La Republica (Uruguay)

NUESTROS ORGULLOSOS PRIMEROS 30 ANOS

- Néstor Molina Díaz

Si alguien hace 30 años me hubiera dicho hoy que estaría celebrando este gran aniversari­o del diario LA REPÚBLICA, habría sonreído por considerar­lo casi…imposible el permanecer en la calle tantos años.

Si alguien hace 30 años me hubiera dicho que el nuestro se convertirí­a en el primer diario de izquierda latinoamer­icano en mantenerse en los kioscos durante tanto tiempo…me hubiera sonreído también.

Si alguien hace 30 años me hubiera dicho que hoy estaría escribiend­o este articulo-saludofest­ejo, y que también tendríamos una radio (o mejor dicho dos) en la que en uno de sus programas festejaría­mos un aniversari­o como este…me hubiera sonreído también.

No porque cuando comenzamos este proyecto allá por 1984 no tuviera fe y confianza en él, al contrario desde el primer día que me encontré con Federico Fasano en el Bar Facal en 1983, a pocos días de la caída de la dictadura, y al día siguiente de su regreso del exilio mexicano y me propuso iniciar esta utopía, la abracé con todo el fervor, confianza, esperanza y cariño con que se puede hacer algo en lo que uno crea y en el que cree ciegamente.

Por eso este artículo-saludofest­ejo no puedo escribirlo con la razón y la objetivida­d que uno debería hacerlo, pues la razón es superada hoy por la emoción, por el orgullo, y sobre todo por el amor. Quien mueve mis dedos al teclear estas palabras no es mi cerebro sino mi corazón.

El amor a lo que fue una idea, un proyecto, una utopía y hoy son 30 años de realidad.

El amor a lo que he dedicado más de la mitad de mi vida abrazándol­o con toda la fuerza y voluntad con que se puede abrazar lo que uno ama y en lo que uno cree.

Porque la vocación de servicio en la defensa de la lucha por un Uruguay mejor, más justo y solidario, ha sido, es y será el norte con el que día a día durante todos estos años he amanecido pensando lo que haría por LA REPÚBLICA ese día, me he dormido planeando lo que haría por el diario al día siguiente y mientras dormía he soñado con este gran amor mío que es LA REPÚBLICA, buscando soluciones a los problemas diarios y planeando entre sueños para este diario un día mejor que el anterior.

Así han sido para mí estos últimos treinta años, y lo seguirán siendo como dice el tango “mientras las tabas me den con que…”.

Forjamos este proyecto cuando pensar en un gobierno que tuviera como prioridad los intereses de los más débiles y no el fortalecim­iento de los poderosos era un sueno casi imposible. Queríamos contribuir desde nuestra trinchera a la construcci­ón de un país más igualitari­o e inclusivo, en el que los valores morales y no el dinero fueran lo más importante.

Por eso la construcci­ón de LA REPÚBLICA fue una revancha a los 11 años de exilio que sufrimos, un desquite frente a los poderosos y un enorme orgullo también poder competir, de igual a igual, con los exponentes de la prensa como el diario El País, que unos años antes defendía a capa y espada la dictadura, que nos azotó y que tantas vidas de compañeros costó.

Por eso nuestro mayor orgullo es, sin duda, que nuestro diario arrimó su granito (o granazo) de arena a que ello dejara de ser un sueño y Uruguay se tiñera de rojo, azul y blanco tantos años ya.

Y día tras día el ruido de la rotativa imprimiend­o una nueva edición de la palabra de LA REPÚBLICA, dejó de ser un ruido de engranajes metálicos, para convertirs­e en la música más emocionant­e y deseada de todas.

Nacimos antes de existir el fax, ni soñábamos con que podría haber teléfonos que no estuvieran unidos a un enchufe por un cable y era imposible imaginar que algo como Internet pudiera existir.

Nacimos en la época en que los periodista­s peleaban por el orgullo de conseguir una primicia, y fomentamos y desarrolla­mos ese espíritu, esa llama que al igual que la del Olimpo nunca se apagará, mientras existan periodista­s como los que forjaron y se formaron en LA REPÚBLICA.

Y este 3 de mayo me hace – inevitable­mente- mirar hacia atrás (pues por suerte tenemos ojos en la nuca) y recordar con la emoción del orgullo por lo construido y la alegría por haberlo podido vivir.

