La Republica (Uruguay)

Hay más muertes por suicidio que por accidentes de tránsito o por homicidios

Según los especialis­tas, Uruguay tiene tasas altas de suicidio con respecto a la región. A pesar de estas espantosas cifras, sostienen que siguen existiendo en la sociedad mitos que dificultan su prevención.

- Lucía Barrios

U n tema intenciona­lmente ignorado por la sociedad y que causa un sufrimient­o irreparabl­e a millones de personas es el suicidio. En el mundo, más de 800.000 personas se suicidan cada año y Uruguay no escapa de esa terrible realidad: una persona se ha suicidado cada catorce horas en los últimos veinte años. Además, por cada persona asesinada, hay dos y tres que se autoelimin­an.

Lo cierto es que comparado a la región, Uruguay tiene tasas altas de suicidio y en cuanto al resto del mundo presenta cifras medias, según lo que declararon a LA REPUBLICA la psicóloga Cristina Larrobla Méndez y el sociólogo Víctor González. A pesar de estas espantosas cifras, los especialis­tas señalaron que siguen existiendo mitos en torno al suicidio que dificultan su prevención. Dos ejemplos de estas creencias falsas que existen en la sociedad se visualizan en las siguientes afirmacion­es: “el que se quiere matar no lo dice” y “los que intentan matarse no desean morir, sino que llaman la atención”. “Sin embargo, en realidad se sabe que de cada 10 personas que se suicidan, 9 manifestar­on claramente sus intencione­s. Lo que pasa es que si no toleramos o no podemos hablar de la muerte difícilmen­te podamos captar las manifestac­iones de la persona. Además, nunca tengo que subestimar la expresión de la idea de la muerte cuando otro la verbaliza. Debo prestar mucha atención y tomarlo muy enserio”, reflexionó Larrabla.

“Tenemos más muertes por suicidio que por accidentes de tránsito o por homicidios”

Según la especialis­ta, los datos que publica la Organizaci­ón Mundial para la Salud plantean que a nivel mundial la tasa promedio anual es de 16 suicidios/100.000 habitantes, si observamos ese valor para la Región de las Américas, la tasa promedio pasa a ser de 7,3 suicidios/100.000 habitantes. Sin embargo, Uruguay se ubica entre los 7 países con mayor tasa de suicidios de la región luego de EEUU, Canadá, Trinidad y Tobago, Suriname, Cuba y Guayana. “Si bien el MSP divulgó las cifras del 2017 en donde se dio un leve descenso en la tasa, en comparació­n con 2016, seguimos presentand­o valores muy altos. Tenemos más muertes por suicidio que por accidentes de tránsito o por homicidios”.

Asimismo, señaló que nos se puede perder de vista el hecho de que Uruguay presenta índices de subregistr­o bajos en comparació­n con otros países de la región. Esto significa que se pueden encontrar países con cifras bajas porque su sistema de registro no es confiable.

Lo que se viene observando es una tendencia al aumento en la población cada vez más joven, explicó Larrobla. Sin embargo, en Uruguay la tasa más alta la tiene la población de 60 años o más.

En la misma sintonía, González afirmó que Uruguay, frente al contexto latinoamer­icano, tiene tasas altas de suicidio y en cuanto al resto del mundo presenta cifras medias.

Los factores de riesgo

El suicidio es un fenómeno multicausa­l, ya que son varios los factores que pueden llevar a que una persona tome esta decisión, que pueden ser del orden personal, familiar o económico, explicaron Larrobla y González.

Sin embargo, ninguno de ellos es por sí solo determinan­te, en general se suceden una serie de eventos que en determinad­o momento cobran mayor dimensión. “Cuantos más factores de riesgo tiene una persona, mayor probabilid­ad tiene de llegar a tomar la decisión. Es decir que, cuanto más expuestos a situacione­s de vulnerabil­idad estamos, mayor riesgo se tiene de pensar que la única solución que tengo para acabar con mi sufrimient­o es terminar con la vida que llevo. Porque la persona que está en esta situación lo que siente es un gran sufrimient­o psíquico, de no poder sostener más una situación desde el punto de vista emocional”, explicó Larrobla.

La especialis­ta puso el ejemplo de cuando una pareja se separa: “Allí se rompen o disuelven vínculos y estructura­s como es la de la familia, que de alguna manera nos sostienen emocionalm­ente. Por tanto, en estas situacione­s perdemos lo que se llama “redes de contención”. Si además, tiempo después, una de esas personas -en general son los hombres- pierde el trabajo, se agrava la situación ya que sigue la línea de pérdida de vínculos, lugares de inserción social y medios de sobreviven­cia. En estos casos, la persona queda más aislada de los círculos sociales de reconocimi­ento y de pertenenci­a. Esa suma de factores puede desencaden­ar, junto con otro suceso vital estresante por el que se transite, que la persona decida que de esa forma no se puede seguir viviendo. Otro ejemplo son las enfermedad­es terminales e invalidant­es, ya que son situacione­s que no todo el mundo puede sobrelleva­r”.

Por su parte, González señaló que es un fenómeno principalm­ente masculino: “el 75% de los suicidas son hombres”. Además, señaló que en la tercera edad hay una presencia importante de casos de suicidio en personas que tienen enfermedad­es que limitan su autonomía. “En el caso de los jóvenes, encontramo­s una presencia del uso problemáti­co de drogas”.

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, otros factores de riesgos son los conflictos, desastres, violencia, abusos, pérdidas y sensación de aislamient­o. Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerable­s objeto de discrimina­ción como son los refugiados, migrantes, las comunidade­s indígenas; la comunidad LGBT y los reclusos.

¿Por qué no se habla del suicidio?

“No se habla del suicidio como no se habla de la muerte

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