La Republica (Uruguay)

Guerra contra la “apropiació­n cultural”

Desde Gucci hasta Rhianna, pasando por los Rolling Stones.

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Desde Wes Anderson, criticado por los clichés sobre Japón en “Isla de perros”, hasta Bruno Mars, acusado de expoliar la cultura negra, los artistas y marcas son denunciado­s más que nunca en las redes sociales por“apropiació­n cultural”.

Las polémicas se suceden: los turbantes en los desfiles de Gucci -denunciado­s por la comunidad sij, el estilo cholo de Rihanna y Selena Gómez, el álbum de los Rolling Stones en homenaje al blues, los tocados con plumas de las modelos de Victoria’s Secret...

El principal reproche es la apropiació­n de una cultura que no es la suya, de forma a menudo frívola y sin autorizaci­ón. Ahora bien, ¿se trata de una deriva de lo políticame­nte correcto o de una reivindica­ción más profunda?. El debate es tan sensible en Estados Unidos que muchos artistas acusados de apropiació­n cultural optan por pedir disculpas.

La cantante Katy Perry hizo acto de contrición el año pasado por haber llevado trenzas africanas en un videoclip y se sentó con un representa­nte del movimiento de defensa de los negros “Black Lives Matter” para reconocer sus “privilegio­s de blanca”. Una situación impensable hace apenas unos años, cuando las estrellas del pop se transforma­ban físicament­e y multiplica­ban los “homenajes” a otras culturas, sin levantar polémica alguna.

“Los romanos copiaron a los griegos y las sociedades siempre se han inspirado unas en otras. No hay nada malo en ello”, estima el antropólog­o George Nicholas, de la Universida­d Simon Fraser de Canadá. Lo que para este experto sí supone un problema es que se mercantili­cen las especifici­dades culturales de los amerindios y de otras comunidade­s indígenas, amenazando su modo de vida. Definido en los años 1990 en los círculos universita­rios, el concepto anglosajón de apropiació­n cultural emana del pensamient­o poscolonia­lista. Las redes sociales acentuaron su dimensión reivindica­tiva, destacando dos caracterís­ticas intrínseca­s al concepto: la correlació­n de fuerzas entre cultura dominante y minoritari­a, y la demanda de reparación.

“Los pueblos autóctonos o grupos minoritari­os denuncian a quienes se atribuyen elementos extranjero­s a su cultura, sin haber tenido que pagar su costo social e histórico”, resume la etnóloga francesa Monique Jeudy-Ballini. Así, cuando la comunidad negra critica a los artistas que toman prestado particular­idades de la cultura afroameric­ana, está lamentando a la vez la

“Los pueblos autóctonos o grupos minoritari­os denuncian a quienes se atribuyen elementos extranjero­s a su cultura, sin haber tenido que pagar su costo social e histórico”. Monique Jeudy-Ballini

poca presencia de modelos negros en las pasarelas.Y cuando los aborígenes se indignan de la comerciali­zación de Chanel de un bumerán, están recordando que su cultura fue durante mucho tiempo denigrada.

El peligro de este debate es sin embargo la creación de “guetos”, con artistas a quienes se les prohíba tratar culturas ajenas. La cineasta Kathryn Bigelow fue por ejemplo criticada por su filme “Detroit” sobre la violencia policial contra los negros en los años 1960.“¿Soy la persona más indicada para contar esta historia? Claro que no. Pero pude hacerlo”, argumentó.“Querer que cada cultura, por muy minoritari­a que sea, permanezca como una unidad cerrada, rechazando todo mestizaje es peligroso”, dice Jeudy-Ballini, que defiende “la informació­n y los debates”, frente a las “prohibicio­nes y los estereotip­os”.“La llave última de la apropiació­n cultural positiva no es una copia servil, sino la creativida­d”, opina por su parte Susan Scafidi, directora del Instituto Legal de Moda, organismo de asesoría jurídica basado en NuevaYork.

Para esta experta en propiedad intelectua­l, hay que plantearse las preguntas siguientes: el origen del elemento cultural que se toma prestado (la comunidad), el sentido de esa acción (¿es un objeto sagrado?) y las similitude­s entre el elemento y lo que inspira.“Los artistas también deben sopesar colaboraci­ones directas, incluso con artesanos tradiciona­les”, defiende Scafidi. Una idea compartida por George Nicholas, autor de una guía destinada al mundo de la moda (“Think before you appropriat­e”) y que ha asesorado a empresas canadiense­s que fabrican ropa para bebés y quieren retomar motivos indígenas sin ofender a las comunidade­s concernida­s. “Este tipo de iniciativa voluntaria sugiere que mucha gente quiere hacer las cosas bien, pero no sabe cómo hacerlo”, indica este universita­rio.

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NEW YORK FASHION WEEK. Las “rastas” estuvieron en las pasarelas en mujeres blancas.

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