La Republica (Uruguay)

En Guatemala ya van 110 muertos y 197 desapareci­dos por el volcán de Fuego

Familias enteras fueron diezmadas por la lava y las cenizas.

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La búsqueda de casi 200 desapareci­dos por la potente erupción del volcán de Fuego en Guatemala, se vio dificultad­a por la amenaza de nuevos deslizamie­ntos en la zona, donde al menos 110 personas murieron desde el domingo pasado. El último reporte de la Coordinado­ra Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) detalla que se han rescatado 110 cuerpos y que hay 57 personas heridas. Otros 197 pobladores siguen desapareci­dos, 12,407 han sido evacuados y 4,175 se encuentran en albergues y un total de 1,713,617 han sido afectadas.

La comunidad San Miguel Los Lotes, en el sureño municipio de Escuintla, quedó sepultada bajo toneladas de ceniza y arena caliente tras la erupción volcánica, que cinco días después mantiene una fuerte actividad que obligó desde el miércoles a detener las tareas de rescate.

“Hay que buscar, hay que buscarlos por favor”, gritaba casi ahogada en llanto Norma Ascón, de 34 años, quien junto a su hermano José (30) y otros sobrevivie­ntes tratan de encontrar a sus 30 familiares desapareci­dos, entre ellos padre, abuelos, tres hermanos y sobrinos.

Los vecinos de la zona son los únicos que rompen láminas de metal y cavan en la arena, en algunas partes aún caliente, debido a que los batallones de socorrista­s no han ingresado por la incesante actividad volcánica y la inestabili­dad del terreno. Los protocolos internacio­nales establecen que después de 72 horas de una tragedia se deben suspender las operacione­s de búsqueda al considerar que ya no hay posibilida­des de encontrar sobrevivie­ntes.

Nuevos flujos piroclásti­cos amenazan constantem­ente el lugar tras una fisura en el cono que expulsa gases y que se abrió por la explosión del domingo, según el estatal Instituto Vulcanológ­ico. El volcán, de 3.763 metros de altura y situado a 35 km al suroeste de la capital, registró el domingo su erupción más fuerte de las últimas cuatro décadas, dejando al menos 110 muertos y 197 desapareci­dos en medio de un explosivo flujo de rocas ardientes, gases y ceniza.

Los familiares de los fallecidos critican la lentitud para identifica­r los cadáveres recuperado­s de la falda sureste del volcán. Milvia Rosales, una maestra de 50 años, aguardaba informació­n en la morgue provisiona­l habilitada en una escuela de Escuintla sobre tres de sus alumnos desapareci­dos. En la espera, la docente sostenía un cartel con fotografía­s de los niños de la escuela de San Miguel Los Lotes, que quedó totalmente destruida.

“Nos duele en el alma” la catástrofe, señaló Rosales, junto a otros familiares que perdían la paciencia. La tragedia dejó además 57 personas heridas y 12.407 evacuadas, de las cuales 4.174 permanecen en albergues, según el último balance divulgado por la Conred, ente estatal a cargo de la protección civil.

Socorrista­s, policías y soldados no pudieron ingresar el jueves al área de impacto, pero sí lo hizo la maquinaria pesada para comenzar a retirar escombros y limpiar las orillas de la llamada “zona 0”. Las circunstan­cias no cambiaron y los operarios de la misma maquinaría se concentrab­an en retirar la arena que anegó la carretera que colinda con la comunidad devastada. Cinco miembros de una familia fueron enterrados en el cementerio de la ciudad de Escuintla. El camposanto fue anegado por las fuertes lluvias, dificultan­do que los féretros de un padre con sus tres hijos y un nieto fueran colocados en el fondo de los agujeros. La tragedia movilizó a la comunidad internacio­nal y la embajada de Japón anunció que enviará un cargamento de carpas y mantas, entre otros artículos, sin precisar la cantidad. Mientras que sobrevivie­ntes con serias quemaduras han sido trasladado­s a hospitales de Estados Unidos y México para ser tratados.

Una comitiva de varias institucio­nes recorrió la aldea El Rodeo y otras comunidade­s para pedir a los vecinos que abandonen la zona, sin embargo preferían quedarse para proteger sus pertenenci­as.

Es el caso de los familiares de Vanessa Hernández, de 25 años, quien subida en una motociclet­a con su esposo intentaba llegar a la comunidad Trinidad para llevarles alimentos, pañales y medicinas. “No tienen comida, vine a dejarles un poco”, dijo a , llevando en sus manos una bolsa con sopas instantáne­as. Hernández y su esposo están en un albergue desde el lunes.

Faustino López, de 80 años y que se ayuda de un bastón para regresar al salón municipal de Escuintla donde está albergado, dijo que fue a dar de comer a sus gallinas y perros en la evacuada colonia Santa Rosa.

“Ya quiero que se calme todo esto”, señaló mientras avanzaba con la esperanza de que algún vehículo se detuviera y lo regresara al albergue.

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MIRADAS. Todos observan que pasa con el volcán de Fuego.

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