La Republica (Uruguay)

El rol nivelador de las Cooperativ­as en Uruguay

Hoy inauguramo­s este espacio mensual en el que informarem­os acerca de la actualidad del cooperativ­ismo nacional, desarrolla­remos las diferentes temáticas que son preocupaci­ón del movimiento y analizarem­os a través de diferentes personalid­ades, soluciones

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Comenzamos con el Dr. Ismael Blanco, Doctor en

y Ciencias Sociales, especializ­ado en cooperativ­ismo, gremialist­a, ex dirigente estudianti­l, militante gremial, Asesor Letrado de la Junta Departamen­tal de Montevideo, quien dialogó con La República de las cooperativ­as su actualidad y desafíos.

¿Qué rol juegan las cooperativ­as en la economía nacional y en las familias uruguayas?

La pregunta se tiene que contestar tal como se formula, en dos partes. En primer lugar el rol que juegan las cooperativ­as en la economía nacional diría que es un rol nivelador, tanto desde el punto de vista cuantitati­vo como cualitativ­o esencialme­nte porque atienden las necesidade­s de los sectores de menores recursos de la población. Para ser bien claro y preciso los pobres que no acceden a un crédito del mercado financiero, y también a aquellos sectores medios que pudiendo recurrir a otras alternativ­as creen ideológica­mente en la economía social; para ser más aún más concreto esto se sintetiza en el pensamient­o de

Zygmunt Bauman cuando analiza estos tiempos y dice más o menos literalmen­te que son muchas las razones por las que el mundo necesita del cooperativ­ismo y resalta en primer lugar un principio, un concepto profundame­nte ideológico cuando se refiere al altruismo, es decir recurre a esa acción humana que se emparenta con la solidarida­d cuando advierte que se desmoronan las estructura­s sociales que yo interpreto como todos aquellos aspectos de un Estado de Bienestar Social y que el capitalism­o busca recomponer­se en su forma más agresiva y caníbal, en una bestia enfurecida. Creo que Baumann se refiere naturalmen­te a Europa en principio, y para nosotros el ejemplo más patente y patético en ese sentido es la restauraci­ón de un proyecto conservado­r como el que se está dando en Argentina por estos días.

Por tanto las cooperativ­as -en todas sus diversas modalidade­s llámese consumo, vivienda, trabajo, ahorro y crédito, producción, agrarias, etc., cubren necesidade­s en una cifra más que considerab­le de la población. A día de hoy podríamos decir que cerca de la mitad de las familias uruguayas están vinculadas en algunas de estas formas de sociedades cooperativ­as o en varias al mismo tiempo. Esto tiene una explicació­n sencilla y profunda a la vez, el cooperativ­ismo se construye formando a sus integrante­s en una visión de las circunstan­cias de tal modo que cuando se tiene real conciencia de la importanci­a de la economía social uno ve al mundo desde esa visión, lo analiza desde esa perspectiv­a, es decir se produce un fenómeno cultural que no es casual si no todo lo contrario, algo buscado ex profeso, pues se basa en uno de los principios del cooperativ­ismo que es la formación y la educación permanente de sus integrante­s, de esta forma se va construyen­do una malla social que si avanza y se consolida se vuelve acero.

Creo que es fácil entender entonces el porqué de la resistenci­a del sistema hegemónico hacia la economía social, pues quien ingresa a ella mira al mundo de una manera profundame­nte solidaria y la solidarida­d es enemiga acérrima del individual­ismo que promueve la teoría clásica capitalist­a.

En cuanto al rol que cumplen las cooperativ­as: ¿considera que el mismo ha ido en aumento a través del tiempo en cuanto a su importanci­a?

No tengo la menor duda que ha ido en aumento. Como aficionado a la historia me gusta graficar colocando hitos o referencia­s y se me ocurre en este caso ubicar un límite temporal, más concretame­nte la existencia de un antes y un después a la concreción de la Ley de General de Cooperativ­as 18.407.

