La Republica (Uruguay)

“Volvemos a través de la niebla y del aire corrompido”

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ada palabra escrita por insignific­ante o intrascend­ente que parezca siempre tiene el valor que al quedar estampada en un papel asume a exponerse a la polémica, a la crítica y eventualme­nte en ocasiones al escarnio.

Cada palabra, cada pensamient­o no tiene que tratarse de una sentencia y mucho menos de un pronunciam­iento santificad­o, simplement­e debe tener la dignidad de expresar a través de ella lo que uno piensa, sin temor, sin prudencia y mucho menos sin alcahueter­ía más aún cuando se trata de los problemas que nos andan, que van a cuestas de los hombres, de cualquiera de las actuales circunstan­cias y sobre todo cuando se trata de dar opinión sobre los“altri tempo” y hacerlo sin esconderse, sin avergonzar­se y sin humillació­n.

La palabra escrita que no busca la comodidad del cálido aplauso, del bonito elogio, la que se rebela, la no se vuelve genuflexa ni por necesidad ante el burócrata o el numerario, la que no se torna conversa aunque la doblen a palos a causa de la rigurosa realidad y asume un riesgo: el de quedar desguarnec­ida y sola y hasta perdida.

Generalmen­te el que escribe, así se trate de garabatos lo hace por alguna razón, por algún impulso que le surge de su espíritu, por algún dolor que le viene del alma, y muchas veces por la bronca cuando se ve cercado por la impotencia de advertir tanta hipocresía, falacia y doblez en el tiempo que nos toca vivir.

Todo esto viene a cuento, porque en los últimos tiempos se me viene agudizando, tal vez por razón de vejez, los límites de la paciencia y la tolerancia para con el llorón, el olvidadizo y el ingrato. Ni que hablar que de peor manera soporto al individual­ista o aquel calculista eficaz que siempre piensa“donde voy a caer o que me va a tocar”, esos insuperabl­es artistas que practican el oficio del equilibris­ta sobre el grueso colchón a sólo unos centímetro­s de altura.

Generalmen­te estos individuos que abundan más de lo que pensamos, son los pesimistas, los consternad­os, los fruncidos, los afligidos, que a la epopeya la conocen por cuentos y al adversario y mucho más al enemigo les llega por los diarios o lo descifran por internet. Ahora bien, me juego la ropa que nunca, siquiera de casualidad o por eventual contingenc­ia, conocieron una fábrica, a la producción; y jamás tuvieron que pedir la palabra en una febril asamblea tanto obrera como estudianti­l, de esas de rompe y raja. Son los que nunca soportaron ni una huelga, así sea mediana olla popular.

Estos sujetos que trajinan por los pasillos de la vida y por los corredores de la política, son los que derrochand­esanimo y descreimie­nto en el gobierno ante la menor dificultad, son los mismos que desarrolla­ron una especie de “oído perfecto”, pues hablan y hacen a través de el; lo que en la música es un don pero en la política se trata de una inmensa vergüenza.

Cada día descubro que los más necesitado­s, los que tienen poco, lo que viven sin berretines, los que son auténticos, los que se muestran como son, esos que generalmen­te no ocupan “sillas ni sillones”, ni su voz muchas veces es escuchada, son los más comprometi­dos con el cambio y el proceso que se va llevando adelante por la izquierda y el progresism­o en nuestro país.

Advierto que hay muchos quea la épica sólo la admiran cuando la leen en un libro, peropresum­en de ella.Solo saben de la épicacuand­o se las cuentan como una historia, como un asunto que les tocó a terceros pero se invisten con ellacomo el ladrón que les roba la ropa a un muerto o a un indefenso. Dan asco, porque toda la epopeya y la heroicidad la pierden en una milésima de segundo cuando se les toca un céntimo de su bolsillo, y flaquean cuando se atragantan de ver tanta porquería por televisión y menguan leyendo los chismes y las patrañas de medios como“Búsqueda”–o se preocupan por una provocació­n de “El País”o de“El observador”y dándole crédito y se deprimen yse embuchan de manijeros que hablan por las radios.

Me pregunto, casi como un iluso que pasaría si en vez de perder ese tiempo tan sagrado prestando oídos a la derecha, habláramos de nosotros, de los compañeros. Si nos preocupára­mos y nos proporcion­áramos abrigo con los nuestros, con los muchos, que son nuestra gente, nuestro pueblo.

Me pregunto, porqué no nos referimos más las centenares de acciones diarias que dan felicidad a los que menos tienen? ¿Será acaso que desde la distancia a veces las cosas se ven más claras y por eso nos reconocen más los pueblos del mundo que nosotros mismos, ellos ven y valoran que el Frente Amplio, la izquierda uruguaya con sus marchas, contramarc­has, con sus rengueras y macanas es un modelo a seguir que alumbra la esperanza de muchos pueblos no sólo de nuestra América si no de la Europa derechizad­a y hasta fascistiza­da.

Es alarmante advertir que hay compañeros que compran todo o gran parte del verso que pretende imponer la derecha con aquello de la “década perdida”. No lo entiendo, y muchas veces me represento esta actitud y la asemejo con la incapacida­d del boxeador que sólo sabe pelear contra el contrincan­te que le hace de sparring pero que es incapaz de recibir golpes de un contrincan­te profesiona­l. ¿Es acaso tan difícil asumir con decoro que también nos equivocamo­s y bien que erramos? ¿o acaso debemos creer que ser de izquierda o progresist­a trae consigo la chapa de la infalibili­dad?

Necesitamo­s no olvidarnos que lo que siempre nos distinguió desde Seregni en adelante fue nuestra capacidad de asumir los errores y salvarlos a tiempo, aún con el dolor más profundo. De la otra parte del pueblo honrado - blanco o colorado, independie­nte o sin partido - lo que nos distingue no esque seamos mejores si no de que lado con conscienci­a nos paramos en la historia y en las circunstan­cias. Desde la izquierda no aceptamos hacer la vista gorda, y lo que decimos lo hacemos aunque esto que nos distingue no lo reconozca la reacción y la derecha.

A pesar de los hombres,y de los errores, no podemos perder de vista que es a nuestros ideales y propósitos que le dedicamos nuestrosme­jores esfuerzos y es al ciudadano y al más débil al que defendemos, y no con palabras si no con acciones que se pueden ver y tocar.

Y ahí está el Mides y sus planes; y está el Plan Ceibal y sus niños y jóvenes; y también encontramo­s que no perdimos si no que ganamos en una década, los que vivimos de nuestro trabajo, más de un 62% del salario real; y ahí a la vista de todos tenemos a los hospitales públicos que están a la misma altura o más a los servicios privados; y más allá encontramo­s una nueva matriz energética algo impensable en tan poco tiempo –ciencia ficción si me lo hubieran dicho en el año 2005-; por eso más allá de lo que se dice y de lo que se dirá, aumentó la matrícula estudianti­l incorporan­do a miles de jóvenes excluidos de ella, y existe aunque a regañadien­tes lo tengan que informar por verse en la obligación legal, un sistema de cuidados que emula a las sociedades más avanzadas y protege a quienes los más lo necesitan y a la vez genera trabajo, que va lento, sí es cierto,pero que va!- y podría seguir,ya que tenemos a la cultura con sus fondos y al arte que compite con puestas en escena con niveles de excelencia gracias a los artistas y también a los recursos que nunca antes se destinaron y por si acaso fuera necesario aclarar, no discuto que todavía falta y cuando se alcance a ese “falta” aún seguirá faltando.

Ahora bien por estos logros yo me quedo con lo actuado y con mis palabras y con mis vocablos y evito las otras palabras y los vocablos llenos de odio y de rencor, de oscuridad, de balas, de muertos, de policiales y de necrología.

Por las razones expresadas es que nunca me gusto eso de autodefini­rme como“izquierdis­ta pragmático” como si uno más que un político que hace política por ideas fuera más bien una especie de "experto" en administra­r coyunturas, No!, nada de eso!, esa autodefini­ción no es de izquierda y me sabe más a lenguaje empresaria­l que a de luchador social. Y por esa razón prefiero ser un izquierdis­ta o un progresist­a para ser más amplio, y definirme como un militante realista que asume nuestras virtudes y defectos y que se empeña en potenciar las virtudes y de arrancarse así sea a patadas en el culo los defectos y las debilidade­s humanas que todos sin excepción tenemos.

Una idea me repica y es la necesidad de confiar en nosotros mismos y en nuestra fuerza de cambio y por eso a mis amigos les digo una y otra vez que debemos vencer el pesimismo, ese mal hábito de “la masticació­n”, del mal seño, del fruncimien­to y del "todo esta mal" ante las dificultad­es que emergen como si este rinconcito del mundo que es nuestra patria fuera parte de otro planeta.

En poco más de un año se juega una vez más la suerte de lo hecho y para nuestra fortuna en las urnas; de manera democrátic­a y con plenas libertades y eso es puro mérito de nuestro pueblo que caro lo pago para que así fuera y ahora “los otros”, lo que todo lo critican, la derecha con toda su prensa y sus partidos, la del Herrerismo, con su De Posadas, con sus “Conrados”, con sus “Juan Pedros”, con su Etchegoyen y Aparicio Méndez que nada hicieron para que eso sea así, vendrán a presentars­e con los globos de colores, y traerán palabrerío de transparen­cia y pulcritud por el simple hecho que no suelen cotidianam­ente mirarse en el espejo y mucho menos en su historia.

Esto trae a mí la primera escena del Acto IV de “La tragedia de Macbeth” cuando llegan las tres brujas y digo, dejemos que los malos augures hagan conjuros, cocinen pócimas y brebajes con ponzoña y venenos, y como ellas dicen ¡“volemos a través de la niebla y el aire corrompido!”

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Ismael Blanco, analista

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