El salario docente y la necesidad de una pausa
Los docentes y los maestros están en conflicto en el marco de la Rendición de Cuentas. Cuesta comprender que el déficit fiscal aumentó levemente y no cede (3,7%), que la región -especialmente Argentina y Brasilson dos bombas de tiempo de final incierto y que hace 4 años no se recuperan y por lo tanto el espacio fiscal es acotado. La prudencia y el sostenimiento del equilibrio económico y la salud de la economía es primordial en estos momentos; única forma de defender lo conquistado y estar en condiciones en el lapso más breve posible de retomar nuevos impulsos de desarrollo. Aún así, con un espacio fiscal pequeño las políticas sociales y en especial la educación siendo prioridad.
El conflicto es salarial, pura y exclusivamente salarial. Hacemos discursos los 365 días del año que lo que importa en educación son los resultados -en este caso que los niños y los adolescentes se eduquen, aprendan- pero cuando llega el momento de la verdad terminamos poniendo en el centro los “medios” para alcanzar esos resultados; el 6% de presupuesto para la educación y el salario docente.
El gasto en educación es actualmente del 4,8% del PBI cuando en el año 2007 era un 3,62%, en un contexto donde el PBI se ha cuadriplicado desde el 2005 a la fecha, por lo que llegar a porcentajes del 6% se hace más complicado. Como dijera acertadamente un jerarca gubernamental hubiese sido facilísimo llegar al 6% del PBI si este hubiese bajado como pasó en dos años consecutivos en Brasil.
El porcentaje del 6% es una medida de referencia, no es ni debe ser una regla sacrosanta, ni una panacea idílica que soluciona mágicamente los problemas. Tampoco es cuestión de abandonar la meta, máxime cuando el promedio de los países de América Latina es del 4,6% y nosotros estamos levemente arriba de ese guarismo. El gasto público medido en función del gasto total del Estado es un 14,1% mientras que en la región es de un 16,7%. Podemos advertir que hemos avanzado pero no lo suficiente, solo que en este momento, en este contexto y analizando fríamente objetivos vs posibilidades; estas últimas se nos plantean como una restricción.
El salario de los docentes (maestros y profesores) es otro de los temas en debate. Si gana mucho, si gana poco o si a lo largo de estos períodos han mejorado las remuneraciones docentes.
Nadie pone en duda que el salario docente es un elemento importante a la hora de considerar y reclamar una mayor calidad educativa. Tampoco nadie pone en duda que no es el único elemento.
El 85% de los docentes se encuentran en la órbita pública y la estructura del salario docente está compuesta por grados que van desde el 1 (recién ingresados) al 7 (los que tienen más antigüedad y/o calificación) y donde la antigüedad tiene una influencia importante sobre todo a la hora de pasar de un grado de otro y en el reparto de horas docentes.
De acuerdo a los datos obtenidos del Área de Estadísticas y Análisis de la Dirección Sectorial de Programación y Presupuesto de la ANEP un sueldo base de un Grado 1 en el año 2005 era de $10.581 y en el año 2014 de $17.894 y el de un Grado 7 en el año 2005 era de $16.636 y en el año 2014 es de $29.783; en precios constantes al año 2013 y en base a 20 horas de labor (4 horas por día de lunes a viernes). Maestros, profesores de 1er. y 2do Ciclo tienen pequeñas diferencias que no afectan las conclusiones.
El aumento “real” en el período 2005-2014 de un Grado 7 asciende a casi el 79% de su salario y del Grado 1 un 69%, resultando en aumentos muy por encima de la recuperación salarial del país.
Existen además otras remuneraciones. Primas por presentismo que en la medida que el docente no falte a las aulas es un 15% de ese salario por cada trimestre, primas por título docente para aquellos que son maestros o profesores titulados que cobran un 7,5% adicional y para los que trabajan en contextos vulnerables una partida adicional del 10%. Sumar una o más de estas partidas resulta significativo adicionado al salario base comentado.
Un docente puede tener un máximo de 48 horas semanales asignadas por lo que si bien el cálculo anterior no se duplica, anda bastante cerca de eso para aquellos que viven a tiempo completo de la actividad docente. Estamos hablando de salarios superiores a $60.000 o en ese entorno algo para arriba o algo para abajo, que si bien se trata de una remuneración claramente insuficiente para una profesión de tanta importancia tampoco es un salario indecoroso ni mucho menos. Muchos uruguayos y muchos profesionales uruguayos obtienen remuneraciones por debajo de esas escalas.
El reclamo de los gremios es llevar el salario de Grado 1 de $28.000 actuales sobre la base de 20 horas semanales a $36.000, un aumento del 29% real. Si se recuperó un 70% en un lapso de 10 años significaría recuperar en 1 algo menos de la mitad que lo que se recuperó en 10. Me parece un objetivo exagerado y para colmo en el peor de los momentos económicos.
Por último puede alguno justificar aumentar salarios cuando estos se encontraban totalmente deprimidos (anterior a 2005) como piso para empezar a conversar de mejoras reales en el tema educativo. Yo creo que no, que el mundo avanza tan rápidamente que no hay tiempo para nivelaciones, todo debe hacerse a la vez.
La educación ha tenido avances importantes en el período de los gobiernos frenteamplistas, más no ha tenido una reforma estructural, de fondo, con una mirada de mediano y largo alcance comprendida y compartida al menos por grandes mayorías. Además con la sensación que el dinero presupuestal tan importante que se ha volcado al tema educativo no tiene la misma correlación en tanto a la mejora que hemos logrado de él.
La educación necesita hoy una transformación de sus estructuras institucionales, de sus métodos de enseñanza, de sus contenidos, de sus actores y acompañando todo ese proceso de un presupuesto acorde a ese plan. Atado a resultados concretos y medibles, con el compromiso de todos, gobierno, sindicatos, padres, organizaciones vinculadas a la educación, públicos y privados.
Mientras eso no esté seguiremos discutiendo de salarios y de porcentajes y se seguirá postergando que tipo de estudiantes queremos que egresen, con que perfil y en que tiempos y fundamentalmente como atacamos la evidente inequidad que produce el sistema.
La plataforma está. Estos años no fueron en vano, se ha avanzado en la dirección correcta pero sin tocar los cimientos del sistema.
En épocas de mundial digamos que Uruguay necesita a De Arrascaeta para hacer una pausa y que su futbol salga más fluido sin locos avances ni descuidados retrocesos. En materia educativa es algo parecido, llegó el momento de la pausa para repensar el sistema y que el dinero que se vierta rinda más y mejor.