Cuando dices lo que digo… y también cuando no
Voltaire fue un arduo defensor de la tolerancia entre los seres humanos, sobre todo la tolerancia religiosa, sosteniendo que nadie debe ser castigado por tener y expresar una idea, y así lo expresó en su obra Tratado sobre la Tolerancia de 1763.
Aunque “ingenuo” para algunos, Voltaire consideraba a los seres humanos innatamente inclinados hacia la justicia, misma que solo se logra a partir de una idea “ficticia” -¿acaso hay alguna que no lo sea?- que representa la existencia de un “pacto social” como herramienta para posibilitar la convivencia en la humanidad.
Pasaron casi 150 años (1906) y Evelyn Beatrice Hall, escritora inglesa que admiraba la obra de Voltaire publicó un libro sobre él que tituló “Los amigos de Voltaire”, y resumió a su maestro con una frase tan famosa e ilustrativa que hasta llegó a adjudicársele a él mismo. La frase dice algo así: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. En su libro, E.B.Hall da cuenta de una inteligente ironía y fino sentido del humor que impregnó la vida y la obra de Voltaire.
Pasaron otros 100 años y en 2009 una señora con también gran sentido del humor y fina ironía, Azucena Berruti, expresaba en una entrevista televisiva (y parafraseo): El Estado no puede prohibir que alguien publique un libro y exprese lo que se le venga a la mente. Si esa idea es una mentira, una falsedad, con mala intención, lo que hay que hacer es publicar otro libro con la idea cierta, no inventada y con la buena intención.
Voltaire tuvo una vida de rechazos y expulsiones. Había nacido en Francia, fue expulsado de allí hacia Alemania y también a Inglaterra de donde también fue expulsado.
Berruti es admirada por muchos (entre los que me incluyo) y fue también rechazada hasta por algunos de sus propios correligionarios por sostener que no votaría por la anulación de la Ley de Caducidad, ley controvertida hasta el infinito, porque según ella la anulación de leyes “no existe” y “no es aceptable en el derecho”.
Por lo que vengo de decir, siempre nos vamos a encontrar con gente que opine diferente a nosotros, a veces sin sentido u otras con el único sentido de contradecir, inoportunos, incoherentes, vehementes, pero esos “otros” somos todos y con ellos y con nosotros mismos tenemos que convivir. El desafío es trascender/ los/nos y aunque parezca un contrasentido, con el maravilloso sentido de reencontrar/ los/nos en nuestra humanidad y en este camino de la vida.