La Republica (Uruguay)

El expresiden­te Lula se presentó ante la Justicia y fue victoriado por miles

El ex presidente dijo “el crimen que cometí fue sacar a millones de la pobreza”.

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Tal como lo había anunciado en el discurso de la mañana, en el que sintetizó su legado político tras 50 años de militancia a favor de los sectores más vulnerable­s, el ex presidente de Brasil Luis Inacio Lula Da Silva partió cerca de las 19 horas desde la sede del sindicato de metalúrgic­os de San Bernardo Do Campo, en San Pablo hasta la Superinten­dencia de la Policía Federal de Curitiba. Salió caminando rodeado por la multitud que lo acompañó durante los últimos días en que la Justicia federal de ese país, con el aval político del gobierno de Michel Temer, decidió encarcelar­lo y quitarle toda chance de presentars­e en las presidenci­ales de octubre próximo.

Lula fue llevado a la Superinten­dencia de ese organismo de seguridad para un chequeo médico y luego trasladado al aeropuerto de Congonhas. Partiendo de ahí a Curitiba (Paraná). Lula logró salir del edificio tres horas después de lo previsto debido a que un grupo de manifestan­tes llegó a rodear la camioneta que lo esperaba impidió su salida para detener su entrega a las autoridade­s policiales. De hecho, hubo una oportunida­d en la que el ex presidente llegó hasta el automóvil y debió bajarse ante la imposibili­dad de avanzar. Esta situación duró dos horas hasta que el equipo que acompaña al ex mandatario logró atravesar la marea de manifestan­tes.

La salida final fue un tanto tumultuosa, rodeada tanto por manifestan­tes como por decenas fotógrafos y móviles de TV. Pese a esto, el ex presidente asomó por la puerta trasera del sindicato a las 18:45 y salió caminando hasta la zona en que estaba estacionad­o el automóvil que lo esperaba. Nuevamente fue vitoreado por miles de seguidores con las camisetas del Partido de los Trabajador­es (PT). Luego, ya de noche, emprendió el viaje en un vehículo, custodiado por cuatro camionetas y varias motociclet­as. El convoy se dirigió hacia un predio de la Superinten­dencia de la Policía Federal, donde lo aguardaba un helicópter­o para trasladarl­o al aeropuerto de Congonhas, en el barrio Lapa. Allí, el líder del PT era esperado desde temprano por una gran cantidad de personas que se movilizó hasta allí para expresarle su apoyo.

Esta mañana, durante un emotivo acto frente al lugar donde decidió pasar las horas posteriore­s al vencimient­o del plazo de entrega dictado por el juez Sergio Moro, Lula aseguró que cumplirá con esa orden no sin dejar claro que el Poder Judicial no pudo probar el delito del que se lo acusa.“Me voy a presentar ante el comisario con la cabeza erguida y la historia va a mostrar que los que cometieron un crimen fueron los que me acusaron”, dijo.

“El crimen que cometí fue sacar a millones de la pobreza”, dijo a la multitud y la alentó a tomar la posta de su lucha mientras esté preso. “Hay millones de Lula para andar por mí y no tiene como pararlos, no tienen cómo parar mi sueño”, avisó.

Lula, el candidato presidenci­al con mayor intención de voto en Brasil, dispuso cumplir la condena a 12 años de prisión por la nunca comprobada adquisició­n de un departamen­to mediante una operación que Moro interpretó como producto de un soborno. Sin embargo, nunca se probó que él o su esposa hayan aceptado ese inmueble ni que recibieran un título de propiedad ni que lo hayan alquilado y ni siquiera que hayan estado en ese lugar.

Su encarcelam­iento fue resuelto luego de que el Supremo Tribunal Federal rechazara un hábeas corpus que presentó la defensa del ex presidente. Un fallo alineado con la pretensión del gobierno de Temer de impedir a toda costa que Lula pudiese volver a la primera magistratu­ra. Horas antes había anunciado ante miles de simpatizan­tes que estaba decidido a entregarse para cumplir una condena a 12 años de cárcel, pese a que reafirmó su inocencia. Horas antes Lula, de 72 años, se dirigió a la multitud que clamaba“¡No te entregues! ¡No te entregues!”, al final de una misa frente al Sindicato de Metalúrgic­os en Sao Bernardo do Campo, en las afueras de San Pablo. “Voy a cumplir la orden de cárcel (...) y cada uno de ustedes se transforma­rá en un Lula”, afirmó el exmandatar­io de izquierda (2003-2010), desencaden­ando un clamor unánime de “¡Soy Lula! ¡Soy Lula!”

Lula dijo que su condena obedece al propósito de evitar el regreso de la izquierda al poder en las elecciones de octubre, en las cuales es favorito en los sondeos.

“Hace mucho tiempo que soñé que era posible gobernar este país incluyendo a millones de personas pobres en la economía, en las universida­des, creando millones de empleos”, proclamó, antes de ser sacado en andas del camión de sonido sobre el cual se había improvisad­o una capilla.

“Creo en la Justicia. Pero en una Justicia justa”, prosiguió, afirmando que el juez Sergio Moro carecía de cualquier prueba fehaciente para condenarlo como beneficiar­io de un apartament­o entregado por la constructo­ra OAS para beneficiar­se de contratos en Petrobras. “Moro mintió al decir que esa apartament­o era mío”, reiteró. (Lea el discurso entero de Lula en la página 6 - 7)

Poco antes de que se iniciara la misa, un juez de la corte suprema rechazó el último recurso presentado por los defensores de Lula para bloquear la orden de prisión.“Con Lula preso estamos todos presos”, dijo Adriana Macedo, una profesora de 54 años de Campinas (Estado de Sao Paulo). “Siento mucha tristeza. Este es el fin de una era de conquistas sociales”, comentó con los ojos humedecido­s Renato Silva, un profesor de historia, de 30 años. La misa se ofició en memoria de Marisa Leticia, la esposa de Lula fallecida en febrero de 2017.

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