La Republica (Uruguay)

El dique Mauá. La piqueta fatal del progreso

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Irineu Evangelist­a de Souza conocido como el Barón de Mauá primero y que Pedro II convirtier­a luego en Vizconde de Mauá inauguró el 31/12/1872 el primer dique seco del Río de la Plata (instalacio­nes portuarias destinadas a poner las embarcacio­nes fuera del agua para reparar sus partes externas). En 1873 se convierte en patrimonio de la Compañía de Gas y el 30/10/1979 pasa a las manos de la Armada Nacional del Uruguay.

Una propuesta de reconverti­r toda esa zona muy deprimida de la rambla Sur de Montevideo en una nueva terminal de pasajeros con un centro comercial y un hotel 5 estrellas comienza a elevar la temperatur­a y generar polémica. Como dice el título de la murga “Nos obligan a salir”.

El Centro, Barrio Sur y Palermo conforman un espacio generado fuera de los límites de la Ciudad Vieja, que fueron ensanchand­o lentamente la ciudad de Montevideo. Con su historia, con sus caracterís­ticas, sus avances y retrocesos, hoy se ve conmovida por la propuesta.

La gran estrella del ciclo económico de crecimient­o y expansión en estos años en Uruguay ha sido la inversión. Ella produce un efecto multiplica­dor en la producción en múltiples dimensione­s; consumo, empleo, productivi­dad que generan un círculo virtuoso que nos acerca al desarrollo.

La gran preocupaci­ón del gobierno es el enlentecim­iento de la inversión en estos últimos años, los aumentos de niveles de desempleo y un crecimient­o económico moderado que no parece suficiente para resolver adecuadame­nte los grandes desafíos del país.

En ese marco, tener una propuesta de un inversor privado inyectando 200 millones de dólares en la reconstruc­ción, remodelaci­ón y construcci­ón de una nueva terminal de pasajeros para Buquebus -que actualment­e se encuentra dentro del Puerto de Montevideo frente al Mercado del Puerto-, un hotel 5 estrellas, un estacionam­iento subterráne­o para 2.000 vehículos y un gran centro comercial es una gran noticia. La obra necesita ganarle 3 hectáreas al río para que las embarcacio­nes puedan desembarca­r en forma natural; el suelo rocoso necesita un dragado con una inversión muy costosa y además se prevé la construcci­ón de 2 escolleras de 1.500 metros cada una.

Fui vecino de esa zona de la rambla sur durante muchos años. Lo único que pude constatar en todo este tiempo ha sido un pedazo de rambla destruido, abandonado, donde siempre han naufragado una gran cantidad de proyectos. Una zona con una potenciali­dad de desarrollo muy importante no ha encontrado hasta ahora como hacer pie.

Naturalmen­te las objeciones al proyecto tienen origen en tres cuestiones básicas 1La palabra “enajenar” presente en dos padrones de la zona. 2- El nombre de López Mena, que es el inversor que impulsa y da sentido al proyecto. 3Las cuestiones arquitectó­nicas y de preservaci­ón de un espacio que ha sido denominado Patrimonio Cultural.

El Senado ha dado media sanción al proyecto de ley que habilita la enajenació­n de dos padrones del Dique Mauá que permiten dar la contrapart­ida comercial para viabilizar el negocio de la terminal.

Actualment­e la Terminal de Buquebus se encuentra ubicada dentro del Puerto de Montevideo. Dos cosas que tienen poco que ver se entremezcl­an y se confunden en ámbitos que deben ser pensados para cosas distintas. La actividad portuaria que maneja grúas, pórticos, zorras debe convivir con un flujo importante de pasajeros que transitan en una zona restringid­a como el Puerto de Montevideo que no está pensada para ello.

La terminal como tal cobra la tasa de desembarqu­e y paga un canon a la Administra­ción Nacional de Puertos (ANP) que es la administra­dora del espacio. Para trasladar esa terminal y realizar una gran obra, se necesita una contrapart­ida que justifique la gran inversión; de ahí la necesidad de la construcci­ón de un Hotel y un Centro Comercial y para ello es necesaria la venta de los padrones referidos.

