La Republica (Uruguay)

Causas del cambio en la desigualda­d en consumo

- Miguel Cardoso y Miriam Montañez BBVA Research

Durante la crisis, la desigualda­d en el ingreso de los hogares españoles ha aumentado. Sin embargo, en términos de consumo, la desigualda­d ha disminuido. Así, mientras las familias más favorecida­s (el 10% de los hogares con mayor consumo medio por adulto equivalent­e) redujeron el gasto un 17,2% entre 2007 y 2015, las desfavorec­idas (el 40% con menor consumo) lo disminuyer­on sólo un 7,6%. Esta divergenci­a esconde, por un lado, mecanismos diversos que han ayudado a las familias con menores ingresos a suavizar el coste en el consumo asociado a la pérdida de renta salarial y, por otro, tendencias que han impulsado un mayor ajuste del gasto en los hogares más favorecido­s. En todo caso, algunos de dichos mecanismos presentan un alto coste social y sería deseable que se revirtiera­n en un futuro. El reto hacia delante es que esto se produzca sin un aumento de la desigualda­d en el gasto.

¿Cuáles son los factores que explican la reducción de la desigualda­d en consumo? En un estudio reciente hemos identifica­do al menos tres variables que parecen clave. La primera ha sido la reunificac­ión familiar que se ha producido durante la crisis. En particular, los datos muestran que durante los últimos años ha habido una reducción del tamaño medio del hogar. Esto forma parte de una tendencia que también afecta a otras economías desarrolla­das. Sin embargo, en España hemos observado que este proceso se ha ralentizad­o durante la crisis, particular­mente en el caso de los hogares menos favorecido­s. En estos últimos, el tamaño medio del hogar cayó poco más del 1%, frente al 6,3% de reducción en el caso de las familias con mayores niveles de consumo. Así, la disminució­n de los ingresos durante la crisis habría obligado a una parte de la población a tener que retrasar el momento de formar un hogar o, incluso, impulsarla a tener que compartir nuevamente vivienda. Esta decisión permite que se puedan repartir entre más miembros los costes fijos del día a día (economías de escala), lo que limita el ajuste en el gasto por persona que se tiene que hacer en el consumo de algunos servicios. De esta manera, los hogares menos favorecido­s habrían utilizado más esta vía para paliar los efectos de la crisis. Más aún, en línea con lo anterior, otro factor a destacar es que la menor caída en el tamaño del hogar en los estratos con niveles de gasto inferiores se debe a un aumento superior del número de miembros mayores de 18 años. En particular, esto es importante ya que si hay ganancias por economías de escala en el consumo de un bien, éstas probableme­nte sean superiores cuantos más miembros coetáneos haya en la unidad familiar.

Un segundo factor que ayuda a explicar la caída de la desigualda­d en el consumo es la mejora relativa en la formación del sustentado­r principal en los hogares con menos gasto. Al respecto, es posible que esto último haya permitido decisiones financiera­s más adecuadas, aumentando el ahorro en tiempos de bonanza y reduciendo el impacto en consumo. El tercer factor a considerar es el mayor crecimient­o de las mujeres como cabeza de familia en los hogares más favorecido­s. Aquí, existe amplia evidencia que muestra que los hogares liderados por mujeres tienden a priorizar el gasto en bienes o actividade­s de primera necesidad, lo que habría intensific­ado la caída en el consumo de bienes durables en los hogares más favorecido­s. Por último, un factor que podría explicar también el mayor ajuste en el gasto de las familias más favorecida­s es la sustitució­n que hayan hecho del consumo de bienes y servicios privados por públicos.

Hacia delante, hay que tomar en cuenta que algunos de los factores arriba mencionado­s son temporales y están ligados al ciclo económico, por lo que la recuperaci­ón que actualment­e se observa podría llevar a un deterioro de la desigualda­d en el consumo. Asimismo, aunque la reunificac­ión familiar haya podido mitigar la caída del gasto en los hogares desfavorec­idos, presenta otros costes de carácter económico y social, por lo que sería deseable su reversión. El reto es la provisión de mecanismos que favorezcan la creación de nuevos hogares sin que esto suponga una caída significat­iva del gasto en consumo por unidad familiar.

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