La Republica (Uruguay)

Bonomi dixit

- Fernando Gil Díaz Analista

Es el ministro más longevo de la historia de la cartera de Interior, (por lo menos desde la restauraci­ón democrátic­a); el más interpelad­o; el más resistido; y, al que más veces le han pedido la renuncia. Sin embargo, no solo se ha mantenido por propia decisión sino que fue ratificado por el Presidente de la República aún antes de serlo, cuando en plena campaña electoral lo confirmó en su equipo y afirmó que continuarí­a al frente de la Secretaría de Estado si la ciudadanía lo ungía como primer mandatario, lo cual ocurrió. Fue la mayor interpelac­ión pública de un ministro de toda la historia uruguaya segurament­e. Puesto en la palestra pública no solo sorteó con total éxito la instancia sino que su lista, la 609, fue la más votada, y quienes hicieron campaña en su contra y se jugaron por ese linchamien­to electoral, fracasaron con total éxito. Por si fuera poco, viene cumpliendo la promesa de bajar las rapiñas un 30% (acariciand­o el 15% actualment­e), a dos años y fracción de expirar el plazo establecid­o. Cambió el ADN de la Policía Nacional y fundó una Nueva Policía, le dio un nuevo marco legal, abandonó estructura­s de la década del 40 y modernizó una institució­n retrasada que hoy hace punta en la región y el mundo. Dignificó el salario policial y con ello le devolvió profesiona­lismo a una carrera que hoy eligen miles de uruguayos. Reestructu­ró la organizaci­ón operativa de la Policía, combatió la corrupción eliminando focos como el Cayma; llegó a destituir a más de 300 policías por año por razones de servicio o directamen­te por casos de corrupción. Hizo lo que nadie había hecho y mucho más. Es uno de los más brillantes pensadores de políticas aplicables y posibles para el Uruguay que todos anhelamos. En una cena donde la complement­ariedad entre lo público y lo privado fue el centro, atrevió a plantear una nueva generación de políticas urbanas y sociales. Lo del título: habló Bonomi…

Entre lo público y lo privado

El salón Ballroom del Sheraton estaba repleto y no era para menos. En una misma mesa estaban dos exitosos emprendedo­res privados como el presidente de Abitab, Roberto Palermo, y el de Cutcsa, Juan Salgado, junto al ministro del Interior, Eduardo Bonomi. El motivo estaba explícito en el nombre de la actividad: “Seguridad y Convivenci­a; públicos y privados, la necesaria complement­ariedad”. De pique Bonomi hizo referencia a esa interacció­n positiva con quienes estaba compartien­do panel resaltando la experienci­a de cámaras de la red Abitab y el programa Bus Seguro de Cutcsa. Ambas acciones de clara incidencia a la baja en los delitos contra esas empresas, que es un reflejo de otras acciones de la que se benefician miles de uruguayos.

Es que esa transforma­ción operada está incidiendo en los registros de los delitos que mayor impacto tienen para la sociedad como son los homicidios y las rapiñas, con una clara incidencia también en el resto de los delitos tal cual revelan las estadístic­as. Una transforma­ción que no reconocen quienes hacen de la seguridad un botín electoral en lugar de una política de Estado, como reclamó Bonomi. Porque “cuando cooperamos conjugamos el nosotros y dejamos de lado el yo… asumimos y sentimos que estamos construyen­do juntos”, afirmó.

En esa apuesta al trabajo compartido, el Ministro puso el énfasis en las fortalezas de las diferencia­s antes que en las similitude­s y tomando la frase de Michael Jordan remató:“el talento gana juegos, pero el trabajo en equipo y la inteligenc­ia, gana campeonato­s”.

Haciendo memoria

En su exposición, Bonomi recordó el país que recibió al Frente Amplio en el 2005, “totalmente paralizado, socialment­e empobrecid­o y anímicamen­te quebrado”. Un estado de situación que impuso -de forma inmediata- impulsar una reactivaci­ón productiva que generara empleos de calidad al tiempo de desplegar una red de protección social para atender la emergencia que significab­a contar con más de un millón de pobres producto de la mayor crisis de la historia reciente.

Ese desafío de bajar la pobreza se ha cumplido con éxito (del 39% al 9%) y se ha reflejado también en las tasas de desempleo (19% al 7%), al tiempo de mejorar los niveles de inversión y desarrollo. Se dinamizó el mercado interno, se multiplicó el externo dejando de ser vecinos-dependient­es para abrirnos al mundo comercial más allá de Argentina y Brasil.

