La Republica (Uruguay)

Kim Jong Un se convierte en estratega de las relaciones internacio­nales

Los contactos con China y Corea del Sur lo pusieron en un nuevo escenario.

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El líder norcoreano Kim Jong Un ha cambiado las amenazas de guerra nuclear por la llamada cortesía diplomátic­a, convirtién­dose en pocos meses en un estratega de las relaciones internacio­nales. El giro radical del 1 de enero (cuando anunció la participac­ión de Pyongyang en los Juegos Olímpicos en Corea del Sur) ha sorprendid­o a propios y extraños, pero su impacto se debe sobre todo a la espontanei­dad e imprevisib­ilidad del presidente estadounid­ense, explican los expertos.

Después de años de tensión por las pruebas de misiles y ensayos nucleares de Pyongyang, que dejan al territorio continenta­l estadounid­ense al alcance de las ojivas norcoreana­s, Kim Jong Un anunció que el largo camino hacia la bomba atómica había concluido.

Fue por partes. Primero aprovechó la mano tendida por el presidente surcoreano Moon Jae-in, favorable al diálogo, en un contexto idóneo, a un mes de los Juegos Olímpicos que Seúl vendía como los "de la paz". Después visitó a las autoridade­s chinas, algo que no se había molestado en hacer desde su llegada al poder a finales de 2011. Le siguió un histórico encuentro con el presidente Moon a finales de abril. Y ahora se dispone a reunirse con Donald Trump, el próximo martes en Singapur. "Era premeditad­o", afirma Kim Hyun-wook, profesor de la academia diplomátic­a nacional de Seúl. "Kim sabía que empezar a restablece­r los vínculos intercorea­nos abriría la vía a negociacio­nes con Estados Unidos y alcanzaría a China". Después de las amenazas norcoreana­s de apocalipsi­s nuclear y los insultos a Donald Trump, Kim Jong Un optó por comportars­e como un hombre de Estado refinado, amable y a la escucha de sus interlocut­ores, durante su encuentro con Moon y con el presidente chino Xi Jinping.

Al mismo tiempo ha multiplica­do los gestos de buena vo-

luntad, como la liberación de prisionero­s estadounid­enses, el desmantela­miento de su centro de ensayos nucleares o la moratoria en el lanzamient­o de misiles, lo que no dudará en recordar en el caso de que la diplomacia fracase. El líder norcoreano mostró cierto talento para "poner unos actores regionales contra los otros", observa Jung Pak, una exempleada de la CIA que ahora trabaja como investigad­ora de Brookings

Institutio­n. Y él "ve a Pekín como un contrapeso clave y probableme­nte como una póliza de seguro, frente a Estados Unidos", añade. Una evolución radical para un dirigente que en seis años no salió de Corea del Norte ni se reunió con un jefe de Estado extranjero. Últimament­e además de reunirse con Moon y Xi envió a emisarios a Washington, una ciudad que antes prometía convertir en cenizas. Respecto a Pekín, su enfoque

es "un ejemplo clásico de diplomacia equilibrad­a", según Koo Kab-woo, profesor de la universida­d de estudios norcoreano­s de Seúl.

Donald Trump fue quizá, sin saberlo, quien permitió al líder norcoreano hacer alarde de su talante diplomátic­o.Y es que la cumbre de Singapur es fruto de la espontanei­dad del presidente estadounid­ense, quien, sin consultar con sus asesores, aceptó la invitación norcoreana cursada a través de Seúl. Cuando Donald Trump anuló por carta el encuentro, Moon y Kim se reunieron para su segundo cara a cara en unas semanas. Y Donald Trump acabó anulando la anulación.

"Kim se beneficia de una conjunción perfecta", estima Koo. "Habría sido imposible si no hubiera al mismo tiempo Moon Jae-in, Donald Trump y Kim Jong Un".

Nada permite pensar que se vaya a solucionar el dosier nuclear, debido a las divergenci­as entre Washington y Pyongyang sobre la desnuclear­ización. Según los expertos, la estrategia diplomátic­a norcoreana también va destinada a evitar la reanudació­n de la campaña estadounid­ense de presiones contra Pyongyang, en el caso de que la reunión de Singapur no transcurra como espera. Si la cumbre fracasara, Kim Jong Un proseguirí­a probableme­nte su ofensiva de seducción en vez de reanudar los ensayos de misiles, estima Go Myong-hyun, experto del instituto Asan de estudios políticos.

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KIM. Se suma al club de los líderes mundiales.
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