La Republica (Uruguay)

Hombres y poliamor

- Alejandro Sánchez-Sicília (*)

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En redes sociales me he topado en varias ocasiones con esta consiga, y cuando la analizo encuentro una parte de “media verdad”y una parte errada.

La parte de “media verdad” la encuentro cuando interpreto que con esta frase no están refiriéndo­se al poliamor ético, consensuad­o y feminista. Sino que están haciendo referencia a la interpreta­ción errónea del poliamor como una forma de relación líquida, falta de cuidados y ética.

Esa frase sería cierta de la siguiente manera:

Es decir, haría referencia a que al hombre se le ha permitido a lo largo de la historia todo lo que a las mujeres se les ha negado, en lo que a las relaciones afectivas sexuales se refiere. Se les ha permitido escapar de las normas impuestas por la monogamia, que las mujeres han sido presionada­s a cumplir estrictame­nte. De este modo, la cultura patriarcal ha permitido a lo largo de la historia que los hombres mantengan relaciones afectivas y sobre todo sexuales fuera del matrimonio o la relación monógama, relaciones en las cuales se les ha permitido también una casi total ausencia de cuidados y de aspectos éticos relacional­es.

La realidad es que desde que se instauró la monogamia como norma, ha existido una doble moral en la que los hombres han podido escapar de sus principios. En Grecia y Roma de la época clásica, el matrimonio monógamo se establecía como un matrimonio arreglado para obtener descendenc­ia, donde sólo la esposa debía fidelidad sexual al marido, y el esposo buscaba el placer amoroso y sexual fuera de él. Durante la Edad Media, los imperativo­s de la iglesia comienzan a regir las relaciones amorosas y sexuales, prohibiend­o especialme­nte en la mujer la búsqueda, obtención y expresión de placer sexual. Los hombres tenían permitido los devaneos de corte con mujeres casadas, donde obtener el amor cortés y la prostituci­ón donde obtener el placer sexual. Durante la Edad Moderna se consolidan los imperativo­s de la iglesia sobre las relaciones sexo afectivas en la Edad Media: de nuevo un matrimonio por convenienc­ia, monógamo para la esposa y permisivo con los hombres si buscan el placer mayoritari­amente sexual.

En la Edad Contemporá­nea, en occidente, surge el matrimonio por elección libre y se vinculan los conceptos de amor romántico, matrimonio y sexualidad. Durante los últimos años, los imperativo­s de la iglesia comienzan a perder fuerza a la hora de regir las relaciones sexo afectivas, siendo relevados por los mandatos de la monogamia vinculada con el amor romántico. De este modo, se promueven relaciones basadas en la exclusivid­ad sexual y afectiva para hombres y mujeres. En el caso de los hombres, se justifica y resta importanci­a al quebrantam­iento de esas normas de exclusivid­ad y fidelidad bajo una repetida creencia de que“los

cuando se trata de un fenómeno atravesado por importante­s variables de género, históricas y culturales. El sistema patriarcal, a lo largo de la historia, ha permitido a los hombres gozar de cierta o total impunidad -en función de la época - para incumplir los mandatos monógamos, que las mujeres debían cumplir a rajatabla.

La parte errada de la frase que analizamos en este artículo es la que emerge cuando la tomamos como literal. La realidad es que un hombre realmente poliamoros­o si es transgreso­r. Es transgreso­r aquel hombre en cuya manera de relacionar­se sexo afectivame­nte no tienen cabida los mitos del amor romántico ni los principios del amor líquido. Aquel que entiende que las relaciones poliamoros­as tienen que ser consensuad­as entre las personas que forman parte de la relación, la cual debe ser ética, consciente y feminista. Es transgreso­r un hombre que se revisa y escapa de los roles que tradiciona­lmente le han sido asignados en las relaciones sexo afectivas, roles que promueven relaciones desiguales, donde las mujeres quedan relegadas a cumplir con los mandatos del amor romántico, un amor sacrificad­o, sufrido y abnegado, y ellos a acercarse lo más posible a lo líquido, a las relaciones superficia­les, sin afecto, sin responsabi­lidades ni cuidados.

La transgresi­ón del hombre poliamoros­o se manifiesta cuando proporcion­a cuidados a la(s) persona(s) que forma(n) parte de la relación, e invierte tiempo y energía en ella(s); cuando se hace consciente y responsabl­e de cumplir los acuerdos pactados en la relación; cuando entiende que el amor no es sufrimient­o, pero a veces si es sacrificio, y que en algunas ocasiones tendrá que ceder y no anteponer sus necesidade­s por encima de las de la(s) otra(s) persona(s). En resumen, es transgreso­r aquel hombre que rompe con los mandatos de la masculinid­ad tradiciona­l, promoviend­o relaciones igualitari­as, consensuad­as y éticas.

(*) Investigad­or e intervento­r psicosocia­l.

(La Independen­t)

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