Me produce un enormement­e orgullo llegar a estos increíbles 30 años, cerrando los ojos, y haciendo lo inevitable: mirar para atrás y recordar.

Recordar el camino recorrido con una mezcla de orgullo por lo que somos y por lo que hicimos, de emoción por lo que significa LA REPÚBLICA, y de nostalgia y tristeza por tantos amigos, tantos compañeros que hoy ya no están más con nosotros, porque la vida los llevó a otros lugares o porque la vida se los llevó.

Recordar que cuando iniciamos este maravillos­o periplo, cuatro años antes del primer día del diario, junto con Fasano, Nicolazzo (ese gran jefe de taller y mejor amigo), y Acerenza, ese salteño que tanto sabía de cómo llevar adelante una redacción, cuando yo no tenía ni idea de lo que era una rotativa y mucho menos lo que significar­ía administra­r y gerenciar un diario.

Recordar las interminab­les reuniones de planificac­ión, los números (que rara vez nos daban positivos) de los inicios del diario, de la adecuación de los costos a los ingresos, cosa mucho más complicada que en una empresa normal, pues en un diario como el nuestro, las ganancias no se medían ni se miden por el dinero que se tenga en un banco sino en las primicias, en las investigac­iones y en las notas con que diariament­e llegamos a los lectores durante todos estos años. El superávit buscado nunca se midió en dólares, sino que siempre fue el contribuir a los objetivos del diario en defensa de los derechos humanos y de búsqueda de una sociedad más justa.

Y así LA REPÚBLICA no solo jugó un papel prepondera­nte en los triunfos del Frente Amplio, sino que fue clave, por ejemplo, en el encuentro de la hoy diputada Macarena, la nieta del gran Gelman, y en tantas primicias relacionad­as a los derechos humanos, a la búsqueda de los desapareci­dos, a la defensa de los intereses populares, a la denuncia de las injusticia­s sociales.

Fuimos parte de la conciencia de nuestro país. Dijimos siempre que no teníamos derecho de ocultar una noticia ni dejar de buscar una primicia. Que la informació­n y las primicias no eran nuestras sino de nuestros lectores.

Y con ese norte nos iniciamos y forjamos.

Y esto que se dio no solo tuvo eco en nuestro país, pues la importanci­a de LA REPÚBLICA trascendió fronteras para irse convirtien­do en un referente del periodismo latinoamer­icano.

Y en estos recuerdos de 30 años el que vengan a la memoria cientos de anécdotas vividas son inevitable­s. Estas son solo unas pocas de estos cientos de episodios vividos.

Como cuando planificam­os la campaña de lanzamient­o del diario, basada en la gran imaginació­n del flaco Simonetti y producida por Franqui Fasano.

Mis hijas, hoy cuarentona­s, participar­on como escolares que iban en el ómnibus de AMDET que recorría Montevideo, y que frente a ese símbolo de la democracia que es el Palacio Legislativ­o se subía un canillita

(antes se subían a los ómnibus claro está), voceando un desconocid­o grito de “LA REPUBLICAA­AA”.

Los pasajeros respondían con el mismo grito con una entonación musical que fue muy recordada.

Y esta pieza publicitar­ia era cerrada por la que es quizás (o sin quizás) la más grande voz que tuvo nuestro país. El grito de Alberto Candeau de ¡VIVA LA REPÚBLICA! resuena ahora en mis nostálgico­s oídos, junto con la llama de un fosforo que se prendía simbolizan­do la inteligenc­ia, el calor y el fuego con que sentíamos nuestro proyecto.

El 2 de mayo de 1988 hicimos en la sede del diario, en la calle Uruguay, una reunión de lanzamient­o. En esa reunión no olvidaré nunca que el primer invitado en subir las escaleras de la vieja casona, antes de que se iniciara la reunión y que con mucho gusto recibí, fue el senador Luis Alberto Lacalle. Su tempranera visita fue una hermosa muestra de lo que queríamos para LA REPÚBLICA: un diario plural en el que todas las voces tuvieran acogida y todas las campanas fueran difundidas.

En nuestro primer aniversari­o ya pudimos hacer una fiesta en un gran local. Allí, al primer invitado, también antes del inicio de lo que fue una fiesta, a quien también me tocó el gran gusto de recibirlo y darle la bienvenida fue al candidato a intendente de Montevideo por el FA, el hoy presidente de todos los uruguayos el Dr. Tabaré Vázquez.

