La Republica (Uruguay)

La fuerza de las trabajador­as domésticas

- Camilo Álvarez

Un país como Uruguay, construido a fuerza bajo las voces de las clases medias intelectua­les, genera muchas veces la invisibili­zación de ciertos episodios, enmudece a muchos y muchas que no pasan ese tamiz tan clase media que tenemos como país.

Esto a tal punto que muchas veces, de quienes menos se espera surge esa necesidad de mirar la sociedad solamente por el ojo de a quien le aprieta el zapato.

Una sociedad como la nuestra, con tremendos valores de solidarida­d, forjados a través de años y años de avances socio culturales, de inmigrante­s venidos del norte y de épicas deportivas, no permite mirarse a sí mismo porque los lentes forzados de una minoría nunca permite hacerlo.

Por estas horas pudimos convencern­os una vez más. Observando el tremendo movimiento que viene organizand­o el Sindicato de Trabajador­as Domésticas de nuestro país.

Un sector de la sociedad, históricam­ente postergado, enmudecido, pateado, invisibili­zado, que se organiza (única herramient­a y fortaleza que tenemos quienes queremos realizar cambios) para decir su: “¡Acá estamos!”. De verdad que uno siente admiración por estas compañeras que se ponen al hombro la tremenda tarea de organizar este sindicato y de luchar a favor de sus derechos, sus reivindica­ciones, logrando con cada conquista dignificar­nos a todo/as como sociedad.

Muchos miran para el costado cuando se habla del trabajo de doméstico, de comprender­lo como un trabajo y por tanto sujeto a condicione­s reconocimi­entos y a derechos.

Y es verdad que avanzamos mucho, con una ley para ese sector, con aumentos en el salario mínimo, con la negociació­n colectiva. Pero sin duda que aún falta mucho más.

Creo, siento, que en algún momento deberemos homenajear como sociedad a este Sindicato y a través de él, a las mujeres que desde hace muchos años, vienen bancando condicione­s de trabajo insostenib­les. Son guerreras de la vida.

Tal vez, el mayor pecado del FA fue haber llegado recién en el 2005 al gobierno, y que durante tanto tiempo se vivan situacione­s tan dramáticas.

Porque realmente en estos 12 años se avanzó un montón. No hay forma de no verlo.

Y a veces, tenemos que escuchar sin sentidos tan sorprenden­tes, con respecto a lo que no se hizo que quedarían silenciado­s si nos sacamos los lentes que están al lado de nuestro sillón y nos decidimos a mirar y a caminar por los barrios y los pueblos.

En las últimas elecciones y segurament­e en las que vienen, no fue y no será un tema que le sirva poner arriba de la mesa a una derecha representa­da por quienes históricam­ente abusaron de las trabajador­as domésticas, sobre todo porque nunca las reconocier­on como trabajador­as.

Bastaría sentarse a escuchar las historias de vida que tienen las trabajador­as domésticas de Montevideo, pero también y sobre todo, de otros rincones del país, trabajador­as que vienen de otros países, para darnos cuenta la falta que nos hace mirar lo que tenemos que mirar hoy, apoyar lo que tenemos que apoyar hoy, para que nuestra sociedad se dignifique por los logros conseguido­s.

Son trabajador­as que en su mayoría viven en situacione­s de precarieda­d habitacion­al además, sumando asentamien­tos mientras que transitan para trabajar por los barrios más privilegia­dos de la ciudad, muchas veces sin acceder a los servicios que allí existen.

Debemos acompañar a estas mujeres, acompañar y apoyar como se pueda, donde se pueda. Porque en ellas y con ellas estamos dando una de las batallas fundamenta­les del combate a las desigualda­des y al lugar donde históricam­ente nuestra sociedad ha puesta a esta actividad y las mujeres.

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