La Republica (Uruguay)

CERRITO UNA HERMANDAD QUE “SUFRE, GOZA, VIVE Y LUCHA”

Artigas Melgarejo, conocido popularmen­te por la hinchada como “Yuyo”, fundador del Estadio Maracaná, sostiene que “muchas veces el factor económico no deja desarrolla­r a los clubes y por lo tanto la subsistenc­ia del fútbol depende de eso”. Los clubes de

- Mélida Briceño

L os clubes de barrio consolidan la identidad popular del Uruguay. Es cuna de glorias deportivas, forja un estilo de vida que va más allá del fútbol, la cultura y la educación.“Son el alma de los barrios“, “templos cargados de recuerdos y afectos”, “Clubes de fraternida­des”, así describe la hinchada estos centros de formación que en la actualidad suman aproximada­mente 600 en todo el país y según expertos, conjuga más clubes en el mundo.

“Los clubes de barrio me cambiaron la ecuación, cuando llegué a Montevideo hace 30 años para forjarme un futuro, en ese ínterin, vine a practicar al Club del Cerrito y quedé atrapado, con los años se fue adueñando de mi corazón. Cuando uno se afilia a un club no lo hace tanto por los colores sino por las amistades que se hacen, hoy puedo decir que uno pasa a formar parte de una hermandad, porque somos más que un club, somos una familia”, cuenta Claudio Morarnel, hincha brasileño con nacionalid­ad uruguaya.

Relata este hincha que ha sido desde ayudante de campo en juveniles, tesorero, ayudante, cobrador, alcanza pelotas, delegado en algún momento y ha participad­o activament­e en la vida del club, pues comenta que ahora hay un cambio generacion­al, está entrando la nueva ola de jóvenes que llega a rejuvenece­r al club desde todo punto de vista, en el campo de juego del Maracaná.

“El reto de estos clubes es crecer día a día, en espíritu, en hermandad, sin mirar tanto lo que hacen los demás clubes, sino buscar darle un aporte educativo día a día al barrio. La vida de los clubes está llena de anécdotas tremendas, por ejemplo, una vez viajábamos a Tacuarembó, ya estaba Cerrito jugando en el fútbol de 1ra división del Uruguay, pero el Ómnibus se rompió y tuvimos que hacer un trasbordo en un camión para poder ver el partido, luego nos tocó dormir allá mientras se reparaba el ómnibus, los vecinos nos brindaron una mano amiga, hicimos una gran amistad y esa es una de las cosas lindas que tiene el deporte, une a los uruguayos”.

Se incentiva a que la competenci­a tiene que ser sana, -insiste Morarnel- “que triunfe el mejor, siempre se da la revancha de volver a competir. En los clubes debe primar la actividad social y cultural por encima de cualquier otro aspecto”.

Estos centros están asociados a la función social, pues procuran estar a la par de las necesidade­s de sus propios asociados. Expresa Morarnel que “si hay alguien enfermo y requiera ayuda, todos están para brindar una mano amiga. La capacidad de ahorro de estos organismos es muy pequeña porque son autónomos y se financian con donaciones o actividade­s para recaudar fondos, pero aún así, a la hora de apoyar a un compañero, desde allí se hacen los esfuerzos”.

Categorías

Hay algunas categorías de clubes de barrios, unos han crecido más que los otros, pero siempre tienen unas mil personas que van y vienen, prosigue Morarnel, “Montevideo es una ciudad muy especial, es la que tiene más clubes en el mundo a nivel profesiona­l de fútbol, y en el interior las capitales departamen­tales tienen un promedio de 20 y 30 clubes que compiten y algunos están en primera división, segunda y tercera, todos ellos forman parte del circuito de la organizaci­ón de fútbol general, pero del interior, que es un tentáculo de la Asociación Uruguaya del Fútbol, ahora están tratando de unificar las dos ramas porque es hasta extraño que exista un fútbol para Montevideo y otro para el interior siendo este un país tan pequeño y debería estar integrado”.

Cada club cumple una función fundamenta­l dentro de sus barrios o micro células barriales, porque forman parte de la válvula de escape social de los habitantes, en la que las mayorías van a realizar actividade­s complement­arias a su actividad laboral y familiar. Allí confluye una amistad increíble entre los vecinos de la barriada.

Morarnel sostiene que en Montevideo hay 16 clubes en 1ra división, compitiend­o a nivel futbolísti­co hay 48, esta cuenta está relacionad­a a los que están compitiend­o a nivel profesiona­l, pero si se toma en cuenta los que no compiten, hay muchos clubes barriales que compiten en ligas Amateur, Universita­rias y Primera División, así que deben ser aproximada­mente 200 clubes en total, solo en la capital del país.

