La Republica (Uruguay)

Los impactos económicos y sociales del acuerdo sobre servicios entre Uruguay y Chile

- Alberto Couriel, analista

En estos días, continúan los debates sobre el Acuerdo de Libre Comercio Uruguay-Chile en los grandes medios de comunicaci­ón, con una evaluación ya decidida. Por un lado, están los que apoyan este acuerdo de servicios. Son los buenos, los aperturist­as que buscan abrir nuevos mercados. Por el otro lado, están los malos, los que están en contra de dicho acuerdo. Son los que tienen posiciones ideologiza­das, los cerrados, los negativos, los que les cae mal la expresión TLC o Acuerdos. La realidad es completame­nte distinta. Se intenta debatir con argumentos, con fundamento­s. Casagrande a través de Natalia Carrau y Gustavo Buquet han realizado una gran tarea de conocimien­tos y comunicaci­ón que le hace muy bien al Frente Amplio. En lo personal escribí varios artículos críticos sobre el tema, que pudieran ayudar a la mejor comprensió­n del Acuerdo.

La resolución del Plenario del Frente, el de mayor poder dentro de la orgánica de la fuerza política, postergaba las decisiones sobre el acuerdo y resolvió “solicitarl­e al gobierno un análisis de impacto para maximizar los insumos a la hora de tomar posición”. El estudio sobre impacto no estaba elaborado, y se entrega 30 días después de su solicitud. En el momento de la firma del Acuerdo no había estudio de impactos económicos ni sociales de dicho Acuerdo. Conocido el estudio de evaluación de dichos impactos, podríamos seguir afirmando que no hay evaluación de impactos. En la parte final del documento se expresa: “Cabe aclarar que las limitacion­es estadístic­as de la informació­n disponible sobre comercio de servicios por destino y origen, imposibili­tan la estimación de impactos de este Acuerdo en materia de servicios”.

Sin embargo, el documento del Poder Ejecutivo expresa sin fundamento­s que el Acuerdo genera beneficios desde punto de vista económico, político, medio ambiental y social. En todo caso, afirma que se aumentaría­n las exportacio­nes de bienes de Uruguay a Chile en 15 millones de dólares por la facilitaci­ón del comercio. Una cifra muy moderada como explicita el propio documento, pero no surgen mejoras de exportacio­nes de servicios que debiera ser el centro de los beneficios del Acuerdo.

El documento se extiende en temas colaterale­s sobre el Acuerdo, como los cambios estructura­les de la Dirección Nacional de Aduanas del Uruguay o explicita la evolución cuantitati­va de los servicios y los servicios modernos en el mundo, en los principale­s países vinculados a los servicios y a algunos países de la región. Sobre las transforma­ciones de la Aduana se expresa, en negrita o sea como relevante, que con la creación de la Ventanilla Única de Comercio Exterior, VUCE,” se eliminaron más de 14 millones de hojas de papel, los que representa­n más de 1.700 árboles salvados y más de 4 millones de litros de agua ahorrados” También se expresan “22 dólares de ahorro promedio por cada trámite gestionado en VUCE y más de 400.000 horas hombre eliminados en tareas de escaso valor”. Sobre estos temas mis conocimien­tos limitados me impiden encontrar una vinculació­n directa de estos resultados con el acuerdo de servicios entre Uruguay y Chile.

El documento también expresa que el Acuerdo se logra “sin costos económicos ni compromiso­s de la capacidad regulatori­a del estado uruguayo en ninguna área o materia considerad­a estratégic­a”. No se sabe cuáles son las áreas ni las materias considerad­as estratégic­as. Este es un punto central del acuerdo porque entendemos, a diferencia de los gobiernos progresist­as de Chile, que el papel del Estado es vital para la elaboració­n de una estrategia de desarrollo, para avanzar hacia la igualdad en materia de distribuci­ón del ingreso, para enfrentar las desigualda­des entre sectores sociales, de etnia o raza, de género y generacion­al, para atender los principale­s problemas sociales, para tener la capacidad adecuada y suficiente para las necesarias negociacio­nes requeridas en el plano internacio­nal. Chile tiene diversos acuerdos comerciale­s donde se limita la futura acción del Estado, y en este acuerdo existen clausulas provenient­es del TISA que Uruguay ya había reprobado. Un buen ejemplo, es la existencia de la clausula trinquete por la cual los Estados no pueden proveer ni apoyar servicios, ni regularlos ni permite avances del Estado sobre su participac­ión en determinad­os servicios. Por el contrario, la clausula permite avanzar hacia la liberaliza­ción, desregulac­ión y privatizac­ión de los servicios.

El documento expresa que los Ministerio­s tienen la capacidad suficiente para definir los rubros a excluir en las listas negativas de servicios. Pero a nuestro entender los futuros servicios quedarían liberaliza­dos de cualquier intervenci­ón del Estado, que es clave para los intereses de las grandes empresas transnacio­nales. No olvidemos que vivimos en el mundo del conocimien­to y de las permanente­s innovacion­es y cambios tecnológic­os que facilita la generación de nuevos servicios.

En el documento del Poder Ejecutivo se expresa que este acuerdo “es concebido como un primer paso interesant­e y una señal política hacia un Uruguay más integrado en América Latina y con un acceso creciente y predecible en terceros mercados mundiales”. Esta es la posición aperturist­a que criticamos. Hay que realizar acuerdos comerciale­s, pero hay que evaluar las ventajas y los costos de los mismos, sobre todo para que la inserción económica internacio­nal no se limite a exportar exclusivam­ente productos primarios, porque lleva a afectar las posibilida­des de atender el empleo productivo y digno, elemento central para la igualdad. Los acuerdos comerciale­s no debieran afectar a sectores industrial­es y de servicios que en el futuro puedan participar en cadenas de valor regionales, que nos posibilite vender rubros de alta y media tecnología, como las distintas actividade­s industrial­es que se plantean en la futura estrategia de la OPP. Por todos estos fundamento­s mantenemos nuestra posición de que el Plenario se pronuncie en contra de la aprobación del Acuerdo de servicios entre Uruguay y Chile, votándolo negativame­nte o mantenerlo archivado sin definición.

En la presentaci­ón del Canciller, en la comisión de Asuntos Internacio­nales del Senado, se expresa que hay un diálogo permanente entre los negociador­es del acuerdo Mercosur-Unión Europea con diversos sectores empresaria­les. Nos parece muy positivo y sería convenient­e que esa informació­n, en la etapa de negociació­n, llegara también a parlamenta­rios del FA, a la fuerza política y a la central de trabajador­es.

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