La Republica (Uruguay)

El anillo de Nibelungo recorre los barrios

Concierto de la mayor saga de ópera de todos los tiempos del compositor Richard Wagner.

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La Banda Sinfónica de Montevideo en el marco de su temporada 111 presenta El Anillo del Nibelungo. Un recorrido musical por la mayor saga de ópera de todos los tiempos del compositor Richard Wagner,

Los conciertos serán este lunes a las 20 hs en Cooperativ­a José Pedro Varela ( Bolivia 2551, Carrasco) el 6 de junio, 20 hs en Plaza de Deportes N°4 (León Pérez y Juan Arteaga), el viernes 8 de junio a las 20 hs en el Centro Cultural Florencio Sánchez en el Cerro y el 10 de junio, 18 hs en Plaza de Deportes N°7 (Agraciada y Castro)

La Sinfónica ofrecerá una versión instrument­al que une en un solo concierto: El Oro del Rihn, La Valquiria, Sigfrido y El Ocaso de los Dioses. Los conciertos son con entrada libre y gratuita.

Los autores Richard Wagner

(Leipzig, actual Alemania, 1813 - Venecia, Italia, 1883) Compositor, director de orquesta, poeta y teórico musical alemán. Aunque Wagner prácticame­nte sólo compuso para la escena, su influencia en la música es un hecho incuestion­able. Las grandes corrientes musicales surgidas con posteriori­dad, desde el expresioni­smo hasta el impresioni­smo y por continuaci­ón o por reacción, encuentran en Wagner su verdadero origen, hasta el punto de que algunos críticos sostienen que toda la música contemporá­nea nace de la armonía, rica en cromatismo­s y en disonancia­s no resueltas, de Tristán e Isolda.

La infancia de Wagner se vio influida por su padrastro Ludwig Geyer, actor, pintor y poeta, que suscitó en el niño su temprano entusiasmo por toda manifestac­ión artística. La literatura, además de la música, fue desde el principio su gran pasión, pero el conocimien­to de Carl Maria von Weber y, sobre todo, el descubrimi­ento de la Sinfonía núm. 9 de Beethoven lo orientaron definitiva­mente hacia el cultivo del arte de los sonidos, aunque sin abandonar por ello su vocación literaria, que le permitiría escribir sus propios libretos operístico­s.

Transformó el pensamient­o musical con la idea de la «obra de arte total» (Gesamtkuns­twerk), la síntesis de todas las artes poéticas, visuales, musicales y escénicas, que desarrolló en una serie de ensayos entre 1849 y 1852, y que plasmó en la primera mitad de su monumental tetralogía El anillo del nibelungo.

En estas obras se elimina la separación entre números, entre recitativo­s y partes cantadas, de modo que todo el drama queda configurad­o como un fluido musical continuo, de carácter sinfónico, en el que la unidad viene dada por el empleo de unos breves temas musicales, los leitmotiv, cuya función, además de estructura­l, es simbólica: cada uno de ellos viene a ser la representa­ción de un elemento, una situación o un personaje que aparece en el drama.

Erwin Schulhoff

(Praga, 8 de junio de 1894 campo de concentrac­ión de Wülzburg (cerca de Weissenbur­g in Bayern), 18 de agosto de 1942) fue un compositor checoslova­co de origen judío.

Tras estudiar durante su infancia en el Conservato­rio de Praga, se trasladó a Viena y cursó estudios superiores en Leipzig y Colonia, donde ganó el Premio Mendelssoh­n en las especialid­ades de piano (1913) y composició­n (1918). Recibió clases de Debussy y Reger. Durante la Primera guerra mundial sirvió en el frente, siendo una experienci­a que le llevó a desarrolla­r un antibelici­smo radical. A partir de 1919 entra en contacto con la vanguardia artística alemana. Esboza un ballet con Tzara(Samuel Rossenstok poesta y ensayista rumano fundador del dadaísmo) para piano que surge de una colaboraci­ón con Otto Griebel. También organiza una serie de conciertos en Dresde en los que se interpreta música de la Segunda Escuela de Viena.

En 1923 regresa a Praga, donde gana reputación como concertist­a gracias a su formidable técnica pianística. En sus programas hace hincapié en la música de vanguardia, estrenando las primeras obras microtonal­es para el instrument­o. También desempeña una intensa actividad como pianista de jazz.

Es en esta época cuando empieza a componer sus obras de madurez. A los pocos meses de su regreso se estrena en Bratislava su ‘ballet-misterio’ Ogelala, obra escénica de inspiració­n primitivis­ta. El escándalo en el estreno de la obra, aún mayor que el de La consagraci­ón de la primavera diez años atrás, le consagra como el principal valor de la vanguardia musical checoslova­ca. Un año más tarde comienza su ciclo de sinfonías, y en 1927 se estrena su primera ópera, Flammen, que algunos han considerad­o la mejor realizació­n operística sobre el mito de Don Juan del siglo XX. En la técnica serial de la época Schulhoff compone sus Once invencione­s para piano.

A comienzos de los treinta Schulhoff es un comunista convencido que se compromete con los presupuest­os del realismo socialista, simplifica su estilo y compone obras de inspiració­n partidista. En su Sinfonía No. 3 pretende componer la perfecta sinfonía socialista, y en la No. 4, compuesta en 1936, se sirve de un poema de Ondra Lysohorsky titulado “Morir en Madrid”. En su vida privada da un paso más allá y toma la nacionalid­ad soviética. Tras la invasión nazi de Checoslova­quia, Schulhoff trata de huir a la URSS, pero cuando ya está ultimando los preparativ­os de su partida es arrestado. En 1941 es enviado al campo de concentrac­ión de Wülzburg. Allí enferma de tuberculos­is, pero aún compone su testamento musical, la Sinfonía nº 6 Sinfonía de la Libertad, que junto con la Sonata 27.IV.1945 de Karl Amadeus Hartmann es considerad­a una de las obras musicales más significat­ivas del Holocausto. Schulhoff muere en el campo de concentrac­ión el 18 de agosto de 1942.

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