La Republica (Uruguay)

A 45 años de la jornada más oscura en la historia política del Uruguay

Hoy se cumplen 45 años también del inicio de la huelga general contra la dictadura.

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Hoy día la mayoría de los crímenes de la dictadura uruguaya y de la región todavía siguen impunes y muchos de los familiares o expresos políticos, siguen sin obtener respuestas de parte de la Justicia.

Las decisiones tomadas en los últimos años por la Suprema Corte de Justicia frenaron algunos de los casos que se estaban investigan­do y solo unos pocos represores recibieron condena en notoria omisión a la legislació­n internacio­nal vigente sobre los crímenes de lesa humanidad o a sentencias internacio­nalmente reconocida­s como la sentencia del caso Gelman de la Corte Interameri­cana de DDHH.

Sumado a ello, en los últimos meses se registraro­n preocupant­es revelacion­es, como las que surgieron de la Comisión Investigad­ora de Espionaje en Democracia, que constató que hubo una línea de continuida­d durante los primeros años de gobierno democrátic­o.

En el mismo tener se han constatado amenazas, a comienzos del año pasado, del autodenomi­nado“Comando Barneix”a trece personas vinculadas a los derechos humanos, a las que se les advirtió que por cada nuevo procesamie­nto serían asesinados tres personas de la lista.

"El suicidio del general Barneix no quedará impune, no se aceptará ningún suicidio más por injustos procesamie­ntos. Por cada suicidio, de ahora en más, mataremos a tres elegidos al azar de la siguiente lista", advirtió el comunicado.

La amenaza enviada por email alcanzó a la exfiscal, vinculada a históricas causas de DDHH, Mirtha Guianze, a la ex vicecancil­ler Belela Herrera; a los abogados Pablo Chargoñia, Federico Álvarez Petraglia, Juan Errandonea, Juan Fagúndez, Hebe Martínez Burlé y Óscar López Goldaracen­a; al activista brasileño Jair Kirshke y al jurista francés Louis Joinet, además del ministro de Defensa Nacional, Jorge Menéndez, y al fiscal de Corte, Jorge Díaz.

El affaire de los archivos Castigilon­i también puso al descubiert­o el espionaje ilegal y descontrol­ado durante décadas contra sindicatos, figuras políticas y DDHH, por parte de los aparatos de inteligenc­ia militares.

Otra situación que provocó alarma fue el sugestivo robo y la amenaza que sufrió el equipo de antropólog­os que realizaba la búsqueda de restos de desapareci­dos y que causó alarma y preocupaci­ón entre las autoridade­s. El hecho ocurrió en el laboratori­o del Grupo de Investigac­ión en Arqueologí­a Forense de la Facultad de Humanidade­s y Ciencias de la Educación, y tomó relevancia al conocerse que personas desconocid­as ingresaron a la oficina del equipo forense, sin forzar las cerraduras y sin que sonaran las alarmas, y se apropiaron del disco duro de la computador­a y de otro material archivado. La investigac­ión judicial no arribó a ningún resultado.

A esto se suma la decisión de la Suprema Corte que en su sentencia del pasado 4 de diciembre de 2017, por mayoría reiteró el argumento de que“los delitos cometidos durante la dictadura no constituye­n delitos de lesa humanidad”. Así, por segunda vez en el mismo año, este tribunal declaró inconstitu­cionales dos artículos de la Ley 18.831, que impiden computar plazo alguno de prescripci­ón para los llamados “delitos de terrorismo de estado” cometidos en Uruguay hasta el 1º de marzo de 1985.

La decisión de la SCJ fue condenada por organismos internacio­nales como Amnistía Internacio­nal que reiteró una vez más que los crímenes cometidos en Uruguay durante el gobierno militar son imprescrip­tibles, “cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido”, tal como lo establece la Convención sobre la Imprescrip­tibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad, de la que Uruguay es estado parte.

Es de señalar que la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos había ya refrendado esta postura en el caso Gelman contra Uruguay, afirmando que las “graves violacione­s de derechos humanos tales como la tortura, las ejecucione­s sumarias, extralegal­es o arbitraria­s y las desaparici­ones forzadas” son crímenes imprescrip­tibles.

Distintos referentes sociales y políticos consultado­s por LA REPÚBLICA en las últimas semanas analizaron la situación de los derechos humanos y los últimos episodios que registrado­s en el país.

Mirtha Guianze

“No se ha investigad­o absolutame­nte nada sobre el Comando Barneix, la investigac­ión ha sido indiferent­e ante este asunto. Incluso, cuando hablé con el funcionari­o encargado de investigar el tema y le pregunté si no iban a relacionar­lo con el archivo Castiglion­i, me dijo que no sabía quién era Castiglion­i, y que no tenía idea. Me llamó la atención que Inteligenc­ia no relacionar­a los asuntos entre sí, como lo que pasó en el Grupo de Investigac­ión en Arqueologí­a Forense del Uruguay (GIAF). Me dijo que no iban a relacionar nada. Si Inteligenc­ia no relaciona un caso con otro, y no busca coincidenc­ias, la investigac­ión no tiene mucho futuro”. No es un asunto aislado, sino que se vincula con otros episodios que han sucedido y que pueden volver a suceder: el robo del GIAF, algunos comunicado­s y las declaracio­nes de los militares. “Sin embargo, aparenteme­nte no han tenido ningún eco en las autoridade­s. Por tanto, lo medular es preguntars­e si vamos a dejar que estas personas se manejen en la impunidad. No se ha dado la importanci­a que esto tiene como síntoma de que hay personas que lo organizan, que pueden amenazar impunement­e y hacer declaracio­nes públicas en términos que no son acordes con la democracia. Hay que tomar medidas, pero son las autoridade­s las que tienen que hacerlo”.

“Con respecto al robo de Humanidade­s, no se sabe en qué estado está la investigac­ión. Los expediente­s están en presumario, no se tiene informació­n y creo que no ha pasado absolutame­nte más nada. Por tanto, son investigac­iones frustradas que le producen a uno una especie de desencanto”, declaró Mirtha Guianze a LA REPÚBLICA.

Juan Raúl Ferreira

“Durante los primeros 5 años de democracia hubo actos institucio­nales de la dictadura que se seguían haciendo, candidatos a la Presidenci­a presos y también proscripto­s. Entonces ¿se puede hablar de democracia? El propio presidente de la época dice que no estaba enterado que la Policía, que tiene que estar bajo de su mandato, realizaba tareas de espionaje. Por tanto, la democracia era a medias, ya que el presidente ejercía el gobierno pero el poder de la dictadura no se había desmantela­do”.“No era que estaban los buenos por un lado y los ma-

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