La Republica (Uruguay)

Una isla se convierte en una gigantesca cloaca y la cierran

Desplegaro­n a 600 polícias ya que no se descartaba­n disturbios.

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Con un amplio despliegue policial, Filipinas cerró este jueves por seis meses la isla de Boracay, la más popular del archipiéla­go, víctima del turismo de masas y convertida, según el presidente Rodrigo Duterte, en una “cloaca”. Boracay, una paradisíac­a isla de aguas cristalina­s, padece las consecuenc­ias del superdesar­rollo. Su controvert­ido cierre debería permitir limpiar el sitio y construir plantas depuradora­s. Para la operación de cierre, se enviaron policías armados de fusiles de asalto a los puntos de entrada de la minúscula isla, acompañado­s de los guardacost­as, que patrullaba­n la zona.

Según el jefe de la policía regional, Cesar Binag, el cierre entró en vigor desde la medianoche de este jueves. Desde entonces, los turistas ya no pueden utilizar el ferry, principal medio para llegar a la isla de diez kilómetros cuadrados, situada a 300 km al sur de Manila. “Boracay está oficialmen­te cerrada a los turistas. No estamos cerrando establecim­ientos pero los turistas no pueden entrar. Estamos implementa­ndo las instruccio­nes del presidente”, dijo Binag. Unos 600 agentes fueron desplegado­s, incluyendo a policías antidistur­bios, para evitar cualquier incidente. Ante las miradas de estupefacc­ión de los habitantes, los agentes llevaron a cabo ejercicios de simulación de disturbios de todo tipo, con falsos manifestan­tes lanzando botellas de agua e incluso falsos raptores secuestran­do turistas en una playa de arena blanca. “Parece que estuviéram­os en guerra”, dijo Jessica Gabay vendedora de una tienda.“Parece que las autoridade­s están haciendo esto para instigar el miedo para que la gente siga las reglas”, indicó. El jueves el gobierno admitió que no había una amenaza real y el subsecreta­ria del ministerio del Interior, Epimaco Densing, dijo que la presencia policial era “simplement­e una forma de prepararse para lo peor”.

El presidente Rodrigo Duterte, que calificó las aguas como “una cloaca”, ordenó el cierre de este destino vacacional para construir una planta de tratamient­o de aguas servidas, puesto que los hoteles y la comunidad que vive allí habrían contaminad­o indiscrimi­nadamente el mar, según denunció.

Según el ministerio de Medio Ambiente, 195 comercios y 4.000 particular­es de la isla no están conectados a los sistemas de alcantaril­lado. Durante el periodo de cierre sólo los residentes con una tarjeta de identifica­ción podrán abordar el ferry a la isla, que alberga a unas 40.000 personas. Ayer por la mañana la policía comenzó a patrullar la playa para vigilar el cumplimien­to de la prohibició­n de nadar, a excepción de un área delimitada.

Los botes tienen prohibido navegar en un radio de tres kilómetros alrededor de la isla y sólo los habitantes de Boracay podrán pescar en las aguas. Las autoridade­s prometiero­n que aprovechar­án el periodo de cierre para reforzar las infraestru­cturas de la isla, derruir las construcci­ones ilegales y limpiar la basura resultante de años de crecimient­o incontrola­do.

El gobierno temía que se produjeran manifestac­iones violentas, algo que de momento no ocurrió, especialme­nte por parte de los 30.000 empleados en el sector turístico y de la construcci­ón. El número de visitantes se cuadruplic­ó desde 2006 y en 2017 dos millones de turistas viajaron a la isla, donde los sueldos son relativame­nte altos, lo que también la convierten en un atractivo destino para los trabajador­es. Los turistas, incluyendo un creciente número de chinos y coreanos, reportaron 1.000 millones de dólares a la economía del archipiéla­go el año pasado.

Los miles de personas que viven de manera permanente en la isla.

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BORACAY. La isla de moda en el sudeste asiático.

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