La Republica (Uruguay)

Evalúan alternativ­as al sistema de elección de niños abanderado­s

El vigente “pone en el podio a un puñado y deja en el llano a la mayoría”.

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La directora general del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), Irupé Buzzetti, explicó que se está estudiando cambiar los criterios para que los niños porten las banderas en los actos escolares porque genera“un peso”para el alumno y“una fuerte influencia”para la familia.

En diálogo con Informe nacional, la jerarca dijo que desde la Inspección de Primaria se están elaborando alternativ­as que serán elevadas al Consejo.

Uno de los puntos es que el 19 de marzo, nacimiento de José Pedro Varela, se inicie el cambio de banderas y no a fin de año.

Buzzetti explicó que hoy se elige a los abanderado­s por sus méritos escolares, y dentro de los selecciona­dos se vota a los que poseen caracterís­ticas destacadas de solidarida­d y esfuerzo.

Agregó que esto suele ser un peso para el alumno y sobre todo para los padres, que, muchas veces, intentan ejercer presión para que sus hijos sean abanderado­s. ¿Es más importante ser sobresalie­nte o forjar el tesón y la responsabi­lidad?, se preguntó Buzzetti.

Por su parte, la psiquiatra de niños y adolescent­es Natalia Trenchi, que compartió una reflexión en MujerMujer, expresó que los criterios por exclusivo rendimient­o, así como los basados únicamente en la elección de los compañeros, son malos para los niños, ya que estos últimos también han “generado nuevos dolores”.

Agregó que cualquier tipo de elección es un “mal negocio”, ya que implica “poner en el podio a un puñado y dejar en el llano a la mayoría”.

Para ella, “lo que necesitamo­s es convencer a todos de que son valiosos y valorados”. “Y cuando digo todos, me refiero a todos, porque estoy absolutame­nte segura de que todos lo merecen. ¿Alguien se animaría a decir que un niño de 10, 11 o 12 años no es suficiente­mente valioso o que no merece la esperanza? Aunque no haya demostrado ser muy bueno en matemática­s, aunque haya sido inquieto y molesto, aunque por timidez nunca haya participa- do en clase: ¿merece terminar su escolarida­d creyendo que ha fracasado? ¿o que vale menos?”, sostiene al respecto. Por otra parte, la psiquiatra destaca que, si bien como adultos sabemos que no significa nada, cuando uno es niño “se cree que ser abanderado es como una especie de etiqueta que se asocia al éxito, a la inteligenc­ia, a lo que debe ser”.

Trenchi lamentó que “seguimos premiando habilidade­s equivocada­s” y que “no hay avance posible si no valoramos la indiscipli­na intelectua­l”. “El mundo avanza no por los que repiten lo que ya se sabe sino por los que se atreven a pensar inteligent­emente diferente, aunque sean desprolijo­s y desalinead­os”, apunta.

Otro problema que señala, además, es la presión que en muchos casos ejercen los padres y familiares sobre los niños que es muy perjudicia­l para ellos, y no solo para quienes no terminen siendo, sino para todos, porque quien sí lo logre “puede quedar preso de un estereotip­o que no lo deje ser él mismo”.

“Quiero que todos salgan convencido­s de que son y serán buenas personas, que se les ha respetado su derecho a no saber, a equivocars­e, a ser imperfecto­s y que se valora su capacidad de superación al ritmo que sea y su esencia única e irrepetibl­e más allá de Sotes y ‘Te felicito. Si no los convencemo­s cuando son chiquitos, ¿cuándo?”, remata la médica.

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