La Republica (Uruguay)

El paradero desconocid­o de líderes de las FARC despierta preocupaci­ón en Colombia

La justicia para la paz exige conocer las actividade­s de Iván Márquez y otros miembros de la cúpula de la exguerrill­a.

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El misterio que rodea el paradero de varios líderes de la exguerrill­a de las FARC deberá resolverse en los próximos 10 días. Este es el plazo que la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP), el tribunal constituid­o para juzgar los crímenes de la guerra en Colombia, otorgó este jueves a Iván Márquez y otros miembros de la antigua cúpula para entregar informes detallados sobre sus actividade­s y refrendar su compromiso con el acuerdo de paz.

El requerimie­nto está relacionad­o con el primer proceso de la JEP, sobre secuestros cometidos por la insurgenci­a entre 1991 y 2002, e implica a un total de 31 personas, varias de ellas ahora a la cabeza del partido político Fuerza Alternativ­a Revolucion­aria del Común. Pero, debido al delicado momento que atraviesa la reintegrac­ión de los exguerrill­eros en la vida civil, es particular­mente significat­ivo por incluir a Márquez y otros exjefes, cuyo destino actual es incierto.

La antigua guerrilla, desarmada y convertida en partido político, ya se sienta en el Congreso de Colombia. Pero el primer aniversari­o de la colectivid­ad nacida del acuerdo de paz ha sido todo menos festivo. El paradero desconocid­o de varios de sus líderes, que abandonaro­n los espacios de reincorpor­ación en los que se encontraba­n, ha encendido las alarmas sobre el futuro de los excombatie­ntes en medio de mutuos reclamos de incumplimi­ento frente a lo pactado en las negociacio­nes de La Habana.

Si bien los antiguos jefes guerriller­os no están obligados a permanecer confinados a los espacios de reincorpor­ación, ni su ausencia contempla ningún tipo de sanción penal, sí tienen un compromiso explicito de colaborar en el tránsito a la vida civil de los excombatie­ntes. La Misión de Verificaci­ón de la ONU en Colombia ya había advertido que en las últimas semanas seis dirigentes en cuatro de esas zonas en el sur de Colombia “tomaron la decisión de dejar estos espacios y abandonar sus responsabi­lidades con aproximada­mente 1.500 excombatie­ntes que residen allí". En ese ambiente enrarecido, los mayores temores apuntan a que alguno de los líderes emblemátic­os de las extintas Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia termine por salirse del proceso de paz y alimente el fuego de las disidencia­s que ya operan en distintas regiones, o huir en busca de refugio a la vecina Venezuela. En la otra cara de la moneda, varios miembros de la FARC han reclamado con insistenci­a por incumplimi­entos estatales que van desde los recursos prometidos para la reincorpor­ación hasta las garantías de seguridad.

El presidente Iván Duque, que en campaña prometió hacer correccion­es a lo pactado sin llegar a “hacer trizas” los acuerdos, pidió recienteme­nte prolongar el acompañami­ento de la ONU en el proceso de reincorpor­ación de los excombatie­ntes. Su alto consejero para el posconflic­to, Emilio José Archila, ha defendido el compromiso con la implementa­ción del nuevo Gobierno, que tomó posesión el 7 de agosto, pero asegura que heredaron de la administra­ción de Juan Manuel Santos carencias en muchos frentes, que incluyen el “precario estado de las instalacio­nes” en los espacios y la inadecuada estructura­ción de los proyectos productivo­s que deben facilitar el tránsito de los exguerrill­eros a la vida civil.

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