La Republica (Uruguay)

¡Peñarol Campeón Uruguayo!: una nueva copa para las colmadas vitrinas aurinegras

Derrotó a Defensor por penales e hizo estallar de alegría a buena parte del país.

- Matías Canabarro

E l rugido de“Peñarol noma’”resonó en todos los rincones del país gracias a una nueva consagraci­ón de los mirasoles, que alimentaro­n sus vitrinas con un nuevo título de Campeón Uruguayo. El triunfo por penales ante Defensor Sporting fue el broche de oro de un semestre brillante.

Pocos imaginaban, tras un Apertura e Intermedio para el olvido, que Peñarol terminaría surcando el cielo con el trofeo más preciado del fútbol local. Más difícil aún se hacía pensar que lo haría siendo el ganador de la Tabla Anual, cosa que también consiguió. Pero, gracias a sus contrataci­ones y una renovación absoluta de su juego, lo hizo realidad ganando 14 de 15 partidos en el Clausura y venciendo a Defensor en la definición del Uruguayo.

La emoción vive en los mirasoles, que vieron al“Cebolla”Rodríguez levantar el trofeo y encabezar una vuelta olímpica que celebró buena parte del país. Es indiscutib­le que la consagraci­ón es merecida: la inversión realizada dio frutos, y Peñarol logró transforma­rse en el mejor equipo del país.

Defensor, justo es mencionarl­o, merece todos los aplausos. No siempre no ganar una final te transforma en “perdedor”, mote que se reparte con frecuencia con muy poco tino. El equipo de Eduardo Acevedo jugó un Uruguayo excepciona­l, que no pudo coronar con el título pese a que controló a su rival en buena parte de las finales. Aunque la tristeza de los “tuertos” es comprensib­le, segurament­e el paso del tiempo permita reconocer el esfuerzo de un equipo que dio muchas muestras de valía.

Para olvidar

Pocos se ganaron el sueldo más fácilmente que el encargado de recopilar las jugadas peligrosas del primer tiempo. El cabezazo esquinado de“Maxi”Rodríguez, que se topó con una gran respuesta del arquero violeta (voló y la mandó al corner con una mano), fue la única acción que mereció un lugar en el resumen.

Defensor (que debió sobreponer­se a la tempranera salida de Carlos Benavídez por lesión a los 6’) dominó un rubro del juego, pero le costó hacerse fuerte en el otro. Fue productivo a la hora de destruir, pero careció de toda lucidez para crear. Exhibiendo su presión e intensidad acostumbra­das, los “tuertos” dominaron el mediocampo. Para ello fue esencial cortar el principal de circui- to de fútbol mirasol: Walter Gargano. Defensor neutralizó al“Mota”, lo que desplomó considerab­lemente las posibilida­des aurinegras. Las bandas, habitual terreno fértil que Peñarol supo explotar, también fueron territorio inexplorad­o por los carrileros y laterales mirasoles.

Pero la pobreza creativa fue igualmente severa en ambos equipos, que ofrecían alguna conexión interesant­e una vez por siglo. Los violetas llegaron con más frecuencia al área rival, pero carecieron del pase final que rompiera líneas y sembrara la incertidum­bre.

Sus aproximaci­ones se limitaron a tiros de media distancia carentes de peligro, lo que no impidió que más de una vez se escucharan los gritos de Leo Ramos para la última línea mirasol.

El primer tiempo se fue sin que una sola persona le pidiera que se quedara.

Más de lo mismo

Lo que parecía imposible se hizo realidad: Peñarol generó menos peligro en el complement­o que en la primera parte. Los mirasoles no inquietaro­n una sola vez el arco de Gastón Rodríguez, y mucho tuvo que ver en ello el trabajo realizado por Defensor para limitarlo.

La imprecisió­n del equipo de Ramos fue notoria: le costaba muchísimo entregar bien la pelota. Los defectuoso­s pases, claro está, inevitable­mente conspiraba­n contra las posibilida­des de peligro, y aumentaban el cansancio de atacantes que corrían a buscar balones que jamás llegaban a destino.

Procurando despabilar a su equipo, Ramos mandó a la cancha a Cristian Palacios y Gastón Rodríguez. Sin embargo, las modificaci­ones no surtieron el efecto deseado. En contra partida, Defensor fue un poco más claro en la faceta ofensiva, aunque tampoco fue una luminaria creativa. Al menos tuvo algunas acciones en que amenazó la calma de los mirasoles: un par de tiros de Joaquín Piquerez, otro de Facundo Castro que acarició el palo y uno de Matías Cabrera, quien aprovechó una defectuosa salida de Gargano para darle vida a un remate que se fue cerca del arco.

Pese a los (inútiles) esfuerzos de ambos por impedirlo, el empate sobrevivió al tiempo reglamenta­rio, por lo que hubo que tocarle el hombro al alargue para que se presentara en el Centenario.

Final dramático

El tiempo suplementa­rio tenía reservadas una polémica y una chance clara. La primera fue protagoniz­ada por Andrés Lamas: el central fue tomado dentro del área por el“Cebolla”y se levantó pidiendo penal, pero Daniel Fedorczuk no la vio así. Poco más ocurrió en un primer tiempo del alargue en que el fútbol estuvo más tiempo parado que activo.

En la segunda mitad del suplementa­rio, Defensor se salvó de milagro. Gastón Rodríguez metió un buen pase para Diego Rossi, que llegó con la marca de Lamas encima pero pudo rematar. Sin embargo, el arquero violeta ganó el duelo y ahogó el grito de la mayoría del Centenario. Fue intervenci­ón fue claro para la sobreviven­cia del empate y la aparición de la siempre dramática tanda de penales.

En ella, la jerarquía y precisión de los jugadores de Peñarol se impuso. Cristian Rodríguez, Walter Gargano, Ramón Arias y Lucas Viatri marcaron sus lanzamient­os. Joaquín Piquerez y Héctor Acuña mandaron sus tiros a las nubes.

El fallo de “Romario” hizo estallar el Estadio Centenario y buena parte del país. Los mirasoles eran, una vez más, campeones del Uruguayo.

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