Kalima: un boliche que busca justicia e inclusión
Casi la mitad de su personal presenta alguna discapacidad. Es un espacio que brinda posibilidades laborales y culturales para este colectivo, ya que “el trabajo dignifica a todos y nos integra”, reflexionó la dueña del boliche, Paula Aintablian.
Hace unos 10 años una propuesta revolucionaria se impulsó en el Parque Rodó, entre Jackson y Durazno: Kalima. Es un boliche, radicado en Montevideo, que busca la inclusión tanto laboral, cultural como de uso del tiempo libre y creativo para personas con discapacidad. Sin embargo, su propuesta no sólo se emite puertas afuera, sino que casi la mitad de su personal (4 de 9 integrantes) presentan alguna discapacidad.
“Creo que hacen falta este tipo de iniciativas en la sociedad. No solo a nivel privado sino a nivel público también. Brindar posibilidades laborales a personas con discapacidad es fundamental, ya que el trabajo es un área que nos dignifica a todos y que nos vincula debido que nuestra parte ocupacional hace a quienes somos. El trabajo te da la posibilidad de encontrarte con otros pares, con otras personas con quienes vas desarrollándote desde el aspecto cotidiano y desde la rutina”, declaró a LA REPÚBLICA la dueña del boliche, Paula Aintablian.
Según sus palabras, es importante no solo ver con quienes la persona se vincula, sino con quién aprende a hacerlo. Es en este sentido que entiende que en la sociedad hay una costumbre de que las personas con discapacidad están mucho más con sus familiares y con su entorno cercano.“Eso hace que mucho de los comportamientos y de conductas cotidianas de saber cómo vincularse con una persona que nos guste, nos agrade y por tanto queramos formar pareja con ella, no sean bien conocidos por alguien que tiene alguna discapacidad. Esas cosas no se tienen porque no se ha experimentado antes con el otro cuando permanecemos tanto tiempo en casa. Por tanto, Uruguay tiene que romper con el paradigma de exclusión que tanto opera en nuestro país”.
Entiende que comúnmente hay una “falsa protección”, ya que las familias no acompañan a la persona en una “participación más real”, en la que se incentiven lo cultural, las salidas, el estar con otras personas, conocerse, vincularse y de asociarse a la ciudad. “Pretendemos que esta iniciativa sea como abrirle al colectivo la puerta del espacio público y también para que los que no tenemos discapacidad sepamos cómo interactuar. Tenemos que saber cómo acompañar realmente a una persona que está ciega en la calle y cómo debo referirme o entablar la comunicación con una persona que es sorda, todas esas cosas las podemos lograr si nos encontramos cotidianamente en la ciudad, pero si yo nunca me encuentro con una persona con discapacidad, si yo nunca veo que en un ómnibus suba una persona en silla de ruedas, ¿cómo sé yo, cuando se me dé la oportunidad, colaborar, estar y acompañar? Si nos brindan a todos oportunidades de convivencia, vamos a poder convivir. De lo contrario, seguirá existiendo exclusión y ninguna comunicación”.
Asimismo, afirmó que en el país “hay voluntad de avanzar”, pero que todavía nos falta dar “pasos concretos” para mejorar la situación. “No nos podemos quedar en discursos que son políticamente correctos, ni en decir que una vez por año colaboramos o que en ese día estamos sensibilizados por situaciones que luego diariamente no las vemos. Creo que hay que avanzar. Un ejemplo es la Ley que promueve la inserción de las personas con discapacidad en las empresas privadas. Las leyes son siempre necesarias, pero después no se cumplen. Por tanto, siempre los marcos normativos son necesarios, pero no suficientes”.
Las diferentes propuestas
El boliche tiene varias propuestas según el momento del día. Kalima abre a las 5 de la tarde y está abierto un poco más de la medianoche. Es conocido como un boliche de jazz en la zona. Pero esa es la parte más nocturna, en la tarde hay presentaciones de libros, muestras de cuadros, de cerámica y, además, la propuesta es que en el equipo de trabajo hay personas que tienen discapacidad, quienes trabajan en el horario del té. Cabe mencionar que Kalima funciona de martes a sábados. La hora del té es de martes a viernes, a partir de las 17 horas.
“La idea surge a partir de que yo trabajé vinculada al área de la discapacidad en la educación formal durante 15 años. La experiencia me iba mostrando que no había espacios sociales ni laborales, donde pudiera haber una inserción formal que no fuera pasantías o una modalidad más asistida de trabajo, entonces intenté probar en buscar ese espacio. Lo que queremos buscar es que existan una colaboración o apoyo gubernamental que impulse este tipo de iniciativas que se la juegan y se comprometen en este tipo de tareas. No solo queremos que haya un impulso por parte de las empresas privadas en este tipo de inversiones, sino que haya otro tipo de articulación que pueda promover la creación de más propuestas inclusivas”, reflexionó Aintablian.