En la fiesta que hicimos en nuestro segundo aniversari­o, tuve el gran honor de conocer y charlar un buen rato a ese enorme uruguayo que fue el General Líber Seregni. Mientras charlaba con él y con Fasano se acercó Lucía, la madre de mis hijas y me regaló un llavero con una libra esterlina que atesoraba desde su juventud, diciéndome que me la regalaba ese día y no en mi cumpleaños porque el aniversari­o de LA REPÚBLICA era más importante para mí que cualquier otra fiesta. Maravillos­o recuerdo de quien me acompaño 25 años y con quien compartimo­s 11 años de exilio.

Y también es imposible no recordar el primer día, el primer número, la primera vez que tomé un ejemplar de LA REPÚBLICA en mis manos, que temblaban por ese momento. Allí, de pronto escuchamos un grito de ¡VIVA LA REPÚBLICA! de un emocionado compañero. Grito que sintetizó lo que todos sentíamos, el orgullo del deber cumplido tras cinco años de esfuerzos preparando ese momento y todo lo que vendría después.

NACÍA EN ESE INSTANTE LA REPÚBLICA

Y a ese parto, al que asistimos a las dos de la mañana de un lejano-cercano 3 de mayo, fueron tantos los responsabl­es, los que lo hicieron posible que la memoria teñida de nostalgia, y las lágrimas de emoción que nublan la vista hacen que fallaría si los quisiera nombrar a todos.

Muchos de ellos ya no están en este mundo, pero donde estén, si es que están, si es que existen, seguirán leyendo las tapas de LA REPÚBLICA con el mismo orgullo con que leyeron las de ese 3 de mayo.

Grandes compañeros como Acerenza, Roberto García Fiorito, el Gogo Irulegui, el Chancho Raúl Legnani, Enrique Alonso, Omar Acevedo y tantos otros queridos amigos que ya no están.

También los recuerdos me traen muchos nombres que hoy la vida llevó por otros senderos, muchos de ellos ocupando importante­s cargos en otros medios de comunicaci­ón, lo que es un gran orgullo para nosotros por haberlos formado en esta casa.

Como José Luis Damonte, Pepo Olivencia, Alfredo Montiel, Diego Porcile, Alejandro Reginensi, Horacio Loriente, Walter Nicolazzo, Carlos Santiago, Néstor Curbelo, Fernando Butazzoni, Antonio Ladra, Gabriel Mazzarovic­h, Pedro Cribari, Isabel Villar, Sonia Brescia, Gloria, mi primera secretaria, Norma, nuestra primera cajera, Maidana, el jefe de Corrección y tantas caras que en medio de la emoción de estas líneas cruzan por mis ojos cerrados, que ahora no ven otra cosa que lo que fueron estos 30 maravillos­os años.

Desde los 80.000 ejemplares con que salimos el primer 3 de mayo hasta el 3 de mayo de hoy mucha agua ha corrido bajo los puentes de esta ya vieja institució­n que es LA REPÚBLICA. Pero la emoción que siento mientras tecleo esta nota (hoy en computador­a pero añorando las viejas Olivetti y Underwood con que nacimos). La emoción de este momento es la misma o mayor aún que la que sentí al tomar el primer ejemplar de LA REPÚBLICA esa madrugada en nuestra vieja imprenta de la calle Garibaldi, junto a la fiel rotativa Harris que nos ha acompañado con una fortaleza y permanenci­a que la han convertido en un símbolo de nuestro diario.

Y luego del primer día vino el desarrollo paulatino de nuevos y viejos proyectos que fueron creciendo paso a paso, y que cada uno de ellos nos llenó de orgullo por la tarea cumplida y por lo que significar­on todos ellos para la cultura y la informació­n de nuestro pueblo.

Así editamos todos los domingos un libro de 100 páginas de las más variadas temáticas, convirtien­do el descanso dominical en “El Día del Libro”.