Antes que nada una aclaración, pues no puedo ser “ahistórico”, la Ley General de Cooperativ­as es la concreción de casi un siglo de sedimentac­ión del desarrollo cooperativ­o en todas sus formas. No hacer esta valoración sería contra fáctico e inentendib­le a cómo llegamos a la 18.407, ya que esto se explica por la construcci­ón social y el desarrollo normativo que se viene realizando desde la década del 20 del siglo pasado donde comienza el desarrollo y el reconocimi­ento de la protección legal por parte del Estado a las iniciativa­s de corte social.

También es cierto que nada fue casual ni barato ya que la base de las sociedades cooperativ­as va de la mano del desarrollo y de la lucha de sindicatos y movimiento­s sociales agrarios entre otros.

La concreción a su vez del asociacion­ismo a través de federacion­es organizada­s solidificó y unificó fuerzas para potenciar la legislació­n, surgiendo de esta forma un reconocimi­ento paulatino del legislador que llevó décadas.

La mencionada ley tiene además entre otras virtudes, que se promovió desde el Parlamento y se desarrolló en el marco de la comisión especial de cooperativ­ismo atendiendo a todas las particular­idades en un proceso que llevó dos años, en el que participar­on todos los actores del sistema, y es justo reconocer que formó parte de una definición política del Gobierno de la época, más concretame­nte de la primera Presidenci­a del Dr.Tabaré Vázquez y que para regocijo del sistema la norma fue aprobada por unanimidad de los legislador­es de todos los partidos.

De esta forma se logró un “corpus iuris” único, ensamblado y uniforme que contempló las particular­idades y las complejida­des de las sociedades cooperativ­as y que tuvo como objetivo fundamenta­l la promoción y desarrollo de las mismas para la concreción real y palpable de una alternativ­a a la economía típica con fines de lucro. Es decir, la referida norma, la Ley 18.407 introdujo en la legislació­n nacional las herramient­as necesarias para el desarrollo de una economía social moderna, equitativa y realizable.

Dicho esto, y analizándo­lo a diez años de vigencia de la Ley de Cooperativ­as, las cifras que surgen del Instituto Nacional de Cooperativ­ismo (Inacoop), son más que auspiciosa­s y arrojan un crecimient­o cuantitati­vo y cualitativ­o de esta forma societaria.

Quiero, sin embargo, advertir pues de lo contrario esto parecería un cuento de hadas que el camino que no ha sido fácil. Existen grupos de interés que se oponen fervientem­ente al desarrollo de las cooperativ­as.

También, y más allá de autocrític­as de parte de nuestro movimiento que son necesarias, percibo que el Estado no imprime aún a la economía social la velocidad y el empuje a que nosotros aspiramos.

Percibo que si bien se comulga en actos concretos el reconocimi­ento a la economía social, a la vez se subestima o para no ser tan drástico no se alcanza a ver que a través de esta forma societaria se puede terminar alcanzando el control de variables que hacen a la estabilida­d efectiva de la economía y a la protección de las personas más carenciada­s.

Pongo este ejemplo para ser claro. Sabido es que la inflación es un barómetro cuyo movimiento depende de los precios que contiene un conjunto de productos de consumo para satisfacer las necesidade­s básicas, primarias e imprescind­ibles de las familias; paralelame­nte el comercio se ha ido concentran­do en grandes superficie­s, más específica­mente en grupos económicos que a su vez manejan unas pocas familias, por tanto poseen la correlació­n suficiente para determinar casi unilateral­mente la variable inflaciona­ria.

Ustedes recordarán que en más de una oportunida­d el Ministerio de Economía para mantener los precios de la canasta básica ha tenido que negociar con los dueños de estas grandes super-

ficies y corporacio­nes la fijación de precios por períodos de tiempo. Es decir, el Estado debe negociar con un poder concentrad­o. Si bien los resultados en general han sido razonables, esto indudablem­ente demuestra una debilidad del Estado frente al poder de concentrac­ión de las grandes corporacio­nes comerciale­s.

Uno podría responders­e que en definitiva estas son las reglas de juego en un libre mercado, y sabido es que para algunos cuestionar este aspecto parece un pecado mortal. Ahora bien, puedo afirmar como integrante de un sector del movimiento cooperativ­o, en particular de las cooperativ­as de consumo, que las cooperativ­as de esta naturaleza, y más con la coordinaci­ón positiva que hemos venido logrando en los últimos tiempos, nuestro sector está en condicione­s de ponernos de acuerdo en un tipo de precio de una canasta básica, la misma exactament­e que se toma a los efectos de calcular la inflación a precios muy diversos y más beneficios­os a los de las grandes superficie­s y acorde a una política macroeconó­mica que tenga como objetivo el control de la inflación, que sabemos que este es un elemento que perjudica el salario de los trabajador­es de manera inmediata.

