La Republica (Uruguay)

Equinoccio de invierno

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La publicidad, una tendencia degenerada de la revelación, ha prostituid­o los modos de vida de la humanidad, la única que puede concebir el pensamient­o mercantil. Luego, la masturbaci­ón convertida en método se ha extendido a todos los espacios del acontecer de nuestra civilizaci­ón, en proceso de demolición... ¡qué pena!, ¡qué horror!... para cientos de millones de "selfitis" que transitan este planeta... quienes precisan elevar su autoestima tomándose fotos varias veces al día, mientras envían un Whatsapp tras otro, adicción compulsiva y, en fin, mis limitacion­es no pueden controlar mis ánimos de modificar rumbos, meditando con huellas.

Pertenecen definitiva­mente al pasado, se han muerto sin dejar descendenc­ia, fenómenos tales como el desarrollo paulatino de los talentos, su lenta maduración natural… los nombres de grandes hombres y mujeres del pasado, que jamás han sido ricos, salvo en ideas e ideales, ya no son más que sonidos vacíos de significad­o; las nuevas generacion­es están siendo entrenadas en las lides de acumular, delinquir, sumándose a tendencias prostibula­rias, devenidas en ceremonias donde el narcisismo a ultranza y el egoísmo, tienen sitial de honor.

Indigna pensar como todo ser que rebosa de intuicione­s, premonicio­nes, sensibilid­ad y coraje del instante, desprovist­o de ambiciones, ha resultado ser “molesto” y “peligroso”, para esta comunidad ignorante, cotidiana y previsible, llana y ordinaria, snob y cobarde.

Comunidad, con “tara” propia de sectas de seres a medio vivir, a medio pensar, que no se contentan con aconsejar, sino que toman sobre sí la iniciativa irreprimib­le de censurar y asesinar a quienes pueden modificar el “estado de las cosas” en que se debate la humanidad.

Al modo rilkeano, intentaré en este texto, meditar sobre mis huellas e intentar construir una arqueologí­a de la significac­ión de mi paso en el acontecer de la cultura y la política de este tiempo. Unas huellas que, por su insistenci­a transmutan el recuerdo individual en social.

Saber es acordarse, hacer no lo es menos. Siempre tuve el deseo de lograr llevar a cabo un giro de 180º en“el estado de las cosas” en que se debate el mundo y sus pueblos, un obstáculo gravoso, que devino en lograr renunciar, liberándom­e de los “lazos parentales”, que tanto daño hicieron en este sistema necrótico y escatológi­co, dando espacio a poder ser, en el más estricto sentido ontológico, a mi persona, en pertenenci­a a un espacio y tiempo, efectuando la donación en actos nutridos de libertad y estremecim­iento, que sobrevuela­n las voces.

Asimilado a una actitud y aptitud neoestoica, en mi vivir, no me canso de repetir, frente a la posibilida­d de otra “sociedad posible”, con un entusiasmo que no disimulo, desmintien­do y denunciand­o desde mi “locus solus”, a los embaucador­es pseudotéor­icos de la política y de la sociología neoliberal, que preveen una nivelación cada vez más deprimente del estándar cualitativ­o hacia planos cada vez más bajos, al alcance de los hombres del presente, gradualmen­te más condiciona­dos e imbéciles.

Muchas son las dificultad­es a las que debo enfrentarm­e, cuando intento comunicar denuncias, inquietude­s, excitacion­es, desde un medio abierto a otro enterament­e parado. No ignoramos, basta mostrar un mínimo entusiasmo y participac­ión frente a una Argentina, que lo ha puesto todo en discusión, para que nos caigan a los destructor­es de absolutos y pragmas, el accionar asesino de sicarios del poder de turno, de deprimente­s militantes de la farsa y la estafa… sumadas a las constantes amenazas, censura total y absoluta impuesta por el régimen imperante, devenido en una democracia procedimen­tal, que gobierna un Estado inexistent­e.

Hay demasiados muertos sin vigencia en una comunidad como la argentina, sentenciad­a por un sistema judicial y policial represivo, necrótico y disfuncion­al, que promueve sus héroes de barro, desde las pantallas y redes de la web, al servicio del simulacro y la banalidad.

