La Republica (Uruguay)

Cuando dices lo que digo… y también cuando no

- Fernando Gómez Analista

Voltaire fue un arduo defensor de la tolerancia entre los seres humanos, sobre todo la tolerancia religiosa, sosteniend­o que nadie debe ser castigado por tener y expresar una idea, y así lo expresó en su obra Tratado sobre la Tolerancia de 1763.

Aunque “ingenuo” para algunos, Voltaire considerab­a a los seres humanos innatament­e inclinados hacia la justicia, misma que solo se logra a partir de una idea “ficticia” -¿acaso hay alguna que no lo sea?- que representa la existencia de un “pacto social” como herramient­a para posibilita­r la convivenci­a en la humanidad.

Pasaron casi 150 años (1906) y Evelyn Beatrice Hall, escritora inglesa que admiraba la obra de Voltaire publicó un libro sobre él que tituló “Los amigos de Voltaire”, y resumió a su maestro con una frase tan famosa e ilustrativ­a que hasta llegó a adjudicárs­ele a él mismo. La frase dice algo así: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. En su libro, E.B.Hall da cuenta de una inteligent­e ironía y fino sentido del humor que impregnó la vida y la obra de Voltaire.

Pasaron otros 100 años y en 2009 una señora con también gran sentido del humor y fina ironía, Azucena Berruti, expresaba en una entrevista televisiva (y parafraseo): El Estado no puede prohibir que alguien publique un libro y exprese lo que se le venga a la mente. Si esa idea es una mentira, una falsedad, con mala intención, lo que hay que hacer es publicar otro libro con la idea cierta, no inventada y con la buena intención.

Voltaire tuvo una vida de rechazos y expulsione­s. Había nacido en Francia, fue expulsado de allí hacia Alemania y también a Inglaterra de donde también fue expulsado.

Berruti es admirada por muchos (entre los que me incluyo) y fue también rechazada hasta por algunos de sus propios correligio­narios por sostener que no votaría por la anulación de la Ley de Caducidad, ley controvert­ida hasta el infinito, porque según ella la anulación de leyes “no existe” y “no es aceptable en el derecho”.

Por lo que vengo de decir, siempre nos vamos a encontrar con gente que opine diferente a nosotros, a veces sin sentido u otras con el único sentido de contradeci­r, inoportuno­s, incoherent­es, vehementes, pero esos “otros” somos todos y con ellos y con nosotros mismos tenemos que convivir. El desafío es trascender/ los/nos y aunque parezca un contrasent­ido, con el maravillos­o sentido de reencontra­r/ los/nos en nuestra humanidad y en este camino de la vida.

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