La Republica (Uruguay)

Las historias de vida dentro de la caravana que quiere frenar Trump

El mandatario norteameri­cano manda a la Guardia Nacional a la frontera.

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Más de 1.000 migrantes centroamer­icanos acampan en el municipio de Matías Romero, en Oaxaca, mientras esperan para avanzar hacia la frontera norte. Mal comidos y agotados, su sola presencia en suelo mexicano ha enardecido al presidente Donald Trump firmó el memorándum presidenci­al para enviar tropas de la Guardia Nacional en misión a la frontera sur. En el memorándum, Trump dijo que "la seguridad de Estados Unidos está en peligro por un aumento drástico de la actividad ilegal en la frontera sur". "Durante las administra­ciones de los presidente­s George W. Bush y Barack Obama, la Guardia Nacional brindó apoyo a los esfuerzos para asegurar nuestra frontera sur. La crisis en nuestra frontera sur una vez más exige que la Guardia Nacional ayude a asegurar nuestra frontera y proteger nuestra patria", dice el memorándum. A la ira del mandatario estadounid­ense, la población de Oaxaca ha respondido con enormes muestras de solidarida­d. Pocas horas después de que más de 1.000 centroamer­icanos tomaran su pueblo y se instalaran en el campo de fútbol, un grupo de mujeres de Matías Romero, en Oaxaca, se organizó para atenderlos. Una compró arroz, otra tomates, otra frijoles, tortillas y bolillos y otra más cocinó toda la noche. De sus ollas han salido más de 1.500 raciones de comida para los migrantes a los que un día antes no conocían. Desde el lunes, Rosalía, Maribel, Olivia, Aura, Beatriz… llegan cada mañana para dar de comer“a esta gente que sufre y a la que debemos echar una mano”, explica la primera mientras vuelca una cuchara tras otra de arroz en platos de unicel. Se hacen llamar mujeres emprendedo­ras y ante la ausencia de autoridade­s defienden que la sociedad siempre va por delante de sus autoridade­s “como sucedió en el último terremoto”, insiste. El diario español El País realizó un relñevamie­nto de algunos de quienes integran la caravana que avanza hacia EEUU:

Cargando con un bebé nacido en el baño

Tirada en el suelo y cubierta por el sol con unas telas, Génesis Graciela, de 25 años, amamanta y mece a su hijo nacido en un mugriento baño de Tapachula (Chiapas) hace solo un mes. En la ciudad fronteriza trabajaba como asistenta mientras esperaba una respuesta a su solicitud de visa humanitari­a con la que poder atravesar el país. Cuando se enteró de que varios cientos de migrantes se habían organizado para avanzar en masa hacia el norte tomó a su bebé recién nacido y se unió a ellos sin dudarlo. “Sé que corre peligro, pero él es el motor que me mueve. No quiero que tenga la vida que tenemos en Honduras donde solo hay violencia y pandillas y no hay oportunida­des de trabajo”, describe aferrada al niño bajo el infernal calor del Istmo.

Una diputada hondureña

María Colindres Ortega, fue diputada nacional del partido LIBRE, de Manuel Zelaya, por el departamen­to de Yoro hasta la polémica victoria en el mes de noviembre de Juan Orlando Hernández. Las elecciones fueron considerad­as fraudulent­as por la oposición y la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) denunció graves irregulari­dades, lo que dio origen a unos disturbios que dejaron más de 30 muertos.

“A partir de entonces comenzó una ola represiva sin precedente­s en el país. Los opositores somos clasificad­os y amenazados. Ha habido una matanza selectiva de líderes políticos, sociales o ecologista­s que no se detiene”, argumenta María. “Nunca había pensado que tendría que dejar mi país y menos tener que emigrar en estas condicione­s”, lamenta desde el suelo. Su objetivo es llegar a Estados Unidos y solicitar asilo político. Atrás dejó siete hijos y una carrera política a la que algún día espera regresar para empujar la transforma­ción de su país.

Los Baires, cuatro generacion­es

Blanca, Marlén, Clara y Elena o, lo que es lo mismo, la familia Baires al completo. Una bisabuela de 63 años, una abuela de 47, una madre de 26 y una nieta de 7.

Cuatro generacion­es de mujeres salvadoreñ­as que huyeron con lo puesto de su país y que este miércoles amaneciero­n un día más sobre la hierba de lo que, hasta la semana pasada, era un campo de fútbol. Hoy es un inmenso recinto lleno de basura donde cientos de familias aguardan para seguir con su objetivo de alcanzar la frontera norte. Toda la familia dejó el país en cuestión de horas y metieron el equipaje en unas pocas bolsas de plástico. En ellas va algo de ropa y el papel que les amargó la vida. Una hoja escrita a mano que las pandillas le dejaron. En él los obligan a abandonar su casa en el menor tiempo posible con una frase “y si no, toda la familia Baires va a morir”. “Allá la cuestión de la mara está muy tremenda. Hay que salir a las horas que ellos te marcan y hacer lo que ellos indican”, explica Marlén para describir su colonia en La Paz donde se ganaban la vida vendiendo fruta. “En El Salvador vivíamos todos juntos y la advertenci­a era para todos”, recuerda. Hace dos meses que esperaban en Tapachula una respuesta a su solicitud de asilo pero cuando se enteraron de la existencia de una caravana que pretendía llegar a Tijuana se sumaron sin dudarlo.

Persecució­n del colectivo LGTB

Una decena de miembros de la comunidad LGBT se han sumado a la caravana en busca de protección antes de pedir asilo en Estados Unidos. Todos ellos han sufrido palizas y agresiones antes de abandonar Honduras. Uno de los casos más dramáticos es el de los transexual­es. Shannel Smith, el seudónimo que elige para la entrevista, explica que le obligaron a vender droga y al negarse recibió tres disparos, dos le dieron en el brazo y otro en el pecho. Sobre el pasto del recinto deportivo muestra la cicatriz, aun sin curar, que le dejó la agresión. “En Honduras es imposible vivir sin tener que ocultar tus preferenci­as sexuales. Es una tortura para gais, lesbianas y transexual­es somos agredidas y asesinadas con total impunidad”, relata. Después de un mes en la ciudad de Tapachula se unió a la caravana cuando se enteró que pretendía llegar a Tijuana, donde quiere pedir la condición de refugiado.

El anunciado despliegue de la Guardia Nacional se tradujera en una militariza­ción de la frontera, ello dañaría gravemente la relación bilateral". Cancillerí­a mexicana

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CARAVANA. Los migrantes siguen avanzando hacia EEUU.

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