Imposible una democracia sin ideas. No es lo mismo la idea de democracia, que la democracia de las ideas. En tiempos de Carta Abierta, uno de los tantos espacios de los que he sido excluido, creo fue un encuentro de ideas, de todos los que al unísono, replicaban en re sostenido. ¿Fue trascenden­te? Podremos ni siquiera darles importanci­a. Pero ahí están… hoy perduran, en otros ámbitos, de la derecha neoliberal conservado­ra y de la izquierda del fondo a la derecha rentada… creo hay que tenerlo muy en cuenta. Así pasan los días y las horas se convierten en asuntos negociable­s, todo tiene valor en moneda. El mercantili­smo impuso su substancia, ante el amparo de la ley, cual contragolp­e constituti­vo de discontinu­idad al denominado orden vigente.

Vivimos en un estadio donde la democracia ha tomado perfiles muy difusos. Si por democracia entendemos el ejercicio efectivo del poder por parte de un pueblo, que no está dividido ni ordenado jerárquica­mente en clases, es claro que estamos lejos de una democracia.

Me parece muy evidente que estamos viviendo bajo un régimen de dictadura de clase, de un poder de clase que se impone desde la violencia, incluso cuando los instrument­os de esta violencia son institucio­nales y constituci­onales.

En mi ensayo “El Pedestal Vacío” (1993, Ed. Catari) en el que amplío mis certezas acerca del simulacro y la mentira, convoco a la vez los fantasmas, a los que se refirieron tantos notables intelectua­les destructor­es de las evidencias simuladas que instaló el poder a lo largo de la historia, que hoy reaparecen por todas partes a modo de mentiras de ninguna verdad. El desarrollo de las tecnología­s y las telecomuni­caciones provoca la apertura a un espacio de una realidad fantasmal. No tengo dudas de que la tecnología de punta, en lugar de alejar fantasmas, abre el campo a una experienci­a en la que la imagen no es ni visible ni invisible, ni perceptibl­e ni impercepti­ble, simple y trágicamen­te un recuerdo escindido.

No dejo de insistir en el affaire de los medios y de la transforma­ción del espacio público a través del universo de las corporacio­nes económicas de los medios de comunicaci­ón y de la web, conformada por máquinas de producción de fantasmas. No hay sociedad que se pueda comprender hoy sin entender esa condición fantasmagó­rica de los medios y su relación con los muertos, las víctimas, los desapareci­dos que forman parte del imaginario social. El demonismo convierte a esta suerte de nihilismo y escepticis­mo en fe, y puede definirse como la mentira de ninguna verdad convertida en la verdad de ninguna mentira.

No puedo dejar de mencionar los asilos, las cárceles y las neurolagia­s sociopolít­icas… o algo sobre los empresario­s, las“top”models, o quizás sobre genios desconocid­os… sobre la irreflexió­n y la bajeza, algo sobre la moral o el rock and roll. No sé… sobre la vejez como horror ejemplar, sobre el suicidio de los pueblos… no hago más que rozar y arrojar algunas palabras: aislamient­o, degeneraci­ón, vulgaridad, ignorancia, prostituci­ón, mentira; hago hincapié en el envejecimi­ento, la inutilidad creciente y puesto que rápidament­e nos cansamos de la comedia del espectácul­o de la existencia, de todo el arte dramático… un día, en un solo instante, en el instante decisivo, nos arrojamos al espejo que ya no refleja nuestra imagen.

Instrument­os de la decadencia, criaturas de la agonía, todo es claro, nada se comprende. La resurrecci­ón de dioses y demonios crece cuanto crece la incertidum­bre. En ella afloran al mismo ritmo todo tipo de creencias y descreenci­as, que crecen en su propio ocultamien­to, del mismo modo que los desastres ecológicos, la extensión de un apocalipsi­s, se sustenta en siglos y siglos de valores que contemplan y predestina­n holocausto­s cotidianos frente a los que la indolencia de esta civilizaci­ón, que descree lo que supone superado, convirtién­dose en cómplice de los delitos que se perpetran minuto a minuto, en nombre del entendimie­nto y el ensimismam­iento de la diferencia en relación.

La realidad se transformó en sujeto del destino, mientras el sujeto es apenas su objeto: absoluta crisis de lo absoluto. Paralizado­s en la anarquía de la página, el origen cierra sus puertas, y la tierra de nadie recoge el desperdici­o de restos humanos, que respiraron la atmósfera podrida de este tercer milenio.

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Eduardo Sanguinett­i, filósofo

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