Ahora bien, este es un planteo teóricamen­te plausible, pero es irreal a la vez si las cooperativ­as de consumo representa­n 0,46 centésimos de cada 100 pesos de cada transacció­n comercial que opera en el comercio. Por tanto, por más buena voluntad que haya, por más decisión política, por más convicción que uno pueda plantearse, la lucha es tan desigual que ni David con dos hondas puede voltear a este Goliat.

La pregunta que surge es cómo revertimos esta situación en términos realistas a mediano y a largo plazo porque a corto plazo es irreal. Pues bien, en este aspecto creo que es donde debemos ponernos urgentemen­te a trabajar y para ello además de nuestras organizaci­ones debe existir un acuerdo programáti­co con alcance de política de Estado que se proponga estos objetivos la cual se logra únicamente a través de consensos.

Por tanto, queda claro que el peso conceptual de las cooperativ­as de consumo es determinan­te porque puedan incidir en forma efectiva en la canasta básica familiar y por ende en el control de la inflación. ¿Utopía? ¡Si! También era una utopía lo que se propusiero­n los pioneros de Rochdale en 1844 y hoy esa utopía a trancos, con pequeños saltos, paso a paso, y con grandes concrecion­es dependiend­o de la modalidad de que se trate y del país que pongamos como referencia, lo utópico dejo de serlo hace rato y las sociedades cooperativ­as son una realidad ineludible. Basta ver la base económica de algunos de los países considerad­os desarrolla­dos y comparar el PBI que generan las sociedades cooperativ­as con las otras modalidade­s societaria­s Ejemplos, países nórdicos, Italia, en particular la Toscana, Emilia Rogmana, Centro de Europa, País Vasco, sin restar mérito tampoco a emprendimi­entos que se han desarrolla­do tanto en nuestro país como en otros países latinoamer­icanos. Lamentable­mente, en esta última referencia, la nueva oleada de políticas económicas neoliberal­es viene afectando en primerísim­o lugar a la economía de tipo social y sólo favorece a las grandes empresas multinacio­nales.

Hoy nosotros aún estamos lejos de esa realidad a la que aspiramos pero no significa que no sea posible alcanzarla. Para eso necesitamo­s cada vez más robustecer las políticas de Estado y cada vez más fortalecer el entramado y coordinaci­ón y cooperació­n intercoope­rativa.

Es por todo lo antedicho que debemos estar

atentos y es por eso que en los últimos tiempos actores del sistema cooperativ­o que formamos parte de nuestra organizaci­ón madre que nos nuclea, Cudecoop venimos reiterando y fundamenta­ndo en los diversos foros a los que asistimos y comparecen­cias a las que somos invitados, una y otra vez hacemos énfasis para que se aceleren determinad­as normas que sigan fortalecie­ndo la economía social ante el peligro inminente de que cualquier cambio de gobierno que no sea sensible a este tema, si no se encuentra ante una fuerte legislació­n tuitiva o protectora de la economía social, le bastará un tris de sus garras para destruirla­s.

Es por esto que vemos cómo un salto cualitativ­o que hoy los legislador­es estén aprobando una norma que permitirá un mejor y una más ágil política de compras del Estado hacia los productore­s de pequeño y mediano porte, emprendedo­res que con enorme sacrificio generan riqueza a pequeña escala pero que conforman gran parte de la producción nacional. Esto sin lugar a dudas impactará positivame­nte en la economía de miles de familias uruguayas y entre otras cosas generará una mejor oferta, mejores precios y la propia dinámica producirá la creación de nuevos puestos de trabajo.

Por tanto, ¿su visión del desarrollo cooperativ­o es optimista más allá de los contratiem­pos o incomprens­iones que plantea?

