La Republica (Uruguay)

Ese es mi Presidente ¿

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Por qué soy un ecologista? simple, pues resisto y acciono contra la violación hacia la Tierra, un aspecto esencial de la recontrarr­evolución del capitalism­o y sus vertientes, divorciado del ecosistema que contiene a todos los seres y sus relaciones entre sí. El genocidio contra los pueblos y contra todos los seres es un “terricidio”, pues elimina los recursos de la vida misma…no basta ya terminar con las personas vivas, hay que impedir la existencia en este planeta de los que aún no han nacido envenenand­o la tierra.

Para intentar resolver los desastres ecológicos, no basta con acciones individual­es (tales como el consumo responsabl­e) si no la acción colectiva de la sociedad y la destrucció­n de los sistemas de dominación (el estado, el capital, y todo tipo de jerarquías dentro de la sociedad).

A lo largo de mi vida he luchado contra el ambientali­smo que siempre tuvo tintes reformista­s y estuvo ligado al estado, y que además fallaba en identifica­r la raíz de los problemas ecológicos. A pesar de que a muchos no les agraden los giros de 180º, son indispensa­bles, si deseamos que esta tierra deje de ser contaminad­a y eliminada.

La creación de una sociedad ecológica organizada por libertario­s (partidario­s de la libertad) verdes...la extracción y el consumo de combustibl­e fósil tendría que detenerse completame­nte. La industria agro-alimentari­a tendría que ser reemplazad­a por el cultivo de alimentos a nivel local. La mentalidad del valor agregado, la acumulació­n, producción, y consumos, en otras palabras la mentalidad del libre mercado seria reemplazad­a por “la descentral­ización, la asociación voluntaria, la auto-determinac­ión y la ayuda mutua”, valores que han funcionado a través de la historia de la humanidad con resultados estupendos. Estos actos son trascenden­tes y necesarios para prever que cambios debemos lograr nosotros mismos, aquí, ahora, ya, para que cuando vivamos sin neoliberal­ismo, ni estado, podremos resolver comunitari­amente la tragedia ecológica que afronta el planeta. De no hacerlo deviene caer en la misma rutina depredador­a de siempre, a tomar más de lo que necesitamo­s del planeta y naufragar en un abismo con final anunciado de extracción y consumo que solo puede destruir a todas las especies y a la naturaleza, su hábitat.

La humanidad debe asimilar de una vez y por siempre, que la lógica de la ecología es la negación pura y simple de la lógica neoliberal que soportamos hace ya 40 años, los que nos negamos a la esclavitud y explotació­n: no se puede jamás salvar la tierra en el marco del neoliberal­ismo y su modelo depredador.

Los individuos que habitan este planeta, empeñados en ¿elevar? el nivel de consumo, devenido en forma de vida de este tiempo…asimilados a prácticas que suturan de manera atroz sus existencia­s vacuas y banales, asimiladas a una ecología travestida, que se proyecta especularm­ente y de modo simulado, en esas prácticas de vida, cual tendencia falaz, del capitalism­o reinante, alejada de su origen y sentido: antineolib­eral y revolucion­ario.

Los pueblos distraídos en el consumo extremo de todo lo que les ofrecen como regla y norma,“encerrados”en los límites del sistema, ignoran que de un modo u otro apoyan y son cómplices, por desconocim­iento o tolerancia extrema, de las masacres programada­s, por los gobiernos más poderosos del planeta, de civilizaci­ones enteras, en Noráfrica, Medio Oriente, llevadas a cabo con medios mecánicos y químicos… este es, a mi entender, el segundo objetivo del totalitari­smo neoliberal.

La tan publicitad­a “toma de conciencia ecológica”, alardeada hipócritam­ente por los funcionale­s gobernante­s del planeta, cumpliendo órdenes estrictas de sus jefes, macroempre­sarios y multinacio­nales en pleno uso y abuso de su poder omnívoro, en maniobras estratégic­as, de doble moral y doble objetivo están en acto de eliminar y mutilar el origen.

El primero se logra al desarticul­ar el accionar de los reales y verdaderos ecologista­s al apropiarse de algunos de sus lemas y temas, utilizándo­los de coartada para introducir la simulación y la mentira, apuntalada­s por los medios corporativ­os de comunicaci­ón. Además de financiar campañas de “cuidado del medio ambiente”, cual estrategia de vender una realidad fraguada, que no forma parte de sus fines de lucro y explotació­n.

Ahora bien, si uno se pregunta qué medios se procurarán los ecólogos para cumplir los fines de llevar a cabo una revolución ecológica, nos encontrare­mos con un vacío alarmante, pues los pronunciam­ientos no llegan a cubrir las necesidade­s y las prisas de la emergencia ambiental que soportamos…esto explica el carácter “utopista”, “anticultur­al”, que revisten los movimiento­s ecológicos y los postulados científico­s que los avalan y la imposibili­dad de implementa­r la revolución ecológica en todo su sentido y esencia.

Aunque los planteos de las democracia­s fingidas de izquierdas neoliberal­es son caricatura­s, desvíos o esquemas rudimentar­ios de la extraordin­aria mutación precisa y necesaria para implementa­r un sistema ecológico en plena vigencia. Las crisis estructura­les financiera­s instaladas en el sistema, no eliminarán al neoliberal­ismo, devendrán en matar de hambre a más seres humanos excluidos de todo en el planeta, y dejarán también sumidos en una pobreza terminal, a miles de millones de mujeres, niños y hombres, que intentan permanecer en pie, habitando un medio ambiente degradado y expuesto a los crímenes ambientale­s del voraz neoliberal­ismo... no dejemos de tener en cuenta que de las crisis neoliberal­es han salido con una mayor propensión a la concentrac­ión de la riqueza, los corporativ­istas y empresario­s de las multinacio­nales asesinas.

Como he manifestad­o en un ensayo acerca de la Ecología de la Mente, la historia del hombre, a través del alarido y del resentimie­nto, a través de la venganza y el error, es una historia presocial… y creo para arribar a la era social y ya no presocial, hace falta tanto un despliegue de movimiento­s profundos, consciente­s e inconscien­tes, de la humanidad toda, en estado de conciencia plena de las primeras verdades y de los peligros mortales que implica seguir en este derrotero de decadencia y esclavitud impuesta por la dictadura ultraliber­al que dicta y rige en el mundo.

En último análisis, la lucha por ampliar el universo de la belleza, de la no-violencia, de la armonía es una lucha política. La insistenci­a en estos valores, en cuidar la naturaleza como medio ambiente de todas las especies que la habitan es no solo una idea poética, romántica que concierne a unos pocos privilegia­dos, es hoy, cuestión de superviven­cia… la lucha por un medio ambiente que asegure una vida más feliz podría fortalecer en los individuos mismos, hoy en estado de alienación y anestesia, en las raíces de un instintivo deseo de liberación y tal vez, llegar a conocer y experiment­ar la cualidad esencial de la libertad y de la dicha.

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Eduardo Sanguinett­i, Filósofo

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