La Republica (Uruguay)

Difícil búsqueda de víctimas tras erupción del volcán de Fuego

Se estima que muchas personas fueron reducidas a cenizas.

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Bajo una nube gris de ceniza, los equipos de rescate buscan desapareci­dos tras la potente erupción del volcán de Fuego en Guatemala, que dejó al menos 70 muertos y miles de evacuados.

Las autoridade­s guatemalte­cas admitieron sin embargo, que por la naturaleza de la erupción, que arrasó varios poblados cercanos con una avalancha de lodo y ceniza ardiente, será casi imposible hallar sobrevivie­ntes. "Vamos a seguir hasta que encontremo­s a la última víctima, aunque no sabemos cuántas víctimas hay, pero vamos a revisar el área las veces que sea necesario", dijo a la AFP el director de la Coordinado­ra para la Reducción de Desastres (Conred), Sergio Cabañas. El domingo, el volcán de Fuego, de 3.763 metros de altura y situado a 35 km al suroeste de la capital, registró una potente erupción.

Ayer, una pequeña columna de ceniza coronaba el volcán ante la mirada atenta de los socorrista­s, que se cubren nariz y boca para protegerse del polvo que se levanta por doquier. En las localidade­s afectadas el alud volcánico las calles están anegadas de ceniza y todo se llena de polvo con el vaivén de vehículos de emergencia. El Inacif ha indicado que hasta el momento solo 17 personas fallecidas han podido ser identifica­das por medio "de huellas dactilares y caracterís­ticas físicas".

Además, la tragedia deja 46 heridos, 3.271 evacuados y 1.877 albergados en los departamen­tos de Escuintla (sur) y Sacatepéqu­ez (oeste), que junto al de Chimaltena­ngo (oeste) son los más afectados por la erupción volcánica, según cifras de la Conred. Cabañas reiteró que las autoridade­s no han podido establecer una cifra de desapareci­dos y que oficialmen­te solo tienen conocimien­to de dos socorrista­s. Pero las esperanzas de encontrar sobrevivie­ntes se desvanecen. "Si están atrapados en el flujo piroclásti­co es difícil encontrarl­os con vida. Incluso van a haber personas que pudieron ser calcinadas y no se van a poder encontrar", dijo Cabañas. "Continuare­mos hasta que sea necesario y siempre guardando las medidas de seguridad", agregó, en alusión a que en las laderas del coloso quedaron acumuladas grandes cantidades de sedimento que en cualquier momento se pueden desprender y causar otra catástrofe.

Entre los heridos hay cientos con los pies vendados. Huían tras la erupción, cuando la lava simplement­e les rozó destrozánd­oles la piel y dejándosel­a llena de ampollas. Hasta el momento, las autoridade­s contabiliz­an 69 víctimas mortales, pero los rescatista­s especulan con que la cifra irá en aumento ya que no han podido acceder a varios municipios colapsados por la lava. Cuatro aldeas: El Rodeo, La Reina, la Libertad y San Miguel Los Lotes concentran la búsqueda. Ahí los lugareños relatan espantosas escenas de huida en la que muchos quedaron atrás “porque les alcanzó la lava”.“Allí quedó mi padre y mi sobrina”, dice Olga González de 46 años en el albergue de Escuintla a dos horas de la capital y 45 minutos del volcán. “Dicen que hay más de 200 muertos pero debe haber muchos más. Todos los que no pudieron salir corriendo o se quedaron para sacar sus cosas”, explica tirada en el piso del salón municipal. Olga recuerda, como si fuera una persecució­n, la carrera que libró contra el río de lava que bajaba de la montaña. “No dio tiempo a nada, la lava se nos venía encima. Solo podíamos correr y llorar sin mirar atrás”, rememora junto a sus dos hijos y tres sobrinos con los que escapó de la mano. El agricultor Juan Francisco González de 52 años estaba cortando leña cuando escuchó el estruendo salir de la montaña. Fue un ruido diferente al que estaba acostumbra­do. “Entonces el cielo se oscureció y cuando me di cuenta bajaba por la ladera un río caliente que iba arrasando todo”. Su vecino Domingo López, de 79 años, se encerró en casa y consiguió que no entrara el barro hirviendo. Luego escapó por una ventana de su vivienda sobre los tablones que lanzaron algunos vecinos.

De aquellas horas recuerda el cielo gris y el vapor caliente que salía del suelo. “Dios tenga en su gloria a todos los que quedaron atrás", dice con los pies cubiertos de ampollas de correr sobre el piso hirviente.

Entonces el cielo se oscureció y cuando me di cuenta bajaba por la ladera un río caliente que iba arrasando todo”.

Juan Francisco González, agricultor.

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EL RODEO. Así quedó uno de las poblados arrasados.

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