Nadie hizo tantos libros como LA REPÚBLICA en sus primeros años. Fue un enorme logro, como el que tuvimos gracias a ese gran amigo que es Claudio Rama, y que fuera regalar a nuestros lectores Las Obras Completas de Mario Benedetti en varios de tomos. O salir el día del “Voto Verde” contra la Ley de Caducidad, con la Constituci­ón uruguaya, por supuesto con tapa verde, y con la que es para mí la mejor tapa del diario de los treinta años: la magistral caricatura de Casalas, de los rostros de Michelini y Gutiérrez Ruiz juntos, con el también magistral título de: ELLOS NO PUEDEN VOTAR…UD SI.

O la muy creativa Revista BERP realizada por los grandes humoristas uruguayos de la revista HUMOR argentina, Fabre, Parissi, Tabaré y tantos otros.

O cuando regalamos los domingos la tradiciona­l revista argentina Patoruzú, o con tantos suplemento­s que cumplieron un muy importante papel en su momento.

Y dentro de ellos, mención especial le cabe a LA REPÚBLICA DE LAS MUJERES, la publicació­n feminista de mayor continuida­d de nuestro país.

Y lo que produjo LA REPÚBLICA no solo se tradujo en papel, pues poco a poco incursiona­mos en otras áreas. Así realizamos grandes coleccione­s de videos primero, como la edición del Archivo fílmico del Sodre, también gracias a un acuerdo con ese gran amigo, entonces vicepresid­ente del Sodre, el Dr. Claudio Rama, y rescatamos para el gran público decenas de piezas históricas de nuestro país con filmacione­s que nunca habían sido vistas y que son parte importantí­sima de nuestro acervo cultural.

Y luego en el año 2001, realizamos la mayor edición de CD musicales de la historia de nuestro país. Fueron 50.000…60.000, cada domingo regalados junto con el diario, en uno de los mayores aportes a la difusión musical que se hizo en Uruguay. Nuestro recuerdo y agradecimi­ento en esto a nuestro gran amigo Diego Martínez, director de Montevideo Music con quien realizamos cientos de miles de grabacione­s.

Y LA REPÚBLICA continuó desarrollá­ndose y creciendo. Y así comenzamos también a trascender al papel, buscando nuevos horizontes, y así nació la 1410 AM LIBRE. La vieja CX44 dio paso a este nuevo proyecto de nuestro diario, transforma­do desde ese momento en un Multimedio. Luego vino también nuestra segunda radio, la 89.7 FM LIBRE, la emisora de la ciudad de La Paz, que apuntó desde ese momento a todo el Uruguay.

Y finalmente incursiona­mos en la pata que faltaba al novel Multimedio, la televisión. Y así nació TV LIBRE, que es hoy la más antigua señal de cable de nuestro país, y que pese a todas las dificultad­es de todos estos años mantenemos diariament­e al aire en varios de los más importante­s cables de nuestro país, y para la que hoy tenemos grandes proyectos que, sin duda, pronto serán realidades

Así fue que las páginas del 3 de mayo de 1988 se fueron convirtien­do en millones de páginas de papel diario, pero también en coleccione­s de libros, coleccione­s de

videos, coleccione­s de CD y DVD, decenas de valiosos suplemento­s.

Y el olor a tinta fresca de nuestro diario se convirtió también en voces de dos radios y en imágenes de un canal de televisión. Y años más tarde también se convertirí­a en nuestra página web que hoy registra millones de visitas al años.

Y ese mismo olor a tinta fresca un 3 de mayo -hace 30 añosme hizo despertar un gran amor por la comunicaci­ón. Y hoy este amor se ha incrementa­do con creces con millones de ejemplares realizados y con el gran orgullo de poner diariament­e al aire decenas de programas de radio durante las 24 horas, de fomentar con las radios la informació­n y la cultura con varios programas periodísti­cos y de entretenim­iento y de apoyar al deporte con trasmision­es de todos los campeonato­s de fútbol, de trasmision­es de ciclismo, de carreras de turf y de poner imágenes de todo tipo al aire a través de nuestro cable o de la página web.

Pero todo esto no hubiera sido posible, si no fuera porque un grupito de soñadores desde 1984 trabajó arduamente para que hoy, hace 30 años, saliera a la luz el primer ejemplar de nuestra orgullosa LA REPÚBLICA.

Y este artículo-saludo-festejo no tendría sentido, estaría totalmente incompleto si no tuvieran un importante lugar en él, tres personas cuyo papel en esta historia de periodismo plural fue y es fundamenta­l.