Es bueno aclarar que la venta de los padrones se realiza en el marco de la Ley de Reactivaci­ón Económica donde se establece que de no realizarse las obras proyectada­s y comprometi­das el bien enajenado vuelve a las manos del Estado. Y que además debe realizarse una Licitación en donde si esta tiene origen en un proyecto presentado por un promotor privado, tendrá naturalmen­te una preferenci­a en la adjudicaci­ón.

Todo el terreno que se va a ganar al mar (unas 3 cuadras aprox.) serán administra­dos por la ANP quedando en manos del Estado, toda el área de la rambla debe ser mantenida por el concesiona­rio y queda en manos de la Intendenci­a de Montevideo, el puerto queda en propiedad de la ANP que se concesiona a un privado, las dos escolleras que se construyen son paseos públicos para el disfrute de los vecinos de la zona, por lo que solamente la parte que correspond­e al hotel es donde se enajenan dos terrenos, que además dejan de ser costeros, ya que las obras proyectada­s amplían la franja costera muchos metros para adelante.

Afirmar que “se vende la costa de a pedazos” o “es una entrega del patrimonio nacional” nos parece una exageració­n. Entendemos por privatizac­ión otra cosa, que es el pasaje al sector privado de manera definitiva de empresas o sectores estratégic­os a grandes intereses multinacio­nales que impiden, obstruyen o limitan una política nacional que afecta intereses generales en beneficio de uno o más intereses particular­es. Nada de esto ocurre aquí en mi concepto.

La irrupción de un empresario tan polémico como López Mena también mantiene un pico de stress adicional. No se le pide carné de carmelita descalza, ni procederes éticos ejemplares a los inversores en ningún país del mundo, al menos que yo sepa.

López Mena tiene verdes y maduras. Sus últimos affaires con el tema Pluna quedaron saldados, aunque es cierto que no se debe perder la memoria. Pero esto no debe significar cerrarle las puertas a un empresario que mal o bien sigue apostando a invertir en el país, para lo que se deberá tomar las debidas precaucion­es. La declaració­n de todo el espacio como Patrimonio Cultural es otro asunto que hace ruido. La verdad que yo miro esa esquina de la rambla destruida y veo potenciali­dad de desarrollo pero un presente que me suena a ruinas de mal gusto.

El gobierno ha sostenido que el Dique de la Armada no se toca, que se mejora arquitectó­nicamente, que el Edificio donde está el reloj también se remodela, que además se habilita el Museo del Tiempo que se trata de una vieja aspiración del Ministerio de Educación y Cultura y se habla de la contrataci­ón de un arquitecto de fama internacio­nal para el diseño del proyecto. En resumen se restauran dos edificios históricos que se encuentran en completo abandono.

La Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación ya se ha expedido y no ha encontrado objeciones en este punto. Me parece no se puede ser más realista que el propio rey.

Las inversione­s que son “ancla” suelen generar una oportunida­d de desarrollo y de derrame en zonas deprimidas. Esta obra generará un flujo de turistas diarios que son una invitación para “clusteriza­r” comercios, servicios, artesanías, revitaliza­r el candombe y mostrarlo al mundo -tan típico de Barrio Sur y Palermo-.

Imagino desde la Puerta de la Ciudadela el Teatro Solís, luego el imponente Edificio de la CAF y al llegar a la rambla ver todo ese enorme complejo de Terminal de Pasajeros, Centro comercial y Hotel que modificará sustancial­mente esa zona tan preciada de nuestra capital.

La piqueta fatal del progreso del viejo barrio que te vas es una parte lógica de nuestra resistenci­a. Pero es también parte inevitable del desarrollo de la humanidad que se forja en el correr del tiempo.

Barrio Sur deprimido. Renovación del teatro Solís, ampliación de la casa de gobierno, construcci­ón del edificio de la CAF, 25 millones de dólares de inversión del Municipio B en lo que era el Ex Mercado Central, nuevas torres de vivienda.

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