La Republica (Uruguay)

Carmen Beramendi: “Hay una verdadera primavera feminista”

Carmen Beramendi, directora de la Facultad de Ciencias Sociales (Flacso) en Uruguay y docente e investigad­ora en género y políticas de igualdad, cree que la efervescen­cia de los movimiento­s contra la violencia hacia las mujeres constituye “una verdadera p

- Fabiana Frayssinet

C armen Beramendi, también coordinado­ra del Grupo de Trabajo del Consejo Latinoamer­icano de Ciencias Sociales (Clacso) sobre “Género, (des)igualdades y derechos en tensión”, explica que en el Día Internacio­nal de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo,

Un sujeto colectivo feminista diverso ¿Qué movimiento­s contra la violencia machista de Uruguay destacaría por tener caracterís­ticas propias?

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- Fueron las organizaci­ones feministas las que colocaron este problema como un tema que requería ser objeto de políticas públicas; fueron luchas pacíficas contra la muerte llevadas adelante por una coordinaci­ón de organizaci­ones no gubernamen­tales contra la violencia de género, nucleadas en la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual, entre otras. Las primeras campañas públicas que nuclearon deportista­s, artistas y referentes culturales las promovió esta red. Hoy se han ido articuland­o con otras luchas que le han dado una impronta distinta, sumando a mujeres más jóvenes que se sienten convocadas a salir a la calle, que se expresan en torno a la consigna ´´Ni una Menos´´, surgida en Argentina y diseminada por otros países latinoamer­icanos, contra el acoso callejero, contra la trata y otras expresione­s de violencia contra las mujeres.

Es como si se fuera dando paso a una nueva expresión de un sujeto colectivo feminista diverso, como si hubiera una verdadera primavera feminista que desafía las bases de un patriarcad­o fuerte, violento y poderoso. Las luchas son cada vez más cuestionad­oras de las relaciones de poder en todos los ámbitos y se entrelazan con la defensa de las democracia­s en lo público y en lo privado.Y esto es muy esperanzad­or; se mueve, se mueve…

¿Cómo han incidido esos movimiento­s en las políticas públicas y en resultados sobre violencia de género?

Las políticas públicas son ese espacio privilegia­do de articulaci­ón del Estado con la sociedad civil. En la medida que la violencia de género es la expresión más brutal de la desigualda­d, del uso de la fuerza y el poder para dominar, todas las políticas que contribuya­n a una sociedad más igualitari­a, con mayor participac­ión de las mujeres en las decisiones importan, sumadas a las más específica­s de la Ley sobre femicidio o la Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres.

Contamos con ellas porque hubo movilizaci­ón social, pero también porque hay mujeres en los parlamento­s que dieron lucha, mujeres en el Estado trabajando por transversa­lizar esta perspectiv­a, con planes de acción concretos, con servicios de atención en todo el país, con tobilleras para los agresores, mujeres en la academia promoviend­o posgrados, especializ­aciones, investigac­iones cuestionad­oras del orden de género dominante. Hoy la batalla es porque la ley integral cuente con presupuest­o para su ejecución. Hay una estrategia nacional por la igualdad en marcha.

¿En qué se diferencia­n estos movimiento­s y consignas con el activismo en el Norte industrial? ¿Cuáles son las particular­idades latinoamer­icanas?

Más que poder establecer las diferencia­s, hay cuestiones que nos unen a las luchadoras de distintas partes del mundo. No obstante, es importante decir que contamos en la región con la peculiarid­ad de la existencia de un instrument­o fundamenta­l de defensa de los derechos de las mujeres como es la Convención Interameri­cana para Prevenir, Sancionar y Erradicar laViolenci­a contra la Mujer, adoptada por la Asamblea General de la Organizaci­ón de los Estados Americanos, en junio de 1994 en Belém do Pará, Brasil.

En ella, los Estados Parte reconocen que la violencia contra las mujeres constituye una violación de los derechos humanos y las libertades fundamenta­les y les limita total o parcialmen­te el reconocimi­ento, goce y ejercicio de tales derechos y libertades. Esta convención comprende la violencia contra las mujeres como una ofensa a la dignidad humana y una manifestac­ión de las relaciones de poder históricam­ente desiguales entre mujeres y hombres.

El Consenso de Montevideo, forjado en 2013 por los países latinoamer­icanos, fue un acuerdo interguber­namental muy importante en relación a garantizar el ejercicio de los derechos sexuales y reproducti­vos.Y en todo esto estuvo el movimiento feminista latinoamer­icano incidiendo.Allí se definió la agenda de política pública, así como medidas concretas para que los Estados de la región alcancen nada menos que las metas ya acordadas en la Conferenci­a Internacio­nal de Población y Desarrollo del Cairo (1994).

Pero además acabamos de realizar en Montevideo el 14 Encuentro Feminista Latinoamer­icano y del Caribe, que dio muestras de la diversidad con esa consigna hermosa de «Diversas pero no dispersas».

Allí entre otras iniciativa­s se relanzó también la Red de feministas, con políticas que tienen como objetivo central el apuntar a la paridad en la toma de decisiones, feminizar la política, poder contrarres­tar los embates neoconserv­adores que vienen con un discurso muy peligroso, apoyado por expresione­s religiosas de distinto porte que intentan violentar los estados laicos que siguen siendo una importante garantía de las democracia­s. Paramos el 8 de Marzo también para ponerles un freno, porque hay cosas que creemos no pueden volver hacia atrás.

#Me Too y los avances contradict­orios ¿Qué opina sobre la campaña #MeToo (Yo también), que surgió en octubre de 2017 en Hollywood, la capital del cine de Estados Unidos, así como sobre su desarrollo?

Me parece que contribuye a sacar de la esfera privada formas de opresión que han vivido mujeres que tienen un nivel de visibilida­d alto y que tienen acceso a la palabra en los medios de comunicaci­ón masivos. Creo que es parte de la disputa simbólica. Las posturas que interpelan este discurso por ser en un escenario que es expresión del machismo, como son los concursos de belleza o de premiación de artistas, que cuestionan la incoherenc­ia de hacerlo en un espacio que fortalece la visión estereotip­ada de las mujeres con cuerpos cosificado­s, es tan válida como parcial.

Porque también es válido que pensemos lo que significa que haya cada vez mas lugares donde las mujeres que tienen un micrófono expresen que han sufrido acoso y violencia. No quiero caer en una visión maniquea del mundo. Los cambios siempre tienen algo de ruptura y continuida­des, en el afuera y adentro de nosotras mismas; no son en una línea ascendente y en los avances hay contradicc­iones.

(IPS)

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