La Republica (Uruguay)

Brutal relato de un sobrevivie­nte de la masacre de Texas

“¡Van a morir todos, hijos de puta!”, entró gritando.

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Tres días después de la matanza de la iglesia de Sutherland Springs (Texas) 10 víctimas siguen en estado crítico. Hasta hoy las víctimas mortales son 26, con edades entre los 77 años y los 17 meses. Al menos una docena de menores perdieron la vida en la capilla del pueblo.

Joaquín Ramírez recuerda al asesino entrando en la iglesia, “muy enojado”, gritando: “¡Van a morir todos, hijos de puta!”. Mexicano de 50 años, Ramírez dice que el asesino Devin P. Kelley , de 26 años, vestido con ropa oscura de combate y con una máscara de calavera, no quiso dejar un niño con vida. Varios pequeños se escondiero­n bajo un banco. El atacante enloquecid­o fue hacia ellos y, según el relato del supervivie­nte, apuntó con su fusil de asalto hacia el banco desde arriba y le soltó una ráfaga para acribillar a los pequeños abajo.

“Daba lástima ver cómo mataba a los niños”, dice Ramírez, sentado en el sofá de su hogar, una modesta cabina móvil con paredes de metal. “Primero mató a la gente que estaba a la entrada de la iglesia. También mató a la hermana que estaba hablando de Dios. No recuerdo cómo se llamaba ella. La agarró así a quemarropa y tá-tá-tá-tá-tá. Los niños lloraban y el asesi-

no se acercaba y les tiraba. Luego se fue a mano derecha de la iglesia contra todos los hermanos que estaban en ese lado y tá-tá-tá-tá-tá-tá, muertos todos. El esposo de otra hermana vio a su mujer muerta e intentó salir corriendo, pero antes de que llegara a la puerta lo alcanzó con las balas y quedó allí. Yo estaba a mano izquierda con mi mujer. Nosotros nos echamos al suelo. Solo pensábamos que íbamos a morir”.

Kelley contaba con antecedent­es violentos. En 2012, el asesino había sido expulsado de las Fuerzas Aéreas por maltratar a su esposa y a su hijastro. Aquel año también, según recoge The New York Times, el exsoldado se escapó de un hospital psiquiátri­co, después de haber amenazado de muerte a sus superiores e haber intentado introducir armas de contraband­o en la base donde se encontraba. Además, las Fuerzas Aéreas admitieron que habían cometido el error de no dar parte del caso de violencia doméstica de Kelley para que se incluyese en la base de datos que hubiera bloqueado automática­mente la posibilida­d de que le vendiesen un rifle de asalto.

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TEXAS. Familiares de las víctimas en la zona de la iglesia de Sutherland Springs.

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