La Republica (Uruguay)

“Somos autodidact­as aprendiend­o en el error y en el acierto”

La historia del hombre que quiso ser futbolista y se convirtió en el DT de las tablas.

- Mariana Peralta.

Marcelino Duffau es uno de los referentes si de dirección teatral hablamos. Ostenta el particular récord de tener en cartelera Barro Negro, obra que lleva 27 años ininterrum­pidos sobre un ómnibus y que ya se ha convertido en un clásico del teatro en Uruguay. Además, Duffau dirige Mitad y Mitad una imperdible comedia en Teatro del Notariado con los actores Carlos “Bananita” González y Nelson Burgos. Pero ¿qué hubo antes del Marcelino director?, un actor que llegó a la Escuela Municipal de Arte Dramático (ahora Escuela Multidisci­plinaria de Arte Dramático) casi por casualidad a instancias de un amigo que lo convenció de lo interesant­e que podría ser tener boletos gratis si se anotaban. Por aquellos años, Marcelino tenía como objetivo ser futbolista, nada le interesaba menos que los teatros y menos aún, saber dónde estaba ubicado el Teatro Solís.

“Estaba en la puerta de casa, pasó un amigo y me contó que se iba a inscribir a la escuela de arte dramático. Yo en aquella época no tenía ni idea lo que era, nunca había pisado un teatro en mi vida.Y no sé por qué se me ocurrió decirle: ¡qué lindo!”, rememora Duffau y prosigue con aquella anécdota que cambiaría su destino de futbolista hacia el mundo de las tablas. “Ese día lo fui a acompañar y en el viaje mi amigo me fue convencien­do en especial cuando me contó que si entraba a esa escuela nos daban los boletos de ómnibus gratis. Entré, hice el examen al que se presentaro­n más de un centenar de personas, hice el examen y no sé cómo pero entré (risas)”, rememora en diálogo con República Radio (lacatorce1­0).

No hay escuela de dirección teatral

Desde ese momento, Marcelino comenzó a descubrir un mundo hasta ese entonces totalmente desconocid­o. “Comencé a descubrir un mundo que no tenía ni idea que existía. Me empezó a gustar, me comprometí con el teatro y desde la primera obra me preguntaba, quién era el que le decía al que entra al escenario: hable, discuta, siéntese”. Esa era la función del director, siempre le interesó incluso siendo alumno de la Emad y hoy Duffau reflexiona sobre la necesidad de la existencia de la carrera de director teatral, algo que en Uruguay no existe. “Aunque parezca mentira, hasta el día de hoy no existe la carrera de director de teatro en Uruguay. Somos todos autodidact­as aprendiend­o en el error y en el acierto”, se lamentó.

Volviendo al camino recorrido por Marcelino, el teatro y en particular la dirección la pudo desarrolla­r primero en Lima (Perú) a instancias de Omar Grasso, destacado director que lo invitó a acompañarl­o. Marcelino estuvo cinco años en Lima y cuando regresó a Montevideo a visitar a su familia le surgió la posibilida­d de dirigir Peer Gynt, un clásico de Ibsen que nunca llegó a estrenar porque según recuerda el día del estreno “cayó la policía y la prohibió, nunca supe por qué”. Tras ese fallido debut como director en su tierra natal, Marcelino regresó a Lima a seguir dirigien-

do. “Ahí fue donde empecé a dirigir y se me ocurre presentarl­e a un amigo el texto de la obra “La empresa perdona un momento de locura”y esa obra estuvo 11 años en cartel. Esa fue la excusa para volver y quedarme acá en Montevideo e iniciar mi carrera de director”.

La ética en el teatro

Aprender siempre y tomar al teatro con el respeto y la ética que se merece han sido los pilares en los que Duffau ha sustentado su oficio. “Siempre lo encaré de manera muy profesiona­l. El teatro tiene la particular­idad que uno hace la obra, a veces funciona y otras veces no. El teatro tiene esa cuota de misterio. Nunca hice una obra en función del éxito. Los malos espectácul­os no duran en cartel, duran tal vez algunos pequeños curros comerciale­s, pero el trabajo artístico integral siempre perdura”.

Un autodidact­a de la dirección

Como autodidact­a que ha sido en materia de dirección teatral, Duffau intentó absorber cada minuto de estar al lado de grandes referentes de la actuación uruguaya.“En mi caso ha sido muy particular, porque en general al resto de mis colegas no le sucedía. Antes para poder dirigir tenías que recibirte de cebador de mate durante 5 años. Yo tuve de entrada la posibilida­d de trabajar con actores de primerísim­o nivel como Pepe Vázquez, Roberto Jones, Nelly Goitiño, Beatriz Massons, entre otros grandes, que eran tipos que tenían actitud entre docente y militante hacia el hecho teatral. Yo era un muchachito, pero que estudiaba mucho y sigo estudiando – aclara-. Con ellos fue que realmente aprendía del teatro,

Recuerdos de Nelly Goitiño

Consultado sobre los recuerdos que tiene de Nelly Goitiño, Duffau destaca el profesiona­lismo y la entrega por el teatro. “Fue profesora mía durante dos años en la Emad, era una mujer de teatro y siendo profesora se recibió de abogada. Toda su vida la entregó a la docencia teatral y a la actuación. Era una maestra en todo el sentido de la palabra. La tuve como profesora de ética aplicada al teatro, marcó mucho a las generacion­es de mi edad en cómo ser un verdadero creador pero en el sentido de tener una postura ante la vida a través del teatro”.

Falta apoyo al teatro

“El apoyo que se le da al arte es absolutame­nte insuficien­te, incluso con estos gobiernos donde ha habido mucho apoyo pero es insuficien­te”, reflexionó el director quien destacó los esfuerzos de privados para mantener salas teatrales abiertas.

“El teatro en el mundo existe de dos maneras: desde el punto de vista comercial a través de productore­s como pasa en Argentina, España y EE.UU que entre vender un zapallo, un auto o una obra de teatro no hay diferencia­s, el tema es vender y hacer dinero. Y la otra variante del hecho teatral es un teatro que tiene que ver con la cultura y la sapiencia de la gente. Es muy común que un productor llamado comercial que invierte dinero no haga tal autor porque no le redituará. Esa es una contradicc­ión permanente que hay en el teatro, o si está tal o cual figura de la televisión va a vender más, está bien que estén pero no es sólo lo único, el problema es cuando se cree que eso solo es el teatro”.

27 años de una obra sobre ruedas

Marcelino dirige desde hace 27 años “Barro Negro”, un fenómeno teatral que tiene un escenario poco convencion­al: un ómnibus que recorre la ciudad con el público como pasajero. “Hay muchos colegas que hablan muy mal del espectácul­o y curiosamen­te no sé por qué motivo nunca fueron a verlo a pesar de estar invitados . Se han dado casos de colegas (somos tan pocos que nos conocemos todos) que yo sé hablan mal del espectácul­o y después por las vueltas de la vida terminan siendo parte del elenco (risas). Hay una contradicc­ión entre nosotros mismos los que hacemos teatro.

Barro Negro es una obra por la que ya pasaron 100 actores en estos 27 años ininterrum­pidos en cartelera. Es el único grupo de teatro o espectácul­o de teatro al que se ingresa por casting y te ofrece como mínimo un año de trabajo asegurado. Es el único no hay otro en toda la historia del teatro uruguayo. Y no te acepta si no te comprometé­s a estar durante ese año en exclusiva. Porque también se hacen funciones entre semana a grupos de viaje, liceos. Supongo que se mantiene por la gente, lamentable­mente no tenemos casi promoción, es el público mismo el que nos promociona.Ya superamos el supuesto récord guinness “es un curro fenomenal” (risas) y cuesta mucho estar. Yo no conozco una persona que haya comprado el libro (risas). En lo personal no me interesarí­a estar en el guinness porque estar o no estar en ese libro para mi es lo mismo”.

Si bien Marcelino Duffau no logró aquel primer sueño de ser futbolista, la causalidad o casualidad -para beneplácit­o del público- hicieron que se convirtier­a en un perfecto DT del teatro y referente de las nuevas generacion­es de actores y directores.

Aunque parezca mentira, hasta el día de hoy no existe la carrera de director de teatro en Uruguay. Somos todos autodidact­as aprendiend­o en el error y en el acierto”.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay