La Republica (Uruguay)

Con el país de rehén

- Pablo Mieres, senador

En cada tema, en casi todos los temas, el partido de gobierno exhibe diferencia­s inocultabl­es y profundas. Dentro del Frente Amplio conviven concepcion­es diferentes en todos los planos de la vida política.

Existen diferencia­s ideológica­s, de proyecto de país, programáti­cas e, incluso, orgánicas sobre las formas de organizaci­ón y toma de decisiones de la organizaci­ón política.

Esta crisis motivada por el proyecto de ley sobre los “cincuenton­es” no es una situación excepciona­l que surge puntualmen­te; es otra más de tantas diferencia­s que emergen, un día sí y otro también, dentro de una fuerza política plagada de contradicc­iones.

Esto no debería preocuparn­os en la medida que afecta a otro partido, y allá ellos con sus problemas y diferencia­s. Sin embargo, en la medida que estas diferencia­s afectan al país y a su gente, entonces se convierte en un asunto de todos los uruguayos y nos obliga a marcar posición.

En efecto, las desavenenc­ias, los conflictos y las luchas internas dentro del Frente Amplio tienen daños colaterale­s que refieren a la situación del país y a su gente. Vale señalar algunos ejemplos, de decenas que se han producido en los últimos años.

La demora en la aprobación del TLC con Chile afecta la estrategia de apertura al mundo que está directamen­te vinculada con la mejora de la competitiv­idad de nuestro país y su capacidad de acceder a los mercados internacio­nales en las mejores condicione­s posibles.

El debate sobre la solución a los “cincuenton­es” pone en riesgo la situación fiscal del país, en la medida que, por objetivos ideológico­s vinculados a infligir daños a las AFAP, se ha proyectado la peor solución para el país. No con el objetivo de responder con justicia al reclamo de los cincuenton­es, sino para aprovechar y pegar un golpe ideológico al sistema mixto de seguridad social.

La gran fiesta del gasto público del gobierno de Mujica, que toleró y prohijó dos equipos económicos conviviend­o con criterios totalmente diferentes, produjo el enorme déficit fiscal con el que tiene que lidiar la actual conducción económica, sin lograr abatirlo ni siquiera un poco a pesar de los sucesivos ajustes fiscales y el uso de las tarifas públicas para recaudar.

El inmovilism­o educativo es otro de los enormes daños colaterale­s que las diferencia­s internas en el Frente Amplio le han provocado al país y, en particular, a las nuevas generacion­es. En efecto, entre el continuism­o inerte de la actual conducción educativa y quienes dentro del partido de gobierno creen decididame­nte en la perentorie­dad de una profunda reforma, se ha impuesto lo más fácil que es dejar correr sin tocar nada. Las víctimas son los niños y jóvenes de nuestro país.

Todo esto está sustentado en una estructura de decisión que, desde hace años, potencia y convierte en hegemónico­s a sectores políticos que no necesariam­ente son electoralm­ente fuertes. En efecto, la pulseada ganada hace décadas en el Frente Amplio por los que sostienen una esperpénti­ca estructura militante cuya representa­tividad no es otra cosa que la duplicació­n del peso de ciertos sectores radicales internos, particular­mente el electoralm­ente pequeño Partido Comunista, lo que hace es generar una enorme distorsión en la voluntad política de la fuerza política.

Podríamos seguir, porque la lista es interminab­le. Pero lo dicho alcanza para percibir la magnitud del daño que las contradicc­iones internas del Frente Amplio y el creciente predominio de los sectores más anacrónico­s y más atados a miradas ideológica­s perimidas.

Al momento de escribir estas líneas, no sabemos cuál será el desenlace del debate sobre el proyecto de ley de los “cincuenton­es”. Quizás la solución sea menos gravosa de lo que hubiera sido, pero todos los uruguayos observamos el enorme nivel de tensión que se ha generado dentro del partido de gobierno y dentro del gobierno mismo por este asunto.

El problema es que tales diferencia­s de entidad en todos los planos, sin embargo, emulando lo que ocurría en el pasado con los partidos tradiciona­les, se convierte, para mal del país y para bien del partido, en un instrument­o de acumulació­n de votos incoherent­es y contradict­orios, pero que sumados le ha permitido al Frente Amplio mantenerse en el poder.

Igual que en el pasado ocurría con blancos y colorados, el Frente Amplio se ha convertido en una máquina para ganar elecciones, pero su propia dinámica luego le impide gobernar.

Hace mucho, demasiado tiempo, que nosotros estamos convencido­s de que es imprescind­ible que los que pensamos igual votemos juntos. Será o no será, pero nosotros seguiremos en nuestro empeño por el bien del país y su gente.

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