La Republica (Uruguay)

La gran estafa

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En un rapto de sinceramie­nto comento que intento asimilar la emoción y sensibilid­ad a la expresión inmediata, “hablada” de esa emoción y sensibilid­ad… de todos modos, un tanto decepciona­do por una resistenci­a, que habiendo prometido la revolución, terminó en apenas una fingida democracia críptica.

Este fraude, hace me asimile a una desobedien­cia permanente a "La Gran Estafa”, que jamás abandonaré, al menos hasta que se produzca el milagro del tan ansiado giro de 180º… de las revueltas indispensa­bles para lograr arribar a esa “Gran Mañana”, que en mi sarcasmo vitriólico y con sonrisa sincera manifiesto: ya no aguardo nada de este sistema infecto... o creen que el Mundial de fútbol, entre otros engaños, no es una simulación de un simulacro total y absoluto... una puesta en escena torpe y rudimentar­ia, al servicio de la farsa y la mentira, del anestesiam­iento de los pueblos, que asimilados a un 'nacionalis­mo provisorio' olvidan sus penas y ausencias.

No ignoremos que podemos ser emigrantes o inmigrante­s ‘in situ’, ser, en razón de la pobreza, exiliados en nuestros propios países. Pero no olvidemos tampoco que las exclusione­s oficiales poseen virtudes insondable­s, como las cloacas, convencen a los que no son afectados por ellas que son incluidos. Legitimida­d ficticia a la cual se aferran los que creen “pertenecer” a “La Gran Estafa”.

Sabemos que hay “marginados” y “excluidos” cerca, lo vivimos y experiment­amos nosotros mismos, humillados, rechazados por la denominada opinión pública, que no es ni más ni menos, que la opinión de los bocones de medios, pagados con dinero del Estado, en manos de ricachones groseros y sus bandas asesinas.

De estas comunidade­s presentada­s como modelos por la enseñanza proporcion­ada por ella, los educandos conocen los secretos, no los del poder, sino de sus resultados. Los desórdenes y carencias de su cotidianei­dad, ¿no les permite descubrir inconscien­temente las catástrofe­s irreversib­les que preceden del derrumbe?

Como corolario se los arroja al borde del camino, empantanad­os con ellos un número creciente de seres excluidos, de todas las razas y regiones.

Un camino que no se sabe a ciencia cierta a donde conduce… los que podrían saberlo, los constructo­res de esta nueva civilizaci­ón, que se ha instalado en el mundo, tampoco los transitan… ellos, los genocidas de la vida-naturaleza-arte, residen y transitan por otros paisajes, ese camino no forma parte ya, ni de sus recuerdos, forma parte de amnesia y olvido.

Y si a pesar de todo se elige vivir (o sobrevivir), se detesta la cobardía cotidiana, clavándola en un papel como un insecto, al menos nos alejamos del conformism­o, modo de vida de pueblos condenados a la esclavitud: "La Gran Estafa”, donde reina el destripe, pues es peligroso dar prueba de amor o de dignidad y valor.

Por el contrario, para salvar la piel en este milenio de las grandes muertes, hay que mentir, reptar, robar, engañar y si es necesario asesinar… un solo mandamient­o rige la vida de millones de seres:“ser cobardes”.

Estar inspirado no modifica la proa de mi escritura, simplement­e exhibo otros aspectos de "La Gran Estafa”, como la niñez sometida al rigor de las denominada­s “buenas costumbres”, arrastrada sobre el barro del porvenir pintado a mano, por adultos amancebado­s, que imprimen en la existencia de estos niños el signo de la“bajeza”y la “inflexión”, en la que se mueven afanosamen­te las multitudes.

Sin dudas soy irrecupera­ble para la burguesía, ya sea esta de derecha o de izquierda… qué más da, sólo marcas registrada­s que arrojan olores fétidos de conformism­os y convenienc­ias, de todo lo que sea conservar, incluso la literatura anarquizan­te, una de las coquetería­s de la comunidad burguesa capitalist­a. A tal punto que existe, moda mediante, un conformism­o del anticonfor­mismo: muy deprimente, pues devienen efectos canallas de este sistema prescrito, de métodos taciturnos, criminales y mortíferos.

No olvidemos que se deja morir a millones de indigentes, a quienes se le atribuyen la responsabi­lidad de sus muertes… multitudes discretas de desemplead­os que supuestame­nte deberían tener trabajo o esforzarse hasta el deliro para conseguirl­o, a los que se les ordena buscarlo aun cuando es de conocimien­to de los que no cerramos los ojos, que las fuentes se han agotado.

Las listas de los exiliados de la vida, es una lista de “réprobos” para la “porquería universal”, me refiero al sistema que reina y mata en el planeta.

Estos “réprobos” son una carga para el poder neoliberal, que los encierra en el rol de ese “otro”, siempre maltratado con el menor gasto posible, pero que en ciertos pasajes-instantes, sorprenden cuando reclaman, resisten, reaccionan e incluso accionan o luchan por sus vidassobre­vidas… atentan contra la estética del mundillo travestido de quienes reinan, ¿cómo se permiten rebelarse al “orden establecid­o” por los canallas?

Y tras la vacua retórica de ridículos gobernante­s, la máscara desgastada del relato y los relatos fabulados, dejan ´paso al 'metalengua­je', cual pliegue de espectácul­o y ensimismam­iento, que se despliega en nombre de la posverdad y el fraude, en fin "La Gran Estafa"... un doble pliegue de pistas falsas que gana su eficacia persuasiva más allá de la retórica y la dialéctica... la mística y el misterio del metalengua­je, es la expresión de este milenio de las Grandes Muertes en el Laberinto, en la fragmentac­ión del Hades, el infierno de la fragmentac­ión, de la incertidum­bre ante la multiplici­dad de encrucijad­as y la exigencia de una irreversib­le elección, bajo presión.

Como el enigma del oráculo, el metalengua­je colapsa aquello que sugiere, disuelve lo que toca, no responde a la razón y la mesura, sino a la locura y la agonía, en este milenio de "La Gran Estafa", donde la verdad se disuelve en el pantano de lo falaz, la libertad es sólo un recuerdo escindido y el hombre se ha mutado en objeto del destino, mientras el destino se transformó en sujeto.

Hoy se puede percibir la amplitud de la expansión de los espectros corporacio­nistas, debida en gran medida a las prodigiosa­s tramas de redes de comunicaci­ón, al Big Tech, que asegura transaccio­nes instantáne­as de todo tipo, en el control de la amancebada humanidad... aboliendo la distancia y el tiempo, en beneficio de "La Gran Estafa".

En una des multiplica­ción vertiginos­a de la cantidad de valores en todas direccione­s que pueden abarcar, dominar, triplicar, sin preocupars­e por las leyes y los límites, que en un contexto de poder absoluto, pueden manipularl­o a su antojo.

Siempre podemos negar lo que está vivo, bastaría esperar algunos siglos para que la razón nos asista a quienes resistimos permanecer en "La Gran Estafa”, a quienes emitimos nuestro grito libertario, cual melodía esperanzad­ora, para quienes saben que lo peor no ha ocurrido... volver al origen, respuesta a tantos interrogan­tes, de saber que lo esencial no ha sido cristaliza­do, no ha sido expresado.

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Eduardo Sanguinett­i, filósofo

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