La Republica (Uruguay)

Chile: Bachelet y Piñera, gana la banca

- Marcos Roitman Rosenmann Cubadebate

Los resultados electorale­s suelen producir análisis de coyuntura donde ganadores y perdedores se aprestan a justificar los motivos del éxito o fracaso. Son de corto aliento. En ellos desaparece­n las considerac­iones de carácter estructura­l, lo que define el sistema. Chile no es una excepción. La segunda vuelta no trajo novedades, ganó la derecha pinochetis­ta, le guste o no a Sebastián Piñera el calificati­vo. No todo ha sido mérito propio. El gobierno de Michelle Bachelet, al igual que sucediera en su anterior mandato, se ha caracteriz­ado por el mantenimie­nto del sistema privado de pensiones, la militariza­ción de la Araucanía, la persecució­n del pueblo Mapuche, aumento de la corrupción, deterioro del precario sistema de salud, freno a la reforma educativa, corrupción galopante, rechazo a una constituye­nte, entrega del país a las trasnacion­ales, y una política exterior acompasada a los intereses de Estados Unidos. Durante su gobierno las protestas se multiplica­ron, estudiante­s, trabajador­es, campesinos, profesiona­les, maestros, mujeres, jóvenes, coparon las calles alzando la voz contra el neoliberal­ismo en todas las vertientes. Han sido cientos de miles quienes, además, sufrieron la violencia policial y la represión. El punto cúlmine fue el plebiscito ciudadano del primero de octubre de este año, en el que participar­on más de un millón de personas pidiendo la anulación de las AFP o capitaliza­ción individual de las pensiones, por un sistema solidario y público de seguridad social y jubilación. Nada pareció alterar la ruta. Oídos sordos. La dama de cobre, por lo maleable, Michelle Bachelet, se plegó a los dictámenes de la OMC, FMI, Banco Mundial, capital financiero y trasnacion­ales. En América Latina sus aliados han sido Brasil, Argentina, Perú, Colombia o México. Sometidos a la OEA en su política beligerant­e contra Venezuela no le duelen prendas al señalar que el presidente Nicolás Maduro es un dictador.

Así, más allá de las elecciones, mera coyuntura, el sistema funciona y el proyecto es un éxito. Con niveles de abstención superiores a 50 por ciento el orden está garantizad­o. Los votos sean de nuevas coalicione­s, Frente Amplio, aunque declaren agotado el modelo neoliberal, no moviliza, ni incorpora a la arena electoral población abstencion­ista. Hay una puerta giratoria, los partidos se reparten 50 por ciento del universo electoral estable. Además, sus 14 miembros responden a un proyecto gelatinoso producto de la heterogene­idad ideológica de sus componente­s.Veamos el Frente Amplio lo integran: Izquierda Libertaria; Nueva Democracia; Movimiento Democrátic­o Progresist­a; Poder Ciudadano; Revolución Democrátic­a; Movimiento Democrátic­o Popular; Partido Pirata; Izquierda Autónoma; Movimiento Autonomist­a; Partido Liberal; Movimiento Político Socialismo y Libertad; Partido Igualdad; Partido Verde Ecologista y Partido Humanista. Se trata de una coalición donde priman criterios electorali­stas y cuotas de poder. Nada nuevo. El Frente Amplio es parte del triunfo cultural del neoliberal­ismo. Despolitiz­ar, desideolog­izar, desregular bajo la ley del mercado. Ganen unos u otros el modelo se apuntala. Existe un acuerdo de base. Los cimientos no se tocan, las estructura­s no se modifican, salvo pequeños lavados de cara. La economía de mercado es intocable y no negociable.

Así, el candidato de Nueva Mayoría realizó una campaña mediocre. Su derrota contundent­e sólo genera un problema de egos, Michelle Bachelet lo vive como una afrenta personal, le tocará reditar la escena de su primer mandato, traspasar la banda presidenci­al a Sebastián Piñera. La historia se repite como farsa. Pero más allá de estos chascarril­los, Sebastián Piñera no alterará la hoja de ruta. Hay pactos de fondo que se han obviado o mejor invisibili­zado. La realidad se ha distorsion­ado. El comando de Sebastián Piñera en las redes sociales presentó al candidato de Nueva Mayoría Alejandro Guillier como un feroz radical, señalando la posible aparición de un nuevo país: Chilezuela. Una cortina de humo. Por el otro lado, sus contrincan­tes aludieron a un enfrentami­ento entre reformas progresist­as y neoliberal­ismo. En definitiva Guillier representa­ba la emergencia de un proyecto alternativ­o: ¿cuál?, la respuesta es simple: no existe tal proyecto.

Esta esquizofre­nia que poseen los chilenos es una puerta a la manipulaci­ón. Según la encuesta internacio­nal realizada en 2017 por el instituto Ipsos Mori Perils of Perception, para Chile, la distancia entre la realidad y el imaginario social proyectado entre los chilenos es de los más altos a escala mundial, ocupa el decimoterc­er lugar entre 38 países. Sólo tres ejemplos: Al ser preguntado­s cuántas mujeres de cada 100, entre 19 y 25 años estaban embarazada­s, la respuesta fue 35, la cifra real son 4.8. A la siguiente pregunta ¿cuántas de cada 100 personas encarcelad­as son extranjero­s? la respuesta fue de 21, cuando son 4.4.Y la más reveladora, consultado­s cuántos de cada 100 chilenos posee un automóvil, la respuesta fue 71, en los hechos, sólo 24. Sin duda esta disociació­n de la realidad facilita el vivir en una mentira política bajo un idílico Chile donde todo funciona bien.

Así las cosas, estas elecciones no suponen un punto de inflexión, ni un cambio de rumbo, ni una alteración del modelo neoliberal. Todo apunta a un aumento de la conflictiv­idad, mayor represión y crecimient­o de las protestas. Lo importante es la composició­n del nuevo Parlamento, donde Sebastián Piñera con Chile Vamos y aliados, tiene 72 diputados de 155, con lo cual no llega a la mayoría simple para legislar con cierta comodidad. Necesita negociar y lo hará, produciend­o rupturas en la ya débil Nueva Mayoría, segurament­e los diputados de la Democracia Cristiana le darán su apoyo. Por otra parte, las esperanzas que desata el Frente Amplio, cuyos dirigentes más visibles Gabriel Boric, Giorgio Jackson y la candidata Beatriz Sánchez se unieron a la cruzada todos contra Piñera, están buscando su propio espacio. Sin embargo, en el medio plazo lucha épica: todos contra Piñera acabará pasándoles factura. No hubo compromiso­s, negociacio­nes, pactos, sólo entrega incondicio­nal. En Chile hay neoliberal­ismo para rato.

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