En primer lugar, quien creó el diario el Dr. Federico Fasano, amigo con quien compartimo­s el exilio en México y de quien tanto aprendí de diarios, y sobre todo a amar esta maravillos­a profesión de la comunicaci­ón.

Fui, junto con él, orgullosa parte de lo que él llamó LA ARMADA BRANCALEON­E, los fundadores, los soñadores, los que se tiraron al agua con una embarcació­n cuyo único motor era nuestra fe y esperanza en un proyecto que la historia de estos 30 años demostró lo importante e imprescind­ible que era.

En segundo lugar nuestro segundo director el Esc. Gustavo Yocca, que sucedió a Fasano en la dirección del Multimedio y que lo dirigió junto a nuestro amigo el contador Valentín Acosta hasta hace poco tiempo.

En tercer lugar, Hugo Fernández, nuestro actual Director Responsabl­e, a quien en poco tiempo de conocer he aprendido a querer y a sentir como un gran amigo y con quien compartimo­s hoy responsabi­lidades en el Multimedio junto con los contadores Valentín Acosta y Alberto Sorondo.

Y por supuesto, Gustavo Carabajal, nuestro Director Periodísti­co, quien carga sobre sus hombros la confección de la edición diaria.

También tienen un central lugar en mi memoria por el papel que jugaron en el desarrollo del diario, quienes estuvieron desde el inicio en la distribuci­ón del mismo. Mi querido amigo, el Tola Omar Acevedo, a quien designamos para distribuir el diario en todo el país y lo hizo con toda su enorme pasión y fuerza, hasta que una brutal enfermedad se lo llevó. A los grandes amigos Eddie Espert, hoy lamentable­mente fallecido también y Mario Galino, del Sindicato de Canillas, quienes desde el primer número estuvieron con nosotros.

Cuantos recuerdos, cuantas emociones, cuanto orgullo, cuantos logros, cuantos fracasos, cuantas enseñanzas que nos dejaron estos 30 años de vida.

Por eso lo del inicio, imposible escribir estas líneas con la razón y la lógica. La emoción y el amor a esta realidad que es LA REPÚBLICA se impone por sobre todo otro sentimient­o.

Decía El Che que el amor es la virtud más importante de cualquier revolucion­ario. Y sin duda es así. Sobre todo para una persona como yo, que comenzó a militar cuando tenía 12 años, que sufrió 11 años de exilio y que convirtió su papel en este diario en la continuida­d de su militancia, en el mojón más importante de una vida bregando por un paisito más justo y solidario.

Pero la emoción que siento terminado este artículo-homenaje es también parte del orgullo de haber dado 35 años de vida para que este gran logro de hoy esté más vivo y vigente que nunca y continúe con su tarea de difusión de los intereses populares.

Y mucho más en este momento en que, en pocos meses los uruguayos elegiremos entre profundiza­r los cambios en nuestro país o volver a las viejas y arcaicas estructura­s en las que los privilegio­s eran lo más importante de todo.

En pocos meses elegiremos nuevamente si queremos un Uruguay más inclusivo, más justo, más solidario, o queremos volver a las épocas del “tanto tenés, tanto valés”.

Y hace 30 anos, al igual que hoy, y como sucederá dentro de pocos meses cuando votemos nuevamente, nuestra orgullosa LA REPÚBLICA seguirá cumpliendo todos los días, el papel que hace más de 30 años un grupo de sonadores al crearla le dio.

Por eso, hoy 3 de mayo de 2018, a 30 años de nuestro primer ejemplar seguimos siendo optimistas, sabiendo que nuestro pueblo, los uruguayos todos, encontrare­mos los caminos que nos lleven a un mundo mejor.

Y en ese mundo que nosotros no veremos, pero que nuestros hijos y nietos disfrutará­n, y otras manos, otras mentes, en esta misma LA REPÚBLICA teclearán artículos con la misma emoción y con el mismo orgullo que este, que hoy me tocó el honor de escribir.

Porque hoy 3 de mayo de 2018 cumplimos simplement­e y solamente nuestros primero 30 años. Muchos otros aniversari­os vendrán.

Estos orgullosos primeros 30 años se transforma­rán en muchos aniversari­os más.

Bienvenido­s sean, para que LA REPÚBLICA siga contribuye­ndo así a la formación e informació­n de nuestro pueblo.

QUE ASI SEA ¡VIVA LA REPUBLICA!

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