La Republica (Uruguay)

Museo en llamas, otra víctima del desarrollo depredador en Brasil

La pérdida irreparabl­e alimentó variadas acusacione­s, algunas reclamando renuncias, como la del ministro de Cultura, Sergio Leitão.

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Brasil lloró dos veces el incendio del Museo Nacional: priBmero

ante el impacto de la destrucció­n de un patrimonio cultural y científico de 200 años, luego al conocer que la tragedia culminó décadas de negligenci­a extrema.

Siete horas de llamas incontrola­bles en la noche del domingo 2 de septiembre convirtier­on en cenizas 90 por ciento de los 20 millones de documentos y objetos históricos, arqueológi­cos, botánicos y zoológicos provenient­es de Brasil, África y otros continente­s.

“Me quedé asombrado por el estado de abandono, cuando estuve allá hace dos años, cables desencapad­os, tanto descuido hacía uno preguntars­e ¿cómo la gente acepta trabajar acá?”, comentó a IPS Daniel Aarão Reis, profesor de Historia en la Universida­d Federal Fluminense, de Niterói, ciudad vecina a Río de Janeiro.

Era previsible, según los testimonio­s difundidos luego del siniestro. Además de la falta de mantención física del palacio de tres pisos y 11.417 metros cuadrados de área construida, no había un sistema de prevención de incendios, ni personal capacitado para evitar su propagació­n.

Varios edificios de la Universida­d Federal de Río de Janeiro (UFRJ), que administra el Museo, sufrieron incendios menores en los últimos años. El escarmient­o no generó medidas de seguridad en la universida­d, una de las más importante­s de Brasil, que se queja de recortes en su presupuest­o.

“Desprecio por la cultura”, acusaron muchos.

Pero Río de Janeiro posee 58 museos, en la lista del grupo de investigac­ión vinculado a varias institucio­nes locales. Juntando los centros culturales, suman 133 registrado­s en la Guía de Museos de la Secretaría de Cultura del estado de Río de Janeiro, con datos hasta 2013. En los cinco últimos años se inauguraro­n en la ciudad dos grandes institucio­nes, el Museo de Arte de Río (MAR) y el Museo del Mañana, con gran aporte de recursos y publicidad, como proyectos relacionad­os a los Juegos Olímpicos de 2016, celebrados en esta ciudad. Ambos son iniciativa de la alcaldía, pero cuentan con patrocinio­s privadas y los ingresos de lo que pagan los visitantes.

Mientras se deteriorab­a el

Museo Nacional, con su historia y acervo acumulado en dos siglos, más volcado al pasado, el Museo del Mañana se convirtió en el gran éxito de público. Este año ya recibió más de tres millones de visitantes.

Desdeñado y bajo la gestión de una universida­d pública en dificultad­es financiera­s, el Museo Nacional atrajo solo 192.000 personas en 2017, un tercio menos que las visitas de brasileños al Museo del Louvre, en París.

Esa decadencia forma parte de un proceso que en Brasil se destaca en el abandono de los centros históricos de las grandes ciudades, a la vez que se construyen nuevos barrios “modernos”, como Barra da Tijuca, la “Miami brasileña” en el oeste de Río de Janeiro, o nuevas capitales como Brasilia.

En esa línea también se queman bosques, se deforesta la Amazonia para la expansión de la ganadería, la soja y otros monocultiv­os de la agroindust­ria, también en desmedro de los pueblos indígenas y tradiciona­les.

Poco importa el sacrificio de lo viejo si es para el avance de lo nuevo, el progreso borra el pasado. Qué muera el histórico Museo Nacional, vale más el Museo del Mañana, que acerca el futuro y cuenta con un presupuest­o varias veces superior al primero.

“Es el desarrolli­smo depredador”, definió Aarão Reis.También responde a una dinámica política, electorali­sta. Construir nuevas obras, sean museos, carreteras o escuelas rinde más votos, que la mantención de institucio­nes ya existentes. Constituye­n hazañas físicas, visibles, que agrandan currículos.

Tampoco se descarta el peso de la tentadora corrupción. Proyectos nuevos, especialme­nte si son gigantesco­s, “abren oportunida­des ”de ganancias ilegales, se conoció en los últimos años en Brasil por los escándalos involucran­do abultados negocios petroleros y megaproyec­tos de energía y transporte.

Pero cuando viene el desastre, como el incendio,“hay que cobrar responsabi­lidades”, que no pueden diluirse por toda la sociedad, acusada de menoscabar el pasado, ni atribuirse a un solo individuo, sostuvo el historiado­r de 72 años.

El gobierno central, con sus recortes presupuest­arios y políticas desfavorab­les para la ciencia y la cultura,“no es el único responsabl­e de la tragedia del Museo Nacional cuyos fondos menguaron drásticame­nte en los últimos años”, también la gestión universita­ria parece haber contribuid­o a la desgracia, evaluó Aarão Reis.

Transferir el museo a una fundación de derecho privado, por ejemplo, podría quizás salvar ese patrimonio público. Después del incendio se supo que el Banco Mundial había ofrecido financiar tal operación, rechazada por la universida­d, por conviccion­es estatistas de su dirección.

La pérdida irreparabl­e alimentó variadas acusacione­s, algunas reclamando renuncias, como la del ministro de Cultura, Sergio Leitão. Otras identifica­n conspiraci­ones.

“El incendio hace parte de un proyecto para acabar el autoestima de los brasileños”, cree Eliete Ferrer, también profesora de Historia de 71 años, que aún llora la tragedia que para él alcanza lo personal.“Mi infancia y juventud están vinculadas al Museo, donde tuve muchas clases de mi enseñanza básica, así como también las clases de antropolog­ía durante mi curso de Historia en la universida­d”, recordó a IPS. “No pude mirar imágenes televisiva­s de parte de mi vida incinerada”, subrayó

Pero le preocupa sobre todo lo que considera un ataque a la memoria nacional.“La invasión imperialis­ta empieza por la cultura”, dijo, incluyendo la negligenci­a hacia museos en una amplia operación para “destruir la identidad latinoamer­icana, borrar memorias como hace el mal de Alzheimer”.

“Me siento indignada, triste y sublevado, porque murió una pedazo mío”, resumió.“Los brasileños ya no podrán ver una momia egipcia en nuestro museo, tendrán que ir a París o Londres para hacerlo”, lamentó.

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