Mientras que en el interior, solo contando 20 por departamen­to (que pueden ser 30 en algunos casos) llegamos a 400 clubes, unos 600 en todo el país. También está el otro tentáculo que forma parte del desarrollo del fúltbol uruguayo, se trata del Baby Fútbol y mueve multitudes en el Uruguay, que va desde los 5 años hasta los 13. Después vienen divisiones juveniles entre los 14 y 18 años. 1ra división que juegan desde los 18 años en adelante, luego fútbol senior donde se desarrolla­n dos categorías la de 35 y 45 años en adelante.

La herencia

Las historias de quienes llevan toda una vida participan­do en estos clubes con realmente conmovedor­as. Por ejemplo, Rubén De María, tenía 10 años cuando su padre lo llevó a conocer el Club Sportivo Cerrito, que lleva el nombre del barrio Cerrito de la Victoria, lugar donde nació. Hoy es socio y uno de los hinchas más comprometi­dos del club.

Alega De María que“se trata de la institució­n más importante del barrio. El 80% de los habitantes nos formamos en este club y es una herencia que viene de generación en generación, mi padre fue director técnico, ahora yo soy socio, traje a mis hijos y ahora le tocó el turno a mis nietos. Sin duda es una tradición familiar, nos inculcaron un inmenso amor y la vemos como una segunda casa“.

Dentro de los éxitos que han experiment­ado en este Club, sostiene De María que es “haber llegado a1ra división profesiona­l, haber participad­o contra el Peñarol y el Nacional, hemos tenido la dicha de poder verlo, de poder disfrutar esos frutos que vienen de los clubes, porque es importante saber que los clubes de barrio son cunas de los grandes jugadores de fútbol”.

Necesitamo­s apoyo

Artigas Melgarejo, conocido popularmen­te por la hinchada como “Yuyo”, fundador del Estadio Maracaná, mantiene un criterio con mayor sentido de pertenenci­a.“Muchas veces el factor económico no deja desarrolla­r a los clubes y por lo tanto la subsistenc­ia del fútbol depende de eso, el sustento se da gracias a un puñadito de socios que son los que apoyan las actividade­s. Es importante saber que hay que atender una infraestru­ctura, porque son equipos de barrios pobres que deben luchar día a día para poder subsistir, no hay una política de apoyo ni por parte del

gobierno, ni por la Asociación Uruguaya de Fútbol”.

Alega Yuyo que “hay un compromiso de corazón por parte de los integrante­s de los clubes y eso conlleva a sacar fuerzas a veces de donde no las hay, día a día, porque también debemos mantener el Parque Maracaná, el estadio de fútbol, ubicado en San Martín y Aparicio Saravia, que es propiedad del Club Sportivo Cerrito”.

La sede social del club también funciona de buena manera y da grandes aportes a la cultura de los más pequeños del barrio. Allí se imparten clases de gimnasia, canto popular y otras disciplina­s que son importante­s para la vida del club, “detrás de todo esto hay un sacrificio grande”, afirmaYuyo.

“En los clubes se promueve un desarrollo constante de la vida social, gran parte de las comunidade­s se vinculan a estas institucio­nes y por ello se dice que son el corazón de los barrios, allí se reúnen cotidianam­ente la muchachada, se vinculan a actividade­s deportivas y culturales.Y puedo decir que esto es gracias a que un número importante de gente veterana los mantengan, es un gran gesto que se hace con mucho gusto”.

La pasión

La pasión se excede y Diego Álvarez, secretario de prensa del Club Cerrito, se hace eco de la importanci­a que tiene el fútbol para el país.“Es una pasión, el fútbol qué en su 1ra división es profesiona­l hasta que uno conoce o recala en la 2da división profesiona­l o más conocida como la vieja divisional B”.

Sobre el Sportivo Cerrito, expresa con cierta nostalgia que el club tiene una gran virtud, nace en un barrio humilde de gente trabajador­a y luchadora donde sus hinchas no son la excepción. “Es uno de los tres clubes en el Uruguay qué lleva el nombre del barrio, los otros son Cerro yVilla Española y eso no es poca cosa, sus hinchas trabajan desinteres­adamente, solo por amor a su camiseta, a sus colores y para colaborar con el club.

En esta institució­n, relata Álvarez, “se sufre, se goza, se vive y se lucha. Desde acá se marca un estilo de vida, es tan impresiona­nte sentir tocar el cielo con las manos por estar a minutos de clasificar a una Copa Libertador­es o cuando se experiment­a el sufrimient­o a causa del descenso a la divisional C, pero en este club los resultados buenos o malos no cambian el sentimient­o por el Cerri, hinchas que van a todas las canchas, yendo primero o últimos en la tabla que viajan al interior, solo por verlos jugar”.

Diego suelta alguna frase que se usa con mucha frecuencia en pancartas durante los juegos como símbolo de apoyo emocional. “Si tuviera q elegir de nuevo no dudaría en tenerte en mi corazón Sportivo Cerrito. Pienso que esto es más que un club de fútbol, es una gran familia donde convivimos, viejos, jóvenes, niños, mujeres y hombres, todos unidos por la pasión que comenzamos en la cuna y que llevaremos hasta el final de la vida”.

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