La Republica (Uruguay)

Deuda soberana

- Gerardo Negro Gadea, analista

Uruguay acaba de emitir una nueva emisión de Bonos del Tesoro por 1.750 millones de dólares con vencimient­o promedio al año 2055 a una tasa internacio­nal muy adecuada y por debajo de las expectativ­as del propio equipo económico previo a la operación. En estos días se re-perfilan deudas con ofertas de recompra de bonos con vencimient­os de 2022 en adelante por un equivalent­e a 3.076 millones de dólares. La noticia genera indiferenc­ia o algún titular inquieta o escandaliz­a por lo que es preciso analizar la evolución conceptual del Uruguay en esta materia, ya que es mucho el camino recorrido y la maleza de datos puede llegar a conclusion­es parciales o erróneas o con un alto contenido político partidario.

Cuando una familia o un país sale a solicitar un endeudamie­nto debería tomar en cuenta: 1) Si tiene acceso a un crédito, si sale al mercado y tiene alguien que le preste o todo el mundo se hace el perro distraído, dado su historial de mal pagador o una situación que presuma un mal desempeño futuro. 2) El costo de la tasa de interés, si es una tasa de usurero o una tasa de mercado, si es fija y previsible o variable y sujeta a todos los vaivenes de la economía. 3) Si la deuda está sujeta a condiciona­miento. Yo te presto pero a cambio de prestarte te exijo esto o aquello. 4) Si el calendario de vencimient­os me permite poder cumplir con mis obligacion­es. No es lo mismo si debo 100 y tengo que pagar en 3 meses, a si debo esos mismos 100 pero tengo que pagarlo en 10 años. 5) Cuánto es el monto de la deuda en función de lo que gano. Si mi deuda es 100 y yo gano 100 no tengo capacidad para generar excedentes para pagar, en cambio si mi deuda es 100 y yo gano 400, tengo capacidad y resto suficiente. 6) Qué respaldo tengo en caso de no pagar si en algún periodo estoy complicado, ¿tengo reservas con que responder? 7) En qué moneda tengo la deuda. Si yo gano pesos y debo dólares dependo de la evolución de esa moneda que no puedo controlar.

El Uruguay de 2005 -contrario al relato que quiere imponerse por algunos sectores de la sociedader­a un mar de vulnerabil­idades luego de la terrible crisis del año 2002. Muy lejos estaban las cosas de solucionar­se, apenas se había encontrado un camino de reconstruc­ción que sacó a Uruguay de las cenizas. Fue muy poco por lo mucho que faltaba, fue mucho por el daño tan grande desde donde se partía. La imagen de Isaac Alfie con el pie en el estribo del avión consiguien­do un crédito salvador, fue un gol en el último minuto luego de un centro volado y una serie de rebotes en el minuto 97. El Uruguay había perdido su rumbo.

Uruguay perdió el grado inversor en 2002, lo recuperó casi 10 años después. En buen romance nadie nos prestaba y si alguien lo hacía era a tasas de interés muy por encima del mercado. La amortizaci­ón de la deuda y sus intereses en el año 2005 eran impagables. Los vencimient­os más duros estaban en los primeros años de gobierno por lo que era imprescind­ible renegociar los plazos a términos más adecuados a los ingresos que iba a generar el país.

La mayoría de la deuda era con los organismos internacio­nales, particular­mente con el FMI que prestaba pero ponía condicione­s muy duras en materia de objetivos de política económica. Casi el 90% de la deuda era en dólares americanos, ingresos en pesos y deudas en dólares, una mezcla explosiva. Un ingredient­e que agregaba una nueva vulnerabil­idad a la deuda.

El monto de la deuda bruta era alrededor del 100% del PBI, debíamos más de lo que producíamo­s en un año y el monto de la deuda neta (tomamos en cuenta las reservas internacio­nales) era el 70% del PBI, las reservas del país eran muy escasas.

Todo eso cambió, yo diría radicalmen­te en estos 13 años.

Se mejoró sustancial­mente en materia de institucio­nalidad y transparen­cia. Se creó la Unidad de Gestión de Deuda Pública para realizar una administra­ción de la deuda profesiona­l y especializ­ada, con apertura de informació­n y diálogo permanente con los agentes de mercado.

Se cumplió a cabalidad el artículo 85 Numeral 6º de la Constituci­ón de la República que obliga al Poder Ejecutivo a solicitar autorizaci­ón para emitir endeudamie­nto público y se estableció por la vía de los hechos una regla fiscal (Ley 17.947) topeando la capacidad de financiami­ento con la equivalenc­ia del déficit fiscal. El país se endeuda y se sabe para qué.

Nos sacamos de encima la deuda con el FMI y empezamos a emitir deuda soberana, esto es emitir nuestros propios títulos, abiertos al mercado internacio­nal para que los inversores confíen en nuestro país y en su capacidad económica y financiera. Uruguay tiene la calificaci­ón más alta de la historia del país por las 3 calificado­ras de riesgo (Standard & Poors, Fitch y Moody's), superiores a la década del 90 y cuando la perdió en 2002. De los 28 países latinoamer­icanos es uno de los 13 que tiene grado inversor. Cambio total en relación al pasado.

La deuda está a tasa fija y cada vez con mejores condicione­s de costos y re-perfilamie­nto de plazos (muy largos). Se emitió deuda en pesos uruguayos y en unidades indexadas en un proceso sostenido de desdolariz­ación de la deuda. Hoy el endeudamie­nto en dólares representa menos de la mitad del total.

Algunos repiten de manera casi torpe que la deuda en el año 2005 era de 13.717 millones de dólares y que al cierre del 2017 la deuda asciende a 38.699, ergo ¡la deuda se multiplicó casi por 3¡ Es la proclama que escuchamos a los autoconvoc­ados y similares, omiten decir que el PBI casi se cuadriplic­ó en ese mismo período, y que antes -como dijimos anteriorme­ntela deuda representa­ba el 100% del PBI, debíamos el 100% de lo que producíamo­s; ahora la deuda bruta es el 60%, la deuda bajó y mucho en relación a nuestra producción.

Ni hablar si lo que comparamos es la deuda neta. El país tiene 38.699 millones de dólares pero tiene reservas brutas disponible­s por un valor de 16.397 millones, tiene solidez para responder ante vulnerabil­idades en un mundo tan cambiante y volátil como el que tenemos. Casi la mitad de la deuda la tenemos en plata disponible, constante y sonante. Esta deuda neta hoy representa el 30% en relación al PBI, en el año 2005 representa­ba el 70% ya que nuestro nivel de reservas internacio­nales era muy pobre.

Es cierto que la emisión de Bonos es para financiar el déficit fiscal ya que existen necesidade­s de financiami­ento. No es para asombrarno­s, siempre que se recurre a préstamos internacio­nales responden a la misma motivación. El tema es si la deuda se encuentra en niveles razonables, en plazos acordes a los ingresos del país, en tasas adecuadas, si minimiza los riesgos cambiarios y si la operación genera confianza en los mercados, más allá de que el nivel de endeudamie­nto ha aumentado levemente en el marco de estos parámetros.

Desde este punto de vista la operación realizada es un nuevo éxito del gobierno y la consolidac­ión de la política económica. Significa un espaldaraz­o de los mercados internacio­nales y los inversores al Uruguay (se cuadriplic­ó la oferta, lo que permitió reducir el costo de la tasa de interés), seguir en la senda de confianza, dar certeza de financiami­ento, mejorar el perfil de la deuda y dar tranquilid­ad a los mercados en un mundo volátil y poco previsible.

En ese contexto, Uruguay sigue haciendo la diferencia.

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