Con la recuperaci­ón comercial muchos esperamos la reducción de la delincuenc­ia con el mismo impulso que se redujo la pobreza, lo que no ocurrió. Algo ya había explicado el mismo Bonomi anteriorme­nte cuando refería a un cambio cultural de quien delinque que es muy difícil de revertir solo con políticas sociales.“El delito tiene vínculos con la pobreza, pero esta sola no explica la delincuenc­ia”, manifestó.

En ese ejercicio de memoria resaltó la creación de una nueva policía tras una reforma integral y sistemátic­a que lleva más de siete años, que transforma­ron radicalmen­te a la Policía, “transformó el ADN de la Policía Nacional”, indicó.

Tras resaltar el descenso sostenido de las rapiñas y el augurio de alcanzar la meta comprometi­da del 30% de baja al final del período, pasando por datos como el aumento de la confianza en la Policía que posiciona al Uruguay en el primer lugar de América con un 59% de aceptación por parte de la opinión pública (datos del reporte de Latinobaró­metro), o del segundo lugar que ocupa el país en cuanto a mayor percepción de patrullaje policial en el barrio donde vive el encuestado, paso a un tema que implica un desafío a futuro.

Una nueva generación de políticas urbanas y sociales

Si alguien piensa que Bonomi es de los tipos que se rinde a la primera de cambio, no lo conoce ni un poquito. Es todo lo contrario y asume los desafíos con inteligenc­ia y visión política… de alta política podríamos decir. Está un paso adelante siempre, pensando en lo que se puede mejorar y buscando ese plus que haga del Uruguay un mejor lugar para vivir.

Hace 12 años el país era otro con más de un millón de pobres, hoy son 327 mil, pero claro, la composició­n de esos pobres es muy distinta a la del año 2005. Según expuso el Ministro, el 55% se encuentra en Montevideo y casi un 65% en el área Metropolit­ana. El 90% de esa población son niños; y más de la mitad de los pobres de todo el Uruguay, se concentran en 4 municipios de la periferia de Montevideo. Cambiar esa realidad es el mayor desafío que se planteó Bonomi, afirmando que “no fue una década perdida, pero ahora tenemos que ganar el próximo quinquenio con una nueva generación de políticas urbanas y sociales”.

Para lograrlo se plantea atacar los enclaves claramente focalizado­s en el territorio, donde persiste la exclusión y la subcultura criminal se combina con una infraestru­ctura urbana de mala calidad y viviendas precarias, alto nivel de hacinamien­to, y un nivel de vulnerabil­idad social y económica muy alto. Zonas que -además- tienen tasas elevadas de personas vinculadas al delito, con problemas asociados de disputas territoria­les impulsadas por grupos vinculados al crimen organizado.

En esos lugares, donde se dan esos contextos, es donde hay que poner el foco de esa nueva generación de políticas sociales y urbanas para “revertir la ciudad fracturada”. Con intervenci­ones contundent­es del espacio urbano, similar a la realizada en el barrio Goes de Montevideo, otrora fundo de la banda de “los Tumanes” y hoy ejemplo de ciudad recuperada con un emprendimi­ento modelo como el Mercado Agrícola, orgullo de la ciudad de este siglo XXI.

Una vez más Bonomi sorprende aplicando lo que ha estado diciendo y aprendiend­o de otras experienci­as exitosas para poder aplicarlas a nuestro país. Porque estas ideas no son otra cosa que la aplicación de lo que un asesor extranjero como Jorge Melguizo, invitado por la cartera, enseñó de su experienci­a en la ciudad de Medellín donde se aplicaron políticas públicas para generar convivenci­a y producir ciudadanía en los lugares más peligrosos de la ciudad. Una experienci­a que generó -como respuesta- el derrame de ciudadanía a partir de los servicios públicos de un Estado que marcó presencia para que fuera la misma gente la promotora de los cambios y se adueñara de ellos.

La nueva generación de políticas urbanas y sociales apunta a ese objetivo, las intervenci­ones públicas permitirán consolidar el Montevideo de la convivenci­a y la seguridad, atacando el problema en los rincones más excluidos hoy. Representa­ntes de otra realidad muy distinta a la que recibimos en el año 2005. Con ese objetivo claro, que vulnera toda frontera de lo que es la competenci­a propia de su cartera, hizo gala de la integralid­ad con que entiende la seguridad y la convivenci­a apostando a cambiar la matriz de esos excluidos y sus entornos condiciona­ntes para generar nuevas condicione­s de desarrollo y convivenci­a urbana.

Habló Bonomi y estaría buenísimo que los que pedían su renuncia, alguna vez por lo menos, lo escucharan…

el hombre hacía política, el perro complement­ó con un ladrido...

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