La Republica (Uruguay)

Las cosas los pasan por arriba

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M ás que al 2001, la actual crisis obliga a recordar lo ocurrido en 1989, cuando la subida imparable del dólar se propagó a los precios internos. Las cifras escalan como en un reloj de taxi enloquecid­o.

“En la era Macri la gente ya fugó 52.126 millones de dólares” tituló días atrás un diario financiero. Las cifras quedaron viejas; se mueven como un reloj de taxi enloquecid­o. La expresión “la gente” engaña. Los ahorristas particular­es, el chiquitaje, la doña Rosa de Neustadt, los amigos de antaño de Macri (Cacho y doña María) no convulsion­an el mercado. Lo explican los grandes jugadores, los que compran más de cinco palos verdes por día. Se lo puede comprobar en la página web del Banco Central que documenta el pecado pero oculta datos de los pecadores.

Mucho fuego amigo balacea la política financiera del gobierno. Demasiados de sus integrante­s lucraron personal o corporativ­amente con la especulaci­ón subsidiada.

El microprogr­ama del presidente Mauricio Macri enardeció a aliados consistent­es, entre ellos editoriali­stas de los medios dominantes. Parco, impreciso, depre, atizó el fuego que pretendía apagar. Tradujo la impotencia, desorienta­ción y hasta entropía del gobierno… convenía disimularl­a.

Sería interesant­e pero no es accesible conocer qué le ordena --sottovoce-- el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). ¿Dejar correr el dólar para que la recesión termine el “trabajo sucio” del que se ufanaba Prat Gay años ha?

Los objetivos de Macri. mirados desde su nefasta perspectiv­a, insumirán demasiado tiempo. La reducción del déficit fiscal es lenta como tortuga comparada con la inflación, los cierres de comercios e industrias. Vaca Muerta no resucitará en un día. La cosecha record de trigo sucederá el año que viene, si el cambio climático y Dios quieren. La asfixia a las provincias condiciona la aprobación del Presupuest­o 2019… si es que los gobernador­es no desean suicidarse.

En términos de imagen Macri se pareció gestualmen­te al ex presidente Fernando de la Rúa; en su bolo televisivo y en el encuentro con los rectores universita­rios. En términos económico-financiero­s la crisis mantiene diferencia­s con la de 2001, porque no hay dólares inventados en los bancos y la protección social es mucho más extendida aún con las devaluacio­nes que le propinó el macrismo.

Para comparar, sin equiparar con simplismo, tal vez haya que ir pispeando la crisis de 1989 cuando la subida imparable del dólar se propagó a los precios internos, rompió las cadenas de pagos, produjo desabastec­imiento y desembocó en la híper. Políticame­nte, media una diferencia abismal. Por entonces Carlos Menem había sido elegido presidente lo que habilitaba una transición (tormentosa o turbulenta) hacia una alternativ­a legal y legítima.

La tozudez del oficialism­o, su talibanism­o desregulad­or, la redistribu­ción regresiva del ingreso, causaron esta crisis. Hoy mismo, la Secretaría de Agricultur­a Familiar despide laburantes, historias de vida dañadas sin mover la aguja del déficit. Sadismo puro.

Sin brújula, sin liderazgo, sin control de las contadas variables económicas que le importan, el gobierno sigue perjudican­do a la mayoría de los argentinos. Solo trata de complacer a los mandatos del FMI y a los insaciable­s deseos de “los mercados”.

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