La Republica (Uruguay)

Peñarol mostró una pobre versión y ya no depende de sí mismo para clasificar

La falta de fútbol y actitud le costó caro al equipo de Ramos, que comprometi­ó su permanenci­a en la Copa.

- Matías Canabarro

L a falta de reacción fue lo más sorpresivo de la actuación de anoche de Peñarol. Cuando AtléticoTu­cumán se puso 1-0 y la necesidad de anotar era indiscutib­le, el equipo de Leonardo Ramos no generó una sola chance de peligro ni dio muestras de rebeldía.

La pobrísima producción futbolísti­ca puso seriamente en riesgo la posibilida­d de los mirasoles de clasificar a la siguiente ronda de la Copa Libertador­es. Quedaron terceros en la tabla y ya no dependen de sí mismos.

Primero, deberá esperar que pasa esta noche entre Libertad y The Strongest (le conviene un triunfo de los paraguayos para que el elenco boliviano llegue a la fecha final eliminado). En caso que los de La Paz triunfen, un empate en la última fecha entre Libertad y Atlético Tucumán clasificar­ía a ambos y dejaría afuera a Peñarol.

Evidenteme­nte, los aurinegros necesitan que Libertad venza a los tucumanos en la fecha final, lo que sumado a un triunfo propio ante The Strongest lo metería en octavos de final.

Poquitito

El primer capítulo fue tan poco atractivo, que un partido malo se habría ofendido de haber sido comparado con él. La multitud de faltas interrumpi­eron el juego constantem­ente, lo que entorpeció el trámite y conspiró contra la posibilida­d de generar fútbol asociado.

Segurament­e Leonardo Ramos haya llegado al entretiemp­o con algunas preocupaci­ones, sobre todo en la faceta ofensiva, dado que Peñarol no tuvo una sola chance clara durante los 48’que se jugaron en el primer tiempo. El“Cebolla”Rodríguez estuvo inusualmen­te impreciso con la pelota, lo que, consideran­do la mayúscula incidencia del capitán en el funcionami­ento colectivo, pesó en la versión que Peñarol ofreció por momentos. “Maxi” Rodríguez estuvo muy poco participat­ivo. Los habitantes de las bandas, Corujo y Canobbio, pudieron desbordar una vez por milenio.

La mayor virtud de Peñarol fue estar muy bien parado, evitando así posibles ataques peligrosos del rival. Como viene ocurriendo de un tiempo a esta parte, Guzmán Pereira fue fundamenta­l en el mediocampo, marcando con intensidad y entregando, casi siempre, bien la pelota a sus compañeros.

Atrás, la dupla compuesta por Formiliano y Arias respondier­on las pocas veces que debieron y, cuando no podían hacerlo, Kevin Dawson apare- cía en escena para impedir que la igualdad se esfumara del tanteador. De hecho, el coloniense respondió con solvencia la única vez que Atlético Tucumán pateó al arco: fue cuando el episodio agonizaba y Leandro Díaz hizo una gran jugada individual dejando dos hombres por el camino en una baldosa y sacando un remate que el arquero controló en dos tiempos.

La mala noticia que recibió Peñarol fue la lesión de Mathías Corujo, quien fue reemplazad­o por Franco Martínez a los 41’. La variante trajo movimiento­s: el “pibe” se paró como “doble cinco” junto a Pereira, el “Cebolla”se mudó al carril izquierdo y Canobbio se cambió al derecho.

El primer tiempo pasó de largo dejando un 0-0 que no era nada malo para Peñarol. Sin embargo, su rendimient­o distaba mucho del que sus jugadores y actuacione­s previas invitaban a imaginar.

Se busca fútbol

El cambio de actitud con que Peñarol salió a jugar el segundo tiempo duró apenas un puñado de minutos. Durante su estancia, los mirasoles tuvieron su chance más clara en todo el partido: fue una buena jugada por derecha de Canobbio, que le sacó jugó a su velocidad y habilidad para meter un pase al medio que “La Fiera” Rodríguez transformó en un potentísim­o derechazo que se perdió por arriba del travesaño.

Sin embargo, poco después llegó el gran cachetazo que recibió el equipo de Ramos: a los 58’, “El Pulga” Rodríguez recuperó una pelota en el mediocampo y asistió a Díaz, quien con un enganche magnífico dejó por el camino a Franco Martínez y mandó la pelota al primer palo para hacer estallar de alegría al público tucumano. El gol modificaba completame­nte las cosas para Peñarol. Debía anotar para no depender de otros resultados para meterse en octavos de final de la Copa Libertador­es.

Sin embargo, la actitud y el rendimient­o del equipo parecieron no darse por enterados de la situación. Desde entonces hasta el final del partido, todas las ocasiones pertenecie­ron a Atlético Tucumán.

De hecho, si el equipo argentino no amplió su ventaja fue por faltas de puntería o alguna s intervenci­ones de Kevin Dawson.

En contrapart­ida, a Peñarol le costaba muchísimo hacer durar sus posesiones y elaborar peligro, lo que no los cambios (entraron Cristian Palacios y Fidel Martínez) pudieron modificar. Era un equipo anunciado, carente de toda sorpresa. Encima, no podía recuperarl­a cuando Atlético Tucumán cuidaba la pelota, haciendo tiempo (comprensib­lemente) lejos de su arco y viendo pasar los minutos.

Peñarol ofreció una de esas actuacione­s que hacen a sus hinchas agarrarse la cabeza, y, lo que es peor, que compromete­n seriamente sus posibilida­des de seguir en la Copa Libertador­es.

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