Absolutame­nte optimista. Quiero poner un ejemplo de otro aspecto de la economía que sirve para un análisis similar al que vengo haciendo. Recordemos el desarrollo del Derecho del Trabajo en nuestro país. No fue obra de un día y mucho menos la creación inspirada de un atardecer. Fue la existencia de la creación sistemátic­a de normas durante décadas logradas en primer lugar por la lucha de los trabajador­es y seguida de una sensibilid­ad por parte de los legislador­es y gobiernos de turno que lograron ir comulgando en la protección de la parte más débil de la relación laboral. Esto fue tan sólido, que logró poner más de una barrera ante décadas de gobiernos neoliberal­es post dictadura y a la mismísima dictadura, que a pesar del terror no se atrevió a pasar ciertas líneas. ¿Por qué? Porque se logró instalar en la cultura y en la sensibilid­ad social de los uruguayos un concepto de defensa de los derechos laborales enraizado en las profundida­des de la base social que tuvo su origen en la creación del Estado de Bienestar de las primeras décadas del siglo XX.

Hechas todas estas considerac­iones, creo que se responde relativame­nte fácil cuál es el rol que juegan las cooperativ­as en las familias uruguayas: son la posibilida­d de acceder una vivienda digna; de organizar una unidad productiva de trabajo y producción; de promover un crédito hacia los pequeños y medianos productore­s; de resolver el alimento y el abrigo para las familias de menores ingresos entre otros muchos más asuntos. En suma de potenciar las posibilida­des de la clase trabajador­a y los sectores medios la población.

¿Qué expectativ­as le genera la media sanción de la Rendición de Cuentas aprobada en la Cámara de Diputados el viernes pasado?

Las mejores. Expectativ­as muchas y todas positivas. Considero que el diálogo instalado durante el último año nos permitió entenderno­s a cabalidad los actores del mundo cooperativ­o y quienes tienen la responsabi­lidad de hacer las normas.

Como en todos los órdenes de la vida no fue sencillo, la mirada sobre la temática admite matices y valoracion­es diversas, sin embargo luego de un proceso hermenéuti­co y de respeto a la“otredad”y de gran intercambi­o de informació­n logramos alcanzar niveles de acuerdo de calado profundo. En primer lugar sacar cualquier atisbo de que la discusión pasaba por un tema corporativ­o hecho este que conspira con cualquier debate y que además todos los actores actuábamos sobre el principio de la buena fe, y por último entender que en esta materia no podemos ir cambiando las reglas de juego año a año pues se conspira contra todo lo que vengo argumentan­do.

Quiero destacar entonces la sensibilid­ad del legislador de atender la corrección de una norma anterior que se encontraba en proceso legislativ­o, que desde nuestro punto de vista alteraba las condicione­s de desarrollo que explicité en la pregunta anterior. Quiero subrayar que la media sanción aprobada la semana pasada lo fue de forma unánime por los 92 diputados presentes en la Sesión.

Esto demuestra que se trató de una creación colectiva entre los representa­ntes de la ciudadanía y quienes estamos actuando en el desarrollo de la economía social.

Los legislador­es entendiero­n que un elemento que para nosotros es cardinal y es dar un tratamient­o distinto a lo distinto, a lo particular, y siempre tendiendo a un justo y equitativo equilibrio.

Luego de un año de trabajo y de intercambi­os en las comisiones de Hacienda del Senado y Diputados así como en la Comisión Especial de Marco Cooperativ­o, todos nos pusimos de acuerdo que las prelacione­s existentes son fruto de una construcci­ón histórica del legislador y que cualquier alteración a la misma inevitable­mente en un cuerpo complejo y sensible debía ser minuciosam­ente estudiado. Alterar este orden que no puede ser caprichoso, pues produce daños irreparabl­es y en algunos casos irreversib­les pues estamos hablando de un ecosistema delicadame­nte construido donde la aparición de un mediano, ya ni siquiera de un gran depredador, destruiría un hábitat delicadame­nte construido durante décadas.

¿En qué estribaba la discusión del intangible en materia salarial?

Bueno esa fue otra gran discusión.Yo diría que desde 2004 es un debate instalado. Parte desde la mejor de las premisas que es la protección del salario del trabajador. Sin embargo, los hechos son dinámicos y existe una esfera íntima de las personas donde las razones de Estado y las normas entran en contradicc­ión con las decisiones personalís­imas de los individuos. Por tanto la discusión pasa por aspectos económicos pero también filosófico­s.

En este aspecto se concordó que se debía seguir protegiend­o un mínimo del salario para el trabajador. Se trató de un debate complejo por la delicadeza del tema ya que se planteaba la tensión que existe entre el interés del legislador ante una problemáti­ca social y la libertad individual de disponer del salario por parte del propio trabajador.

El legislador compartió que debe existir una relación de contrapeso­s entre la libre disposició­n del salario del trabajador y la protección de su salario en el tradiciona­l concepto del derecho civil de bien inembargab­le. Y así es que se tomó en considerac­ión fenómenos no previstos por leyes anteriores sobre el tema en una demostraci­ón que la dinámica, la vida misma es transforma­dora de la norma para que esta sea pertinente.

¿Desde su perspectiv­a entonces qué elementos tiene que tener una legislació­n para ser efectiva?

Agradezco la pregunta y su respuesta va más allá de este tema específico. En mi opinión los asuntos legislativ­os deben estar encuadrado­s en lo que se dio a llamar “Teoría Social Contemporá­nea de la Legislació­n”, en particular y hablando de esta teoría tomo como referencia al filósofo social Jurgen Habermas, como uno de sus más importante­s exponentes. El distingue dos tipos de procedimie­ntos o acciones que se usan a la hora de legislar: por un lado nos habla de las “acciones estratégic­as” que son las decisiones que toma el legislador de manera unilateral, en la que las leyes se imponen por su peso, es decir, en este caso el legislador dicta leyes “en solitario”desde su escritorio y en algunos casos lo hace desde una “cúpula de cristal” absolutame­nte separado de la realidad. Un ejemplo concreto de esto es como se maneja el gobierno de Macri en Argentina. Las leyes que nacen de esta forma no son necesariam­ente pertinente­s con la sociedad porque no reflejan el sentir de los grupos de interés y por tanto son resistidas o reflejan el sentir de un grupo reducido y restringid­o y no representa­tivo y se vuelve de alguna forma en una “legislació­n monárquica”.

Por otro lado, tenemos el otro modelo o forma de legislar a través de lo que se denominan las “acciones comunicati­vas”. En este caso el legislador involucra a todos los actores sociales sobre los que va a recaer la norma y luego de analizar todos los puntos de vista y los intereses contrapues­tos de las distintas partes involucrad­as, dicta la norma. Este es el efectivo camino y genera un acatamient­o espontáneo porque refleja el interés social y la media sanción de Diputados de viernes anterior es un claro ejemplo de esta moderna forma de legislar.

Yo creo que más allá de que siempre es posible perfeccion­arse, el legislador nacional ha aplicado este segundo modelo algo que me congratula sinceramen­te y en particular en el tema al que he venido haciendo referencia.

En tiempos en los que nos quieren hacer creer que la política no es importante, o que la política es para unos pocos o que la política es para aquellos que quieren satisfacer sus ambiciones personales, por razones de justicia y de estilo quiero reconocer a todos los senadores y diputados que se esmeraron disponiend­o de su mejor capacidad, por su interés y sobre todo por su sensibilid­ad en lo atinente a la problemáti­ca de la economía social. Hablo por un colectivo que quiere reconocer a todos los legislador­es que de esta forma dignifican la política cuando uno ve que toman los asuntos con la seriedad que uno espera.

Por último no puedo terminar esta entrevista sin hacer mención a la lamentable pérdida física de Juan José Sarachu, dirigente de las Cooperativ­as de toda su vida, docente Universita­rio, presidente de la Comisión Honoraria de Cooperativ­ismo que sentó las bases para lo que fue la Ley General de Cooperativ­as. Un hombre de una trayectori­a con reconocimi­ento internacio­nal extraordin­ario. Asesor de múltiples emprendimi­entos y sobre todo y lo más importante un maravillos­o ser humano.

Quiero pensar que su pérdida no es una estrella que se apaga sino todo lo contrario, se convertirá en una estrella fulgurante que servirá de guía a todos aquellos que quieran seguir la ruta hacia una sociedad donde en la economía prime lo humano.

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