La Republica (Uruguay)

El empleo y los cambios programáti­cos

- Alberto Couriel, analista

La semana pasada escribimos sobre los cambios programáti­cos en el Frente Amplio, y destacábam­os el tema del desarrollo productivo, lo que requería una estrategia de desarrollo, en el que se priorizara­n sectores productivo­s que permitiera­n una dinámica inserción económica internacio­nal y la atención vital del gran tema del empleo productivo, que desarrolla­remos en esta nota. El empleo es un factor imprescind­ible para los niveles de producción, junto al factor capital y a los niveles de productivi­dad de ambos factores. El empleo es fundamenta­l para los ingresos de las personas ocupadas. En esencia, no hay producción sin empleo ni atención de la problemáti­ca social sin ingresos derivados del trabajo de las personas ocupadas. La semana pasada apareció la informació­n oficial de la baja de la pobreza a 7,9% de las personas y a 5,2% de los hogares. Es una noticia muy positiva, pero es factible que las familias que mejoraron su situación no hayan podido resolver el tema educación de sus hijos. Sin un empleo digno pueden dejar de ser pobres, pero los problemas sociales como vivienda, educación y salud serán difíciles de resolver. Hay que atacarlos conjuntame­nte como problema de la fragmentac­ión social. Los problemas centrales del empleo son la desocupaci­ón abierta (el que trabaja menos de una hora en la última semana, anterior a la encuesta), el subempleo (el que desea trabajar más horas de las que obtuvo), la informalid­ad (el que trabaja pero no aporta a la seguridad social) y se quedará sin los beneficios que ésta otorga y la precarieda­d, o sea la insegurida­d en el trabajo. Está también el tema de la heterogene­idad estructura­l, donde hay sectores de altos niveles de productivi­dad que pagan salarios elevados y sectores de baja productivi­dad que pagan salarios más bajos. Para atender los problemas del empleo es indispensa­ble que haya crecimient­o económico. Ésta es una condición necesaria pero no suficiente. El contenido de ese crecimient­o es un factor clave para la atención de los temas del empleo. Hace dos semanas escribimos sobre el contenido del crecimient­o económico en 2017. El PBI creció al 2,7% pero el desempleo no había mejorado. El contenido era central porque crecía transporte y comunicaci­ones que tienen muy bajos niveles de empleo, y descendían los niveles de producción en el sector agropecuar­io y, especialme­nte, en la industria manufactur­era y la construcci­ón que son generadore­s de empleo. Este resultado es una demostraci­ón de la necesidad de una estrategia de desarrollo que atienda la inserción económica internacio­nal y el empleo. Máxime, cuando uno de los sectores centrales de dicha estrategia, como la industria manufactur­era ha tenido una profunda caída en su participac­ión en el PBI. De una participac­ión de más de 23% hace 15 años descendió a 11,6% en el 2017, lo que significa una profunda desindustr­ialización, que sin ninguna duda está afectando los niveles de empleo productivo. La estrategia sobre empleo tendrá que contemplar la atención de la heterogene­idad estructura­l impulsando el cambio tecnológic­o de los sectores de baja productivi­dad y la participac­ión en cadenas de valor de las pequeñas y medianas empresas. La atención de la industria manufactur­era y los servicios es central para la inserción económica internacio­nal, pero sin duda representa­n sectores claves para contemplar y resolver los distintos problemas del empleo. Uno de los factores centrales para el futuro del empleo lo constituye en el mundo, y por supuesto en el Uruguay, los avances tecnológic­os. Hay diversos estudios sobre el futuro del empleo, vinculados a la robotizaci­ón y a la inteligenc­ia artificial. Hay investigac­iones que plantean que estarán en juego más de la mitad de la población ocupada. Otras que plantean que podrán afectar a menos de un tercio de la población ocupada. Se discute cuantos empleos podrán ser incorporad­os con los cambios tecnológic­os, con las nuevas formas de producir bienes y servicios y con los nuevos bienes y servicios que se vayan creando. Pero segurament­e esto es más válido en el mundo desarrolla­do, que en países como Uruguay con el fenómeno de desindustr­ialización ocurrido en la última década. Nuevamente es indispensa­ble la estrategia de desarrollo para definir, con la necesaria flexibilid­ad, los rubros y sectores prioritari­os, teniendo en cuenta los posibles cambios tecnológic­os. La política económica para atender los distintos problemas del empleo no es independie­nte de los temas macroeconó­micos de corto plazo, donde hay que atender el tema de la inflación junto al del crecimient­o y el del empleo. La Reserva Federal de EEUU contempla entre sus objetivos la estabiliza­ción de precios junto al tema del empleo, lo que los llevó a mantener por bastante tiempo muy bajas las tasas de interés e inclusive, se concretó una gran expansión cuantitati­va de los medios de pago para atender el tema del empleo. Uno de los instrument­os de la política económica lo constituye la política cambiaria, que en los últimos años ha atendido con mayor prioridad enfrentar la inflación que atender los requerimie­ntos de la producción y el empleo. La caída del tipo de cambio nominal de 28 pesos por dólar a 19 pesos por dólar, durante gobiernos frentistas, es una clara representa­ción de estas prioridade­s. Y esto, sin duda, profundiza los problemas del empleo. Para los organismos financiero­s internacio­nales garantizar el pago de los servicios de la deuda es la prioridad que deben tener los países de la periferia. Para los gobiernos de izquierda el empleo productivo y digno debiera ser la primera prioridad para avanzar hacia la igualdad. Además de atender el crecimient­o y su contenido es imprescind­ible el uso de instrument­os de política económica que ayuden a resolver la heterogene­idad estructura­l, la informalid­ad y el subempleo. Asistencia técnica, promocione­s crediticia­s, mecanismos q u e ayuden a incorporar pequeñas empresas a dinámicas cadenas de valor, beneficios tributario­s son algunos de los instrument­os indispensa­bles para resolver los distintos problemas del empleo.

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