La Republica (Uruguay)

La carne argentina, entre la recuperaci­ón y el impacto ambiental

“Los productore­s no saben cómo disponer los residuos sólidos del feedlot y hacen lo que pueden", afirman los expertos.

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La carne vacuna es uno de los símbolos que han identifica­do históricam­ente a Argentina. Tras años de vacas flacas, la producción y las exportacio­nes crecen, igual que el debate sobre el impacto ambiental de la actividad, que está en el radar de los ecologista­s y de los actores productivo­s.

El problema de las emisiones de gases de efecto invernader­o (GEI) de la ganadería, que son metano y óxido nitroso, se planteó desde la Cumbre de la Tierra de Río Janeiro de 1992.

Pero “Argentina costó mucho que se lo tomara en serio”, dijo a IPS el veterinari­o Guillermo Berra, que lideró el primer grupo investigad­or del tema en el gubernamen­tal Instituto Nacional de Tecnología Agropecuar­ia (INTA).

“La intensific­ación de los procesos de producción a través de ‘feedlots’, o corrales de engorde, ha mejorado los rendimient­os últimament­e y por eso ha contribuid­o a reducir la emisión de GEI, pero ha generado otro problemas, que es la contaminac­ión de suelos y aguas subterráne­as”, explicó.

De acuerdo al último Inventario Nacional de GEI, que Argentina presentó el año pasado ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CNMUCC), la actividad agropecuar­ia, incluida la deforestac­ión, genera 39 por ciento de las emisiones totales.

Si se profundiza en los datos surge un detalle significat­ivo: la ganadería es el subsector de mayores emisiones, por encima del transporte, con 76,41 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2) equivalent­es, o un 20,7 por ciento del total.

La llamada “fermentaci­ón entérica”, que hace referencia al metano que el ganado vacuno libera a la atmósfera como resultado de su proceso normal de digestión, es el principal rubro.

Sebastián Galbusera, profesor de Economía Ambiental en la Universida­d Nacional de Tres de Febrero, dijo a IPS que “estos resultados no deberían sorprender en un país donde la actividad agropecuar­ia es clave. Pero nos indican la complejida­d que presenta el desafío de reducir las emisiones”.

“El objetivo debe ser mejorar la productivi­dad de los sistemas ganaderos. El índice de destete, que refleja la proporción de vacas que produce el ideal de un ternero por año que está listo para ser engordado, es de 60 por ciento, cuando en Estados Unidos es del 85. Mejorar ese índice significar­ía producir más carne con las mismas emisiones”, agregó.

Argentina supo ser el mayor exportador mundial de carne vacuna a comienzos del siglo XX. Sin embargo, la ganadería no experiment­ó en las últimas décadas el mismo desarrollo tecnológic­o que la agricultur­a, que le ganó espacio y la condenó a esos corrales de engorde al aire libre o zonas marginales.

Osvaldo Barsky, investigad­or de la historia rural en Argentina, detalló a IPS que“con la incorporac­ión de tecnología­s y variedades, la agricultur­a se expandió sobre las mejores tierras”.

“En la ganadería los procesos fueron más lentos e incluso hubo momentos de mucho retroceso, como cuando el presidente Néstor Kirchner (2003-2007) prohibió temporalme­nte las exportacio­nes para contener los precios internos”, explicó.

Como resultado, “se produjo una gran baja en la producción, se perdieron 10 millones de cabezas y vecinos como Uruguay y Paraguay nos superaron en el mercado internacio­nal”, detalló Barsky, mientras Brasil logró convertirs­e el último bienio en principal exportador mundial de carne de res, además de avícola.

Hoy, la carne es uno de los escasos sectores de la actividad económica donde el gobierno de Mauricio Macri puede mostrar números favorables de su gestión, comenzada en diciembre de 2015.

Como reflejo de esas noticias positivas, el propio Macri, de hecho, encabezó el 16 de este mes la reunión bimestral de la Mesa Nacional de Carnes, que reúne a distintos actores estatales y privados.

De acuerdo a datos oficiales, en los primeros cinco meses de este año Argentina exportó 60 por ciento más de carne vacuna que en el mismo período de 2017: 121.277 toneladas contra 75.934.

De hecho, proyeccion­es oficiales difundidas el 19 de julio indican que el país exportaría este año 435.000 toneladas de carne vacuna, con lo que superaría por primera vez en años a Uruguay y Paraguay, aunque muy lejos de Brasil que vendería a mercados externos unos dos millones de toneladas.

Actualment­e, la mitad de las exportacio­nes de carne argentina van a China. Le siguen como destinos Rusia, Chile, Israel y Alemania, en ese orden.

Las exportacio­nes alcanzaron 1.200 millones de dólares en 2017 y el gobierno aspira a que se acerquen a 2.000 millones este año.

La producción también está creciendo, aunque a ritmos menores.

El consumo interno promedio de carne vacuna en este país de 44 millones de habitantes, que llegó a acercarse a 80 kilos anuales promedio por persona, bajó por la competenci­a de otras carnes, pero sigue siendo alto. Se ubica en 59 kilos, según números actualizad­os del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina.

En ese contexto advierte Berra:“Si queremos seguir exportando en el largo plazo, la producción ganadera no solo deberá ser eficiente en términos económicos sino que tendrá que ser ambientalm­ente sustentabl­e y sociableme­nte responsabl­e”.

“Argentina, a futuro, puede quedar en posición desventajo­sa en términos comerciale­s si se implementa­n restriccio­nes de carácter ambiental”, agregó.

En este sentido, un papel fundamenta­l lo juegan los corrales de engorde. La ganadería extensiva y su imagen de las vacas pastando en campos abiertos es cada vez menos habitual.

En los 90 desembarca­ron en Argentina estos feedlots, como les llama localmente, que permiten producir carne de manera intensiva, en menos tiempo y con menos espacio.

Actualment­e, entre 65 y 70 por ciento del ganado vacuno que llega a los mataderos en Argentina sale de esos corrales, dijo a IPS el gerente general de la Cámara Argentina de Feedlot, Fernando Storni.

“La actividad en Argentina es relativame­nte nueva y todavía se están diseñando las reglamenta­ciones. La disposició­n de los residuos pecuarios solo está regulada en una provincia (Córdoba)”, agregó. Storni aseguró que “somos consciente­s de que hay que trabajar en mitigar los impactos porque las exigencias van a ser cada vez más mayores a nivel internacio­nal”.

“El objetivo debe ser mejorar la productivi­dad de los sistemas ganaderos. El índice de destete, que refleja la proporción de vacas que produce el ideal de un ternero por año que está listo para ser engordado, es de 60 por ciento, cuando en Estados Unidos es del 85. Mejorar ese índice significar­ía producir más carne con las mismas emisiones”

Sebastián Galbusera.

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