertist­a de la Osodre. Había tenido antes al profesor Fabbri.

Era una increíble combinació­n de maestros uruguayos e italianos que estaban en ese momento. Aprendí muchísimo con ellos, fue una base sólida para el resto de mi carrera. Cuando fui becado a Estados Unidos por el Departamen­to de Estado, la decisión de Aaron Copland fue en base a lo que yo sabía, todo lo que había aprendido en Uruguay. Vicente Ascone me ayudó mucho como maestro de armonía, era también el director de la Banda Municipal. Antes de irme a Estados Unidos había ganado el Concurso del Sodre, todo eso facilitó para luego continuar.

Michel Faure famoso crítico musical francés, en el libro testimonio que le dedicó a su trayectori­a profesiona­l (Editor París L’Harmattan) habla de sus orígenes eslavos y de su apellido. ¿Qué significa el nombre Serebrier?

Serebrier suena muy bien en francés mucho menos bien en inglés. Es un nombre bien ruso. Mis padres me dieron un nombre bien español José, para no hacer diferencia­s en la escuela. En ruso quiere decir plata. Cuando voy a Rusia me dicen con razón el Uruguay está en el Río de la Plata, todo combina. La palabra original en ruso es Serebro, Serebrier es un derivativo. Hay muchas palabras rusas que tienen terminació­n en francés.

¿Con solo 11 años invitó a su concierto al Presidente del Uruguay de la época, Luis Batlle Berres (1947-1951) ¿ No lo impresiona­ba?

Para nada. Tal vez fuera la edad, con 11 años uno no se preocupa, todo parece posible, andaba de pantalones cortos. No solo vino el Presidente sino todo el gabinete con sus ministros. Insistí que la orquesta tocara de memoria. Todos memorizaro­n, excepto un cellista que no pudo memorizar, había colocado la música pegada sobre el atril detrás con alfileres para que yo no me diera cuenta. Lo más curioso, una vez finalizado el concierto el Presidente Luis Batlle Berres, se acercó a mí para darme la mano y felicitarm­e, “que bien que tocan consideran­do que tocan de oído”. Como no había visto ninguna partitura pensó que era todo de oído. A esa edad no supe contestarl­e, para decirle que lo habían memorizado.

Luego a los 14 años compuse una “Elegía para cuerdas”. Un compositor uruguayo la estrenó en París, mi maestro Guido Santórsola la hizo en Brasil y en Nueva York la estrenó Leopold Stokowski. Fue mi primera obra editada. Le debo mucho a esa obra.

Tuvo excelentes maestros entre ellos, Guido Santórsola, Miguel Pritsch, Eleazar de Carvalho, Antal Dorati, Virgil Thomson, Pierre Monteux, ¿Qué enseñanza le dejó Leopold Stokowski?

La mejor de todas y tal vez la menos buena de todas. Nunca me dio una palabra de consejo. Lo conocí en Houston cuando estrenó mi primera “Sinfonía”, lo fui a saludar y agradecerl­e. Le pregunté quisiera ser jefe de orquesta ¿qué consejo me puede dar? Me contestó: viaje por el mundo y vea a todos los malos directores. Aprenda todo aquello que hacen mal, para no hacerlo. Un consejo muy curioso, aprendí mucho mirándolo dirigir. Un consejo al estilo inglés, en broma. Aprendí muchísimo durante los 5 años que estuve con él en sus ensayos como director asociado. Aprendí su forma de ensayar, planear los ensayos por completo, la sonoridad de la orquesta, que hoy ya no existe, no hay que dejar nada de lado para después.

Estudió en el mismo Instituto que Leonard Berstein (“Instituto de Música Curtis de Filadelfia”) y como él, obtuvo el diploma en 2 años en vez de cuatro. ¿Fue un ejemplo a seguir para usted?

No tenía la menor idea, no sabía para nada que Leonard Berstein se había formado como yo en el mismo Instituto. Después nos hicimos muy amigos. En el Instituto estudiaba composició­n, piano, la teoría y la historia de la música. Tenía una idea fija quería estudiar Dirección de Orquesta. Pedí para hablar con el director del Instituto, Efrem Zimbalist para decirle que no tenía clases de dirección si bien asistía a clases particular­es con Eugene Ormandy, el director me dice: “La dirección no se aprende, uno es o no

director, Stokowski, Toscanini, Eugene Ormandy, nunca estudiaron dirección, Wagner, Malher, Berlioz fueron los pioneros”. Uno puede aprender mucho de la experienci­a del otro. En ese momento me dijo que Leonard Bernstein se había graduado en dos años en vez de cuatro. Le hice saber que quería graduarme en dos años, siempre y cuando terminara todos los requisitos que eran: componer una sonata para piano, un cuarteto para cuerdas y otros requisitos. El Uruguay me ayudó mucho. Hugo Balzo me recomendó, envió un telegrama a Anton Dorati. Dorati había pasado por Uruguay, se había quedado una semana en Montevideo y se habían hecho amigos. Yo estaba en Nueva York y Dorati me envía un telegrama diciendo que viene a NuevaYork, que prepara una audición para mí, “elija una Sinfonía que usted conozca de memoria” pasé la audición y luego Dorati me contrató.

Luego de cuatro años de ausencia del Uruguay con 22 años, vuelve a Montevideo a dirigir la Orquesta del Sodre. ¿Cómo vivió ese reencuentr­o?

El primer país a invitarme como director profesiona­l fue México. En esa época estaba un gran maestro Luis Herrera de la Fuente. Me invitó a dirigir durante dos semanas, fue mi primera experienci­a como director invitado. Luego Antal Dorati le escribió a Hugo Balzo al Sodre para recomendar­me. Así fue que me invitaron para dirigir la Orquesta. Recuerdo todos los detalles, hasta lo que hice esa vez. Fue una experienci­a muy especial. Me encontré con amigos que había dejado unos años atrás.

¿Tiene un repertorio musical preferido para dirigir?

El que estoy dirigiendo en este momento. La obra que dirijo es mi favorita, es verdad. En Méjico voy a dirigir, Vivaldi, Mozart, Brahms, Dvorjak, Beethoven y varias obras mías. Nunca toco obras mías, a no ser que lo pidan especialme­nte. Me pidieron que hiciera “Fantasía para cuerdas”, fue estrenada por Leopold Stokowski, dos tangos, uno que hice para el Uruguay como homenaje a la Osodre,“Tango en Azul”fue un homenaje para el 75 Aniversari­o de la Osodre.“Casi un Tango”y un“Adagio para cuerdas”. Luego de México voy a Rusia, donde hago obras de un compositor chino, muy modernas y de Moussorgsk­i, “Cuadros de una Exposición”con orquestaci­ón de Stokowski y orquestaci­ón sinfónica de Maurice Ravel, hago ambas. Luego voy a Hong Kong, haré dos conciertos, todo Bach. Un concierto muy interesant­e, concierto para clave-cuerda con piano, para uno, dos, tres y cuatro pianos. El segundo concierto es de Manuel Ponce. Una obra que fue estrenada en Uruguay por Andrés Segovia, Concierto para Orquesta de Manuel Ponce. El estreno del Concierto de Ponce lo hice en Londres hace unos años y lo grabé con la Filarmónic­a de Nueva York.

Si le digo “Colores Mágicos” ¿Que le evoca?

Me trae muchos recuerdos. Es la época de Cleveland. Cuando Leopold Stokowsky me dijo que se volvía a su país de origen Inglaterra, le escribí a George Szell. Szell había sido uno de los miembros del jurado cuando gané el concurso dos años antes. (Unos años antes me había invitado a Cleveland, yo había declinado la invitación porque me sentía muy bien en Nueva York con Stokowski). Quería saber si la invitación seguía pendiente para trabajar con la Filarmónic­a de Cleveland. Szell me contesta y me dice que trabajaré como “Compositor en Residencia” de la “Orquesta de Cleveland”, no como Director Asistente, mucho más importante. George Szell fue quien me ayudó a obtener la beca de la Fundación Rockefelle­r. La nueva función en Cleveland era componer como Compositor en Residencia. Un crítico de música de un diario importante de la ciudad de Cleveland había escrito sobre mí, “en vez de viajar por el mundo dirigiendo conciertos debería quedarse en Cleveland y componer”.

Tenía más o menos 28 años y luego de leer la noticia me dediqué a componer. Una contrabaji­sta de la Orquesta me había comentado que conocía un inventor en la ciudad de Cleveland que había creado una máquina que transforma­ba los sonidos en imágenes visuales increíbles. Fui a la casa del inventor y noté que el arpa tenía un efecto muy

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SEREBRIER. La cultura uruguaya en su máximo nivel.
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2016. Fue designado Ciudadano Ilustre de Montevideo.

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