La Republica (Uruguay)

De clientelis­mos, nepotismos y demagogia

-

La fulminante destitució­n de los directores políticos de la Administra­ción de Servicios de Salud del Estado por parte del Presidente de la República, Tabaré Vázquez, comporta una actitud nada habitual en la política doméstica, tan proclive a políticos que permanecen atornillad­os a sus cargos.

Así sucedía en los gobiernos de los partidos tradiciona­les, que sostenían a jerarcas de la administra­ción contra viento y marea, aunque sus gestiones fueran paupérrima­s.

Radicalmen­te diferente fue la postura del Frente Amplio en el gobierno, que no dudó incluso, a través de su Tribunal de Conducta Política, en cuestionar al propio vicepresid­ente de la República Raúl Sendic y provocar su renuncia.

Ese gesto de apego a la ética por parte del oficialism­o -que fue burdamente distorsion­ado por el oligopolio mediático que está al servicio de la derecha- no tiene su correspond­iente correlato en los gobiernos departamen­tales del Partido Nacional.

No en vano el escándalo que detonó en la Intendenci­a de Soriano a raíz de las prácticas ilegales del jefe comunal Agustín Bascou, mereció apenas una tímida observació­n sin ulteriores consecuenc­ias.

Tampoco hubo una actitud firme de la cúpula nacionalis­ta con los sonados casos de las intendenci­as de Artigas y Lavalleja, donde la proliferac­ión de parientes en cargos de confianza política con abultadas remuneraci­ones amenazó con abrir una dramática brecha entre los dos bloques mayoritari­os de la colectivid­ad.

Sin embargo, al igual que en el caso de Bascou, todo se redujo a meros fuegos de artificio preelector­ales entre el sector “Todos”, que lidera el senador Luis Lacalle Pou, y el cada vez más devaluado sector “Juntos”, encabezado por el también senador Jorge Larrañaga.

En efecto, al margen de meras declaracio­nes nada sucedió, lo cual corrobora que el nacionalis­mo realmente no cuestiona la gestión de los jefes comunales que se han cansado de designar funcionari­os a dedo con claro criterio clientelar.

Obviamente, la gran mayoría de los cargos de confianza están radicados en los gobiernos departamen­tales, que aumentaron dichas designacio­nes en un 27% entre 2015 y 2016.

Mientras siguen acusando al oficialism­o de “despilfarr­ar” los dineros públicos y de haber “llenado” al Estado de funcionari­os, las intendenci­as blancas constituye­n un auténtico ejemplo de libertinaj­e en materia de contrataci­ones, por supuesto por designació­n directa.

En efecto, salvo en las intendenci­as de Montevideo y Canelones -ambas administra­das por el Frente Amplio- ningún otro gobierno departamen­tal ha acompañado la tendencia del gobierno central a cubrir la mayoría de las vacantes del área estatal mediante concurso.

No extraña en modo alguno esta resistenci­a, ya que, durante los gobiernos de derecha, salvo excepcione­s, jamás existió el concurso para el ingreso a la función pública.

En lo relativo a los cargos de confianza que tanto cuestiona la derecha al oficialism­o, los números de las comunas del interior gobernadas por el Partido Nacional -que suman doce- son realmente contundent­es.

En efecto, el 60% de las 2.768 contrataci­ones por designació­n directa que ingresaron a la órbita estatal se registró en los gobiernos departamen­tales, que, paradójica­mente, solo representa­n el 13,3% del total del funcionari­ado público.

Con respecto a los cargos de confianza, las cifras de las intendenci­as nacionalis­tas constituye­n un elocuente testimonio de que no tienen derecho a criticar a nadie.

Al respecto, cabe destacar que mientras en el gobierno departamen­tal de Cerro Largo -donde entraron más de 200 empleados por la ventana- dicha modalidad de vínculo laboral aumentó de 0 a 163 en 2016, en Maldonado, otra intendenci­a nacionalis­ta, se pasó de 79 a 106 cargos de confianza.

Además, por añadidura el jefe comunal fernandino percibe un salario superior al del propio Presidente de la República, lo cual constituye un indigeribl­e desaguisad­o.

En tanto, en Rivera, que es el único gobierno departamen­tal colorado, esta modalidad de contrataci­ón aumentó un 133%, en Tacuarembó un 125% y en Florida un 75%. Obviamente, estos dos departamen­tos son de administra­ción blanca.

¿Puede razonablem­ente el Partido Nacional criticar al Frente Amplio por los cargos de confianza del Estado que son notoriamen­te menos que los de las intendenci­as blancas? Naturalmen­te, no y si persisten en su actitud, confirman que son unos demagogos e hipócritas de la peor laya.

Si realmente tuvieran la convicción que los dineros públicos deben ser administra­dos con austeridad, deberían pregonar con el ejemplo reduciendo al mínimo las contrataci­ones en las intendenci­as, en áreas no siempre estratégic­as para su funcionami­ento.

Asimismo, no sería mala señal que blancos y colorados implantara­n el concurso para el ingreso a los gobiernos departamen­tales, a los efectos de otorgar los mismos derechos a todos los ciudadanos y no designar a los funcionari­os “a dedo” por mera afinidad política como siempre ha sucedido.

Ni que hablar de las diferencia­s de criterio y de actitud ética ante el fenómeno del nepotismo. Mientras el presidente Tabaré Vázquez cesó a todos los directores políticos de ASSE a raíz de la contrataci­ón de su nuera por parte del ahora ex vicepresid­ente del organismo Mauricio Ardus, los familiares de los jerarcas siguen tan campantes trabajando en las intendenci­as de Artigas y Lavalleja, ambas gobernadas por el nacionalis­mo.

No queremos ni pensar qué sucedería si volvieran a gobernar en el ámbito nacional, aunque los uruguayos -por lo menos los memoriosos y los informados­bien saben cuáles serían los riesgos de regresar al pasado.

Por supuesto, en esa indeseada hipótesis, el tema del ingreso a la función pública sería una mera anécdota. Lo peor sería la política económica que pretende implantar el bloque conservado­r si llega a ganar el gobierno. Naturalmen­te, esa película ya la vimos en 2002.

Cuando gobernaba la derecha, supuestame­nte estaba prohibido el ingreso a la función pública. Sin embargo, eran contratado­s miles de funcionari­os mediante diversas modalidade­s nada transparen­tes que no otorgaban estabilida­d laboral, entre ellos centenares de becarios y pasantes que permanecie­ron veinte o veinticinc­o años trabajando sin reconocimi­ento de sus derechos.

Muchos de esos vínculos fueron regulariza­dos por los gobiernos del Frente Amplio, a los efectos de reparar situacione­s escandalos­as y groseramen­te injustas que encubriero­n, durante décadas, el ingreso irregular de personal al Estado.

Tanto en este como en otros temas, la derecha no tiene nada que enseñarle al Frente Amplio. Como siempre, en lugar de mirar la paja en el ojo ajeno que observen la viga en el propio.

 ??  ??
 ??  ?? Hugo Acevedo, analista
Hugo Acevedo, analista

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay