Las vejeces de las mujeres
En la región, Uruguay es el país más igualitario, que más avances ha tenido respecto de la agenda de derechos y también el de mayor envejecimiento. En general, se tiende a homogeneizar la vejez en un todo determinado por la edad, cuando las vejeces no son todas iguales. Para empezar, no envejecen igual los hombres y las mujeres, y entre ellas hay múltiples factores que determinan diferencias. Por eso, el libro ``Las vejeces de las mujeres``, de Rosario Aguirre y Sol Scavino – dos sociólogas de distintas generaciones - se considera pionero en un país donde persisten estereotipos entre quienes deciden políticamente, pero también las investigaciones que usan para diseñar las políticas son afectadas por ellos.
En la introducción de ``Las vejeces de las mujeres``, publicado por Doble Clic Editoras, se indica que el trabajo ´´intenta dar cuenta de las diversas formas de envejecer y de las diferencias entre varones y mujeres en este proceso, para comprender mejor las distintas trayectorias de envejecimiento vinculadas al curso de vida, atravesadas por desigualdades múltiples. Asimismo, se profundiza en la forma en la que las desigualdades de género afectan a las mujeres, más longevas que los varones, en la última etapa de la vida. La investigación, si bien proporciona evidencias empíricas sobre la influencia de las cuestiones de género en el proceso de envejecer, brinda elementos para la polémica y la reflexión a través del planteo de una gran cantidad de preguntas``.
El resultado de la investigación de Rosario Aguirre y Sol Scavino está organizado en cuatro partes. La primera es una aproximación al lugar que ocupa la vejez y su dimensión de género en la teoría sociológica, enfatizando en que no es un proceso uniforme.
En la segunda se analizan las dificultades que ofrecen las definiciones estadísticas de la vejez, la diversidad de formas de envejecer, las diferencias entre mujeres y varones y las diferencias socioeconómicas y culturales, que incluyen los lugares de residencia.
La tercera se centra en la concepción y definición de los problema fisiológicos y su vínculo y diferencias con la noción de independencia. Asimismo, se reflexiona sobre las implicancias que las definiciones reduccionistas de la dependencia pueden tener a la hora de diseñar políticas públicas de cuidados.
La cuarta presenta una mirada de género a las transiciones en el proceso de envejecimiento: viudez, jubilación, cuidados, tareas domésticas y el dilema en la vejez avanzada entre vivir en casa o ingresar en un establecimiento de larga estadía.
El pasado 21 de marzo, ``Las vejeces de las mujeres`` fue presentado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República por Margarita Percovich, integrante del Consejo de la no gubernamental Red Pro Cuidados; Mariella Mazzotti, directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y el historiador y politólogo Gerardo Caetano, con la introducción de Graciela Pujol, de Doble Clic Editoras. Hubo coincidencia en la valoración: es un libro necesario, que Uruguay no tenía y que hace un aporte muy importante a un tema complejo que requiere ``cambiar cabezas``.
Población inactiva: un preconcepto
´´¿Viejos y viejas son una carga presupuestal que compite
con la infancia?`’, se preguntó Percovich, respondiendo por la negativa y explicando que ´´La definición de población inactiva``para las personas mayores de 65 años, expresa un
preconcepto que no analiza más
profundamente las características de este sector, tan numeroso en el Uruguay y que define algunas de las decisiones adoptadas por las políticas públicas``.
De la herramienta de género que usan las autoras del libro y el cruzamiento de datos, a partir del Censo 2011, encuestas e investigaciones del Banco de Previsión Social, surgen elementos para analizar la vejez con otra perspectiva. ``Habiendo logrado desde el movimiento de mujeres la creación de una política pública que se presenta y define como un cuarto pilar de la matriz de la seguridad social (el Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC), la investigación y el análisis de los datos disponibles son imprescindibles para no repetir errores de encare desde los estereotipos sociales que hemos construido en el país y que, en muchos casos, se reflejan en las formas de relevar los datos y de definir las acciones en las políticas públicas``, insistió Percovich.
Dependencia vs autonomía posible
La mayor edad remite a un sector altamente feminizado y bastante autónomo. A juicio de la presentadora, `` Es central el aporte que hace el libro sobre la relación dependencia/autonomía que atraviesa muchas de las definiciones que se vienen tomando para el encare del SNIC y que se expresan en las formas de medir esa dependencia``. Esto último preocupa a la
Red Pro Cuidados, porque si se basa solo en considerar los problemas fisiológicos y en forma individualizada, conduce a la caracterización de una carga inactiva y creciente.
Desde la perspectiva de género se introduce qué es lo que hacen las mujeres mayores, que han cuidado toda la vida y lo siguen haciendo en la vejez, a veces todavía en mayor medida. ``El no contar con las personas mayores -casi exclusivamente mujeres viejas que realizan los cuidados de niños/as y otros viejos/as de las familias- es un desperdicio, dado que podría mejorar notoriamente muchas de las condiciones que el propio SNIC quiere enfrentar``, afirma Percovich y agrega: ``Además deben analizarse por parte de los decisores económicos los montos de las transferencias que los abuelos/as realizan de sus ingresos por jubilación o pensión a las nuevas generaciones``. La investigación de Aguirre y Scavino destaca que en los hogares extendidos donde hay un/a jubilada o pensionista, el estándar económico es mejor que en los otros.
Lo que la investigación propone es lo que las mujeres organizadas vienen reclamando: que se contabilice el trabajo no remunerado de cuidados, que proporciona bienestar a los integrantes de una familia o de una comunidad desde la participación social.
Peso de la medicalización
``El SNIC pretende ser una política pública que vaya corrigiendo la desigualdad que sufren las mujeres en nuestra sociedad por ese pilar construido sobre la división sexual del trabajo. Pues aquí se expone con claridad cómo se acentúa en la vejez esa barrera si no la visualizamos en el desarrollo de las políticas públicas``, advierte la cofundadora de la Red Pro Cuidados.
El Estado uruguayo tiene muchas rutinas y definiciones estereotipadas sobre las poblaciones que atiende y la medicalizada sobre la vejez es una. ``Este encare, difícil de cambiar por el peso que los médicos han tenido en la construcción de nuestro imaginario social y el poder que aún ejercen, lleva a que los protocolos de actuación y las mediciones terminen definiendo a este sector poblacional como una ´carga´ presupuestal desproporcionada en relación a niñas, niños y adolescentes``, reiteró Percovich. Una tercera oportunidad ``Los problemas se hacen visibles si el movimiento social los pone en la agenda, pero siempre hay que ver desde qué lugar los
estamos mirando``, dijo Mazzotti, para quien cambiar la interpretación aporta a la posible transformación de las políticas públicas.
No hay una única forma de envejecer, hay muchas que interpelan a esas políticas públicas, que también deben tener distintas maneras de responder. La vejez tiene que ver no solo con la edad y la biología, sino con cómo se vive, qué redes familiares y sociales se tienen, las condiciones materiales de vida. Incide el género, lo racial, la diversidad sexual, entre otros condicionantes. ``La vejez es un proceso marcado no tanto por la edad sino por hitos que hacen a la vida: viudez, fin de la vida laboral remunerada, nietos, bisnietos… Puede ser vivido como una quita de energía o como una oportunidad. Así, puede ser una tercera oportunidad si consideramos que la primera es la infancia y la segunda la adolescencia. Quizá una etapa disfrutable o por lo menos interesante``, describió Mazzotti.
El ideal de juventud se contrapone a la potencialidad de la vejez, para la cual las personas se pueden preparar en un marco activo de interdependencia, recibiendo cuidados y cuidando.
La idea familiarista es muy fuerte en la sociedad, pero se choca con la realidad de las familias actuales. El mejor cuidado no tiene por qué venir de allí, donde se puede mantener un contacto pero no hacerse cargo del cuidado total.
``Las vejeces de las mujeres`` también aborda la cuestión de la muerte y presenta la disyuntiva: ¿larga vida o buena vida?. No es lo mismo…, advierte la responsable del órgano rector de las políticas de género. Miedo a la vejez ``El libro obliga a reflexionar sobre la vejez, a la que le tenemos miedo. En este país no se enseña a conceptualizar la vejez ni la muerte``, evalúa Caetano, llamando la atención sobre la paradoja de una idealización de la juventud, que no deriva en ventaja para las y los jóvenes: ´´Nadie quiere ser viejo, pero ser joven es ser peligroso…´´
Define a la investigación como una nueva manera de hacer Ciencias Sociales, a partir de lo concreto, lo cotidiano. Al cruzar vejez, género y cuidados obliga a repensar la organización social, los sistemas de seguridad social que, a juicio de Caetano, deben cambiar en el sentido de derechos. ``La vejez es un proceso, no un estado, que afecta de manera diferente a hombres y mujeres. Para discutir sobre vejez hay que discutir sobre el uso del tiempo, que hay que saber medirlo`` , afirma, asegurando que ``Hay que llegar a una nueva organización social de cuidados. Hasta entonces la igualdad de género está en entredicho``.
Destaca, asimismo, que en la vejez es importante la destreza para interactuar ``y las mujeres lo saben hacer mejor porque han tenido que pelear desde lugares que las inscriben en redes``.
Fondo para promover investigaciones
De la importancia del tema y la avidez por profundizar en su conocimiento, dio cuenta la cantidad de personas de distintas edades que se acercaron a la presentación del libro, se mantuvieron muy atentas a los comentarios y también lo compraron.
Aguirre señaló que el trabajo responde a la necesidad de cubrir la etapa final de la vida, que era una laguna de la agenda de investigación. La propuesta incluye buscar diálogo con otras disciplinas, para que aporten. ``El tema puede entrar en la
agenda social y política`` y no es ajeno a la próxima discusión sobre seguridad social, estima la coautora.
Efectivamente, la investigación deja abiertas muchas preguntas para abrir nuevas investigaciones que den sustento más profundo a las hipótesis que presenta. Para facilitarlo, las autoras han creado un fondo que recogerá lo recaudado por la venta del libro, y se destinará a promover investigaciones que respondan a algunos de esos interrogantes.