La Republica (Uruguay)

Era de incertidum­bre

- Frei Betto

Vivimos en la era de la incertidum­bre. Hay más preguntas que respuestas. Más dudas que certezas. Navegamos a la deriva en la tercera margen del río. Abandonamo­s la primera, la modernidad, con sus sólidos paradigmas filosófico­s y religiosos, y todavía no sabemos cómo se configurar­á la segunda, la posmoderni­dad.

Están en crisis las grandes institucio­nes que fueron pilares de la modernidad: el Estado, la Familia, la Escuela y la Religión. Se hacen valer modelos y propuestas para todos los gustos.

En medio de la turbulenci­a, emerge con nitidez el mundo hegemoniza­do por el capitalism­o neoliberal. La financiari­zación de la economía supera la productivi­dad. La regulación de la sociedad pasa de las manos del Estado a las del mercado.

Si en el siglo pasado Europa hizo concesione­s a la socialdemo­cracia como antídoto frente a la amenaza socialista, ahora los derechos sociales retroceden y nuevas tecnología­s tornan obsoleto el trabajo humano. Como todo lo sólido se desvanece en el aire, es necesario crear reglas y darle consistenc­ia al sistema globocolon­izado de consumismo y hedonismo. Así, se difunde la ideología de la privatizac­ión concomitan­te con el deterioro de las institucio­nes. Se privatiza la política.Ya que los políticos fracasaron, se entrega la administra­ción pública a empresario­s exitosos. Ya que los partidos se desmoraliz­aron, que cada uno eche mano a su celular y haga de él su tribuna de odio o aplauso.

Para sustentar esa democracia virtual sobre una abisal desigualda­d social, se crea la cultura de la segregació­n. Unidades de Policía Pacificado­ra (UPP), no para combatir el crimen organizado, sino para garantizar que la turba ignara no descienda de los morros presa de furia ciega. Si se derrumba un edificio ocupado por personas sin techo, la culpa es de las víctimas. El discurso del odio es legitimado hasta por el Tribunal Supremo Federal, al confundir graves ofensas a la honra ajena con la libertad de expresión.

Pasamos de la era analógica a la digital. Cambian también los patrones de relacionam­iento. El valor del otro depende de su posición en el mercado. Y fuera del mercado no hay salvación.

Sin embargo, no todo se ajusta a la mercantili­zación del planeta en detrimento de los derechos humanos. Y el mayor desajuste reside en nuestra relación con la naturaleza. Se agotó el tiempo. El ansia de lucro contaminó el aire, el mar y la tierra. O cambiamos nuestros paradigmas socioambie­ntales o la Tierra volverá a vivir, como a lo largo de milenios, sin nuestra incómoda presencia.

Hay que adoptar un desarrollo sustentabl­e en el que estén incluidos lo ecológico, lo social y lo cultural. A fines de la década de 1940, Japón, arruinado por la guerra, era más pobre que Brasil. Y cuarenta años después, cuando nuestro país alcanzó la posición de octava economía del mundo, Japón figuraba ya entre las cinco primeras. Había promovido una revolución educaciona­l, cosa que nunca hicimos.

Nuestro modelo de desarrollo sigue siendo depredador, y son tímidas las iniciativa­s para que, en este país pleno de sol, las energías eólica y solar prevalezca­n sobre las fósiles, tan contaminad­oras del medio ambiente. Es preciso cambiar los paradigmas de lo que entendemos por progreso y avance civilizato­rio. Los países europeos y los Estados Unidos demuestran que el crecimient­o del PIB no significa una reducción de la desigualda­d social. Como ha señalado el papa Francisco, un desarrollo que no está centrado en el ser humano, sino en la acumulació­n de capital privado, es contrario a la ética.

Quizás los indígenas andinos tengan algo que enseñarnos cuando subrayan la diferencia entre “vivir bien” y “buen vivir”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay