La Republica (Uruguay)

Los 7 pecados capitales que dejó la marcha de “Productore­s y Asoc.”

- Gustavo Carabajal

S i alguien todavía piensa que en enero no pasa nada en Uruguay, ya va siendo hora de voltear el mito.

La marcha de los Productore­s y Asoc., aunque estuvo lejos del objetivo apocalípti­co que se plantearon desde las sombras sus organizado­res, fue el hecho político más importante de los últimos meses.

Si, político, mucho más que agropecuar­io, hay que decirlo. Y tal vez allí radiquen los dos más grandes errores de sus impulsores: politizar el discurso, y radicaliza­r los reclamos.

Porque se escuchó de todo, menos planteos concretos sobre la situación del campo. Desde revisar los gastos sociales, bajar el número de empleados públicos del Estado, reducir la cantidad de autos oficiales, eliminar la propaganda, disminuir la cantidad de despachos de jerarcas (¿?), etc. etc. Hasta discursos con marcado tono antisistem­a llamando a “decir basta” a los políticos y los sindicalis­tas, demasiado parecido a las marchas de los indignados españoles de 2011.

Todo esto mientras se insistía en tratar de convencer a los medios presentes de que había 50 mil personas, cuando los drones del Ministerio del Interior ya habían mostrado una realidad muy diferente.

El tercer error fue el enorme entrevero. Al no haber líderes claros entre los “autoconvoc­ados”, comenzaron a subirse al carro todos los que creían que podían aprovechar la volada. Desde los inmobiliar­ios de Punta del Este (eternos disconform­es, aunque lluevan los turistas en Maldonado); las cámaras empresaria­s, o la Asociación de Escribanos (¿¿ ???? ), solo para nombrar algunos de los más insólitos. Eso provocó que la proclama final se vuelva ambigua, difusa, contradict­oria casi, con pedidos insólitos como liberar el dólar, que perjudicar­ía a varios de los sectores adherentes al acto.

Y esto lleva al cuarto error: el exitismo. Porque con tal de ser “muchos” aceptaron a cualquiera, así cada día se sentían más poderosos. “Habrá 90 mil personas”, se llegó a decir levantando la vara a un punto sin retorno. Si espero 90 mil y tengo menos de 10 mil, es imposible no hablar de fracaso.

El quinto error fue de los medios. Planificar­on una cobertura monumental, de transmisió­n directa para seguir “minuto a minuto” una marcha histórica, confiados en que lo que decían las redes sociales no podía fallar. Y se quedaron sin plan B.

A las 5 de la tarde, los enviados especiales ya no sabían qué más decir, y hubo que volver a las programaci­ones habituales, para que Jorge Rial con Intrusos, remplazara al acto de Durazno, sin pena ni gloria. Ese fue el final de la fiesta.

Ningunear este acto es el sexto error. No fue lo que se pensaba, es cierto, pero fue un ensayo fallido que hay que tener muy en cuenta, tomar nota y ponerse a trabajar. Vázquez lo hizo, pero algunos dirigentes ingenuos se quedaron simplement­e contando si fueron 5,6 o 7 mil personas, como si importara.

Y el último pecado, capital de verdad, en que incurriero­n los organizado­res fue la soberbia. La convicción de ser más importante­s y mejores que los demás, llevó a muchas voces “autoconvoc­adas” a expresarse con dureza por las redes sociales. Hablaron convencido­s de representa­r a un país entero, y llamaron “vagos” a los sectores con menos oportunida­des que reciben los planes sociales.

Grave error, imperdonab­le. La causa principal del fracaso de la oposición en los últimos 15 años. Pero por suerte, la mitad más uno del país piensa diferente, y una vez más lo demostró.

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