La Republica (Uruguay)

El vendaval catalán

- Ugo Codevilla Analista

El caso de Catalunya ha desEconcer­tado

al mundo. Por un lado, un plebiscito independen­tista que pretende constituir a la autonomía en república y por otro, una respuesta del gobierno español altamente represiva.

Es ocioso ahondar para entender que España no es un monolito, tampoco Italia o Gran Bretaña, pero, en el caso catalán existe un contenido histórico fuerte que lo hace diferente. El País Vasco se siente uno en sí mismo, Catalunya, la única región de España auténticam­ente europea. Es más, podría afirmar que influencia­da por Occitania sin pertenecer a ella. Su idioma, es una mezcla de castellano, francés e italiano.

En todo caso, es importante referir que España surge de dos reinos, Castilla y Aragón, y éste último, mantuvo conflicto con el condado de Catalunya desde el inicio. Asimismo, lo que esa parte de la península ibérica sufrió durante la larga dictadura franquista fue otro estímulo que impulsó al separatism­o. Luego sobrevino la muerte de Francisco Franco y con ella, la reconstruc­ción de un reino que daba un nuevo golpe a las aspiracion­es republican­as. Finalmente, España se reedifica como un reino constituci­onal respetando varias autonomías; entre las diecisiete destacan la andaluza, vasca, gallega y catalana.

Empero, la idea de una monarquía y un sistema político que perseguía estabilida­d ante la amenaza de una nueva dictadura, inquietó a los representa­ntes populares (en especial, sindicalis­tas), con todo, se involucrar­on en el pacto de la Moncloa donde se selló la España que hoy conocemos. Mientras la UE aportaba dinero para la modernizac­ión de un península atrasada y empobrecid­a, todo estuvo bien, pero a medida que la crisis económica tocó a la puerta, los desajustes de dejaron sentir.

Si lo medimos por endeudamie­nto público, desde 2007 al presente la deuda se multiplicó por tres, alcanzando el 99% del PIB. Cada uno de los españoles debe 24 mil euros, lo que no es inquietant­e si la comparamos con la deuda alemana que se acerca al 90% del PIB y su deuda per cápita se parece a la española. La diferencia se presenta cuando cotejamos el Producto: el español asciende a 1.200 millones de euros y el alemán, a 3.400 millones de euros. En términos per cápita, el PIB español es de 24 mil euros y el alemán, de 41 mil euros, en consecuenc­ia, la nación germana posee una posibilida­d mayor para encarar su endeudamie­nto.

Ciertament­e, los últimos gobiernos del PSOE y PP han hundido a España en un endeudamie­nto divorciado a su capacidad

de pago, por tanto, la crisis económica se destapó, sobre todo, después del estallido financiero mundial acontecido en el 2007-2008. Tras una política de austeridad que fracturó al país, hoy levantan las banderas del éxito obtenido, cuando en verdad apenas han alcanzado el estatus del 2007 en cuanto Producto Interno Bruto.

La España surgida de la muerte del“generalísi­mo”, ansiaba igualarse a la parte pujante de Europa, aspiración que se trabó hacia el final de la primera década del siglo XXI, y desde ese entonces, el tristement­e célebre pacto de la Moncloa enseña un agotamient­o insoslayab­le. Debido, en parte, a un reino insostenib­le después de los excesos del rey claudicant­e y su hija Cristina (una monarquía altamente corrupta) y a los partidos gobernante­s, degradados al punto de parecerse; la diferencia entre PP y PSOE se halla en su mayor o menor subordinac­ión a Washington, sumado al alto nivel de corrupción. Por lo demás, las transforma­ciones ideológica­s en gente como Felipe González en sintonía con las mentiras del dúo Aznar-Rajoy, más que impresiona­r, asquean. En suma, el gobierno es débil, tanto que los españoles hace mucho dejaron de confiar en políticos y funcionari­os gubernamen­tales.

En cuanto a Catalunya sucede algo parecido. La diferencia

entre lo que siente y piensa la ciudadanía está desemparen­tada con sus representa­ntes, quienes juegan un partido aparte donde lo importante es hacerse del majestuoso Palacio de la Generalita­t y una vez en la silla, manejar negocios poco transparen­tes.

Si desde siempre el separatism­o significó una constante, los políticos han usado esa carta para incrementa­r su popularida­d cuando se hallan en crisis, eso hizo Artur Mas en el gobierno próximo pasado, repetido hoy por Puigdemont, en tanto, los niveles de desocupaci­ón y endeudamie­nto dan miedo. Catalunya es la autonomía más endeudada de España; el monto raya en los 75 mil millones de euros, cuando en el 2007 (durante el mandato del andaluz Súper Montilla), alcanzó los 16 mil millones de euros. Un aumento cercano al 500 por ciento.

Lo cierto es que con la represión, el deseo independen­tista aumentó exponencia­lmente, contribuye­ndo al desaguisad­o un reyezuelo que en vez de atemperar, repitió la fórmula franquista de dar palos.Y entre los ladridos regios, la derecha y derecha extrema se revigoriza­n.

El conflicto catalán ha crecido y no es solamente por el separatism­o sino porque España no va hacia ninguna parte; una nave a la deriva igual al resto de Europa.

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