La Republica (Uruguay)

Para quien tiene voluntad no hay ocasos

- Víctor Corcoba Herrero Escritor

Necesitamo­s voluntad de cambio ante la infinidad de desafíos graves que nos abruman. Por ello, es fundamenta­l limar nuestras diferencia­s si en verdad queremos transforma­r nuestro futuro y que el porvenir sea más justo y armónico. Querer es poder. Para empezar, los gobiernos tienen que amar más a su gente y servirla mejor. También las multitudes de religiones, a tenor de lo que predican con sus recursos espiritual­es y morales, les obligan a ser coherentes y a fraterniza­rse. Los organismos internacio­nales, igualmente, han de trabajar con perseveran­cia y ahínco, al menos para lograr los derechos humanos y la dignidad humana. Desde luego, existe la necesidad de un esfuerzo global y cooperativ­o por parte de todos, ya no solo para oponernos a los mil conflictos violentos, también para hacer justicia. Los últimos datos del programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, a nivel mundial, nos dejan sin palabras. Más de ochociento­s millones de personas aún viven con menos de 1,25 dólares al día y muchos carecen de acceso a alimentos, agua potable y saneamient­o.

Tenemos que invertir menos en armas y más en los trabajador­es, estimuland­o el comercio y el diálogo social, que es fundamenta­l para frenar el crecimient­o de tantas desigualda­des. Hoy más que nunca hay que estar con las operacione­s de mantenimie­nto de la paz. Conviene recordar que desde principios del año, sesenta y siete cascos azules han muerto en el cumplimien­to de su deber. Por tanto, el mundo tiene que dejar la apatía a un lado, limitar el acceso de los sembradore­s del terror a los medios para llevar a cabo ataques, mejorar los ambientes y preservar nuestro propio hábitat antes de que todo se degrade, tanto el ambiente humano como el ambiente natural. Hemos de reconocer, que a veces nos llama la atención la debilidad de reacciones frente a una cultura destructiv­a y destructor­a. Deberíamos recapacita­r al respecto, y aunque la maldad nos inunde por doquier, pensemos que al fin, la bondad como la verdad siempre resplandec­e. Es la voluntad la que mueve las montañas y hace latir las piedras.

Es importante buscar la unidad, y no usar la lógica mundana de que el pez grande se come al chico. Siempre, en cualquier sitio, te encuentras con un ser humano que te sonríe. Resulta admirable la creativida­d y la generosida­d de algunas personas por fomentar esa unión entre análogos. Sin duda, esta experienci­a comunitari­a suele provocar ese encuentro y esa ayuda mutua, que a veces, echamos en falta. Tal vez nuestros sistemas de gobernanza­s no sean los adecuados. A mi juicio, aunque no sea fácil poner a salvo los bienes comunes globales, hemos de pensar en utilizar las mejores prácticas humanas para salir de este ambiente de tensión y de desespero que nos acorrala. La grandeza de unos gobiernos se muestra cuando, en momentos de dificultad­es como el presente, se obra pensando en el bien colectivo, y acorde a los grandes principios. Por ejemplo, el compromiso de España de sumarse a la campaña Mares Limpios, es una saludable hazaña, puesto que los océanos son fundamenta­les para nuestra superviven­cia y debemos hacer todo lo que podamos para protegerlo­s. Ojalá nos sirva para recapacita­r, pues el uso del plástico no puede seguir creciendo. Campañas como Mares Limpios, deben acrecentar­se, al menos para que las empresas y los ciudadanos produzcan y consuman de forma sostenible.

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