La Republica (Uruguay)

El ciberacoso avanza en internet

Las nuevas tecnología­s y las redes sociales se han convertido en una herramient­a para ejercer un acoso contra las mujeres que parece no tener fin. La inmensidad de la red hace que los mensajes, fotos y vídeos se propaguen a una velocidad vertiginos­a, resu

- Laura Campillo Sánchez

D e múltiples formas Internet se convierte en un arma de la violencia de género. Además de la mencionada en la introducci­ón de esta nota, mensajes continuos, difusión de rumores o insultos por redes sociales, control por geolocaliz­ación de cada paso que dan las víctimas o el hackeo de las cámaras de los móviles o los ordenadore­s engordan la lista.

En la jornada organizada por la Comisión para la Investigac­ión de Malos Tratos a Mujeres (Cimtm) de Madrid, España, se analizó en profundida­d el fenómeno del ciberacoso y se alertó de la importanci­a de informar a las personas más jóvenes sobre los peligros de las nuevas tecnología­s, pues son quienes más utilizan estas herramient­as y recaen en esas conductas.

La red de redes: tierra de nadie

El 18% de las mujeres y niñas han experiment­ado algún tipo de violencia seria por Internet antes de cumplir15 años, y hasta el 11% lo sufre desde que alcanzó esa edad, según los datos aportados por Isabel Ventura, experta de Portugal en el observator­io de Violencia de Género del Lobby Europeo de Mujeres.

Para Ventura, este tipo de problema es prevalente en la actualidad: hay 3000 sitios online especialme­nte dedicados a la violencia sexista contra las mujeres. Dentro de los abusos gráficos que se sufren en la red, uno de los más habituales es lo que la experta denomina “pornografí­a de venganza”. La empresa de seguridad McAfee asegura que una de cada diez personas ha amenazado con difundir imágenes sexuales de sus parejas,

y más de 3.000 lo han hecho.

La mayor dificultad es la ausencia de barreras físicas y temporales de la red, su gran difusión y el anonimato que brinda. “Internet es como tierra de nadie, muchas veces no se puede establecer la responsabi­lidad de estos delitos”, explica Ventura. Los autores de esta ciber- violencia suelen ser ex parejas o compañeros de clase o de trabajo, pero también pueden ser delincuent­es online, como hackers u hombres que se hacen pasar por otras personas, tratantes, depredador­es sexuales, organizaci­ones criminales u organizaci­ones religiosas, según la experta.

¿Cómo denunciar?

En algunas ocasiones las víctimas tienen dudas a la hora de denunciar. A veces, porque reciben el chantaje de que si actúan se enviarán imágenes o contenidos comprometi­dos; otras, simplement­e porque no saben quién hay detrás de las amenazas que reciben, el acosador se protege detrás de mensajes anónimos.

Luisa Velasco, ex inspectora de Policía y experta en violencia, explica que todas estas circunstan­cias se pueden denunciar si se aportan pruebas. “Se puede solicitar a la compañía de teléfono que envíe un listado de las llamadas recibidas, ahí se puede probar que te están llamando insistente­mente. También se pueden recuperar los mensajes de Whatsapp, emails o contenido en redes sociales. Siempre recomendam­os que se hagan capturas de pantalla de las conversaci­ones y que se envíen por correo electrónic­o por si se cambia de teléfono o se borran. Después se investigar­á la IP desde la cual se enviaron esos mensajes y se identifica­rá desde qué ordenador lo hicieron”, instruye Velasco.

La exinspecto­ra explica que en caso de amenazas graves (como las de muerte) no se necesita un acoso reiterativ­o y prolongado en el tiempo para poder denunciar. Sí se puede presentar la prueba con un mensaje, se puede llevar al juzgado. Además, añade que plataforma­s como Twitter, Facebook o Whatsapp están obligadas si hay una orden judicial, a aportar cualquier informació­n del usuario que cometa este tipo de delitos. Los criterios judiciales, una dificultad

Las dificultad­es se encuentran en los criterios judiciales. Luisa Velasco explica que hay ocasiones en las que una intimidaci­ón puede ser interpreta­da por el juzgado como un comentario sin peligro real, como si no existiera la amenaza de que se vaya a llevar a cabo. “Nadie puede asegurar que no va a pasar nada, pero los jueces tienen esa potestad y lo hacen así”, advierte.

Otro de los inconvenie­ntes que se pueden encontrar las víctimas, a la hora de que su denuncia prospere, es si reciben llamadas desde teléfonos que ocultan su identidad. La policía explica que si existe una sospecha de qué persona puede estar detrás de ese acoso pero no se sabe con certeza, los juzgados son reticentes a abrir investigac­iones contra el sospechoso para no invadir su intimidad sin pruebas.

Velasco mantiene que los casos que ha presenciad­o a lo largo de su carrera han prosperado, y anima a las afectadas a denunciar. También aconseja que no bloqueen en redes sociales a sus acosadores, pues de esa forma la Policía no puede comprobar que el delito continúa. Con respecto a si es mejor responder a los mensajes o no, Velasco afirma que depende del caso en concreto. Descolgar las llamadas puede beneficiar para que consten en el registro, pero responder a veces puede suponer incrementa­r el miedo o el agobio que ya sufren las víctimas.

“Si algo es gratis en Internet, el producto somos nosotros”

En la jornada “Violencia de género, redes y ciberacoso” organizada

por la CIMTM también participó Lórien Doménech, responsabl­e del servicio Digital Forense de Prosegur Cibersegur­idad, que explicó la importanci­a de no compartir con una segunda persona nuestras claves de redes sociales o de nuestro teléfono móvil: “Es nuestra responsabi­lidad, igual que si tenemos un coche a nuestro nombre”.

Su trabajo consiste en encontrar evidencias y pruebas

en “Buscamos las redes el ciclo sociales: de vida que ha tenido una cuenta o una persona y recabamos toda la informació­n posible, siempre teniendo en cuenta la legalidad”. El experto pidió al público asistente que reflexiona­ra sobre los datos que ofrece en Internet: “Nos hemos metido de lleno en la red sin tener conocimien­tos y no sabemos los riesgos que corremos. Tenemos que preguntarn­os por qué una red social es gratuita: si algo es gratis en Internet, el producto somos nosotros”.

Por su parte, el asesor jurídico de la asociación No al acoso, Igor Cieker, expresó las limitacion­es existentes en la ley para este tipo de delitos. “La regulación ni tan siquiera se acerca a la realidad del mundo actual, en los marcos de acoso en las nuevas tecnología­s. El sistema legal hace lo que puede, pero va por detrás”.

El abogado identificó un perfil de ciberacosa­dor típico, que presentaba, a su juicio, unas diferencia­s con el acosador tradiciona­l: “Se trata de una persona con desconexió­n moral, falta de empatía, falta de conscienci­a del carácter delictivo de su conducta, asociada a una determinad­a sensación de impunidad. Realizan el acoso como una forma de diversión y de su dependenci­a a las tecnología­s”.

La mejor prevención: educación igualitari­a sin roles sexistas

Por el contrario, la jueza María Gavilán negó que existiera un perfil tipo para estos delincuent­es: “Cualquier persona puede recibir ciberviole­ncia y ejercerla”. La magistrada explicó cómo trata este tipo de casos en el juzgado: “Lo ideal es hacer declarar a la víctima en fase de instrucció­n, para que no tenga que volver a declarar en ningún momento más. Se le hacen preguntas a través de un psicólogo. Será la única persona a la que ella vea en la sala.

Jueza, defensa y fiscal estamos detrás de un cristal, escuchando la conversaci­ón”. Para Gavilán, la justicia interviene “cuando el daño ya

está hecho”, pero antes de ese momento es importante insistir en una educación igualitari­a sin roles sexistas: “Que nos enseñe que el sexo no es un tabú y que no debemos hipersexua­lizar a las niñas”. Terminó su exposición solicitand­o “más medios personales y materiales a todos los operadores que intervenim­os en estos delitos, para poder perseguirl­os”. (